Unas sesenta escaleras mecánicas y ascensores de las estaciones de Rodalies siguen sin funcionar. Quizás el número no da la idea de la magnitud real del problema y de las consecuencias que comporta para muchos usuarios. De entrada, algunos ciudadanos con dificultades de movilidad han tenido que dimitir del tren simplemente porque no pueden acceder a un andén o salir de él. Y otras muchas personas, bien porque llevan un carrito de bebé, bien porque arrastran maletas o por circunstancias miles, experimentan a diario las incomodidades de unas instalaciones mal cuidadas y averiadas, algunas –por las que pasan miles de viajeros al día–, de manera crónica. Si bien es cierto que el incivismo pasa factura a todos, también lo es que el gestor de las estaciones –es decir, Renfe– debería de una vez por todas ponerse manos a la obra. El cambio de empresa de mantenimiento, hace medio año, no se ha traducido por ahora en una mejora tangible. Habrá que hacer algo más para garantizar la accesibilidad a un servicio tan esencial como es el de Rodalies.
Estaciones descuidadas
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