Pan y circo

La muerte de un streamer francés, Jean Pormanove, en directo por la plataforma digital Kick, ha hecho saltar a los medios tradicionales una tendencia de la que rara vez se habla. La de personas que aceptan realizar ante una cámara y en directo los actos humillantes que les piden sus espectadores, a cambio de dinero. A cambio de lo que, en la jerga de estas plataformas, se llaman “propinas”.

Photo of Raphael Graven, known online as Jean Pormanove, and Kick logo are seen in this illustration taken August 21, 2025. REUTERS/Dado Ruvic/Illustration

 

Dado Ruvic / Reuters

En el caso de Pormanove, parece que su negocio consistía en dejarse pegar y humillar por colegas, siguiendo las peticiones que llegaban online: abofetearlo, tirarle pintura, insultarlo, estrangularlo y lo que se les pudiera ocurrir en cada momento. Se conocen otros casos de streamers que se dedican a consumir sustancias tóxicas (orina, drogas, comida en mal estado), recibir ataques violentos o lesionarse.

Quien se somete voluntariamente a humillaciones a cambio de dinero y quieres lo miran e incentivan no son los únicos protagonistas

Según informaron los medios, cuando Pormanove murió, llevaba doce días retransmitiendo en directo. Y cuando se descubrió que ya estaba muerto (no se han aclarado las causas) había diez mil personas mirándole.

De este caso, sorprende y preocupa que alguien se someta voluntariamente a estas humillaciones a cambio de dinero. Y repugna que haya personas que se dediquen a pasar el tiempo mirándolo e incentivándolo con propinas. Pero no deberíamos quedarnos aquí. Ellos no son los únicos protagonistas.

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Décimo Juvenal, un poeta satírico que vivió en Roma entre los siglos I y II después de Cristo, aparece en los libros de historia política por su frase “pan y circo”, con la que criticaba la forma de funcionar de los regímenes totalitarios de la época.

Según Juvenal, para tener al pueblo tranquilo y sin tentaciones de pensar en sus problemas, la fórmula de los gobernantes era darles “pan”, es decir, comida barata, y “circo”, es decir, espectáculo. Varios observadores de la política, incluso la actual, han criticado a los gobiernos con esta misma expresión, cuando han creído que su estrategia es dar a la ciudadanía pequeñas limosnas, en forma de subvenciones y ayudas, y altas dosis de espectáculo, ya sea en forma de bronca política, fútbol u otros tipos de entretenimiento.

En estos momentos, en que las grandes tecnológicas son ya un gran poder, y desde Estados Unidos nos está llegando la ola ultraliberal contra cualquier tipo de regu­lación en los entornos digitales, debería preocuparnos que algunas plataformas se apunten a la fórmula “pan y circo”. Pan, en forma de propinas, para los más vulnerables. Circo, para espectadores crueles. Negocio para los que no tienen escrúpulos ni valores. Y el mensaje de que, en nombre de la libertad, todo vale.

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