Machistas catódicos

EL PATIO DIGITAL

Machistas catódicos
Redactor

Pertenezco a una generación que resolvía los problemas de visionado de la tele a base de sopapos. De esas, de las de rayos catódicos, de las que tenían más fondo que el culo de un caballo y la pantalla convexa y dura como una piedra anti prontos lamadrequeteparioJulioSalinas. Un buen toque entre suave y vigoroso en el lateral de la Sony Trinitron y la imagen temblorosa, distorsionada o asarampionada de puntos blancos y negros parpadeantes (nieve, se llamaba) desaparecía y la cara de Matías Prats padre, del hijo o del Espíritu Santo volvía a estar en condiciones.

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Llibert Teixidó

El golpe podía darse también más arriba, no tanto en el lateral. Por ello, más que una bofetada –en tanto que ésta por definición requiere un movimiento lateral y elegante como un drive de Federer– era algo parecido a un coscorrón –movimiento de arriba abajo–. Sea como fuere, todo valía con tal de que las soldaduras resquebrajadas por el paso del tiempo, vibraciones, calor o desgaste volvieran a su sitio y la tele saliera del coma.

Este 'reset' físico tenía un inconveniente: la solución era temporal. Por tanto, el televisor tenía garantizado un mínimo de cinco bofetadas por hora. Pero, a su vez, los toques eran terapéuticos, una manera inconsciente y reconfortante de superar el estrés, que prevenía la aparición del estadio superior en la escala Richter del malestar: la agresividad. No nos engañemos, asomaban un cierto impulso violento y puños amenazadores ante el enésimo pase hacia atrás de Jose Mari Bakero en pleno contraataque, es cierto. Pero eran pocas las veces. Los golpes respondían, por decirlo de alguna manera, a una necesidad técnica con un fin reparador.

Hoy en día es diferente. El televisor no se arregla a base de golpes. El led ha sustituido a los rayos catódicos Isabel y Fernando, el funcionamiento es otro, no hay soldaduras colgando en el interior y las pantallas son tan planas que no hay espacio físico para pegarle y desahogarse.

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Así pues, al no ser posible aquel golpecito técnico y reconfortante, el estrés no se canaliza y la agresividad hace acto de presencia. Reprimidos todos, pues, se destila más el grito ante una oferta televisiva e internauta a menudo lesiva para nuestras emociones y que, además, se ha multiplicado con respecto a la etapa de los rayos catódicos.

Es una agresividad que invita a destrozar pantallas. Pero es mejor canalizarla a través de las redes. Y más en septiembre, cuando la marabunta achicharrada en la playa ya ha desembarcado en la ciudad, todo vuelve a funcionar y no discernimos si es la rutina de la rentrée la que nos cabrea o es el cabreo por la rentrée el que nos hace rutinarios.

Piénsenlo. En septiembre vuelve lo de siempre, lo que habíamos dejado en junio y en julio: el Sánchez “yo tiro pa'lante”, el Miguel Ángel Rodríguez avanzando en exclusiva pa'lantes, el Puigdemont maestro de las jugadas maestras, las abigarradas subordinadas de Junqueras, la astracanada de Ayuso, el ego de Colau, el de Lamine Yamal y Vinicius Jr, el “esto era penalti qué va a saber el VAR maldita mugrienta liga Negreira”, el “@Grok, ¿eso es cierto?”.

 Pero sobre todo vuelven también los más machos, ahora demostrándolo muy fuerte asegurando que todo aquel que prefiere un coche automático antes que uno con cambio manual es porque es gay. Algunas de las respuestas al tuit viral de @NanoPenano son lamentables: “Quien elija automático es que es un auténtico homosexual”, “No has cogido un coche de hombre en tu vida, maricón”, “A ti lo que te gusta es disfrazarte de colegiala”, “Uno automático solo lo eligen mujeres y maricas”, “Mira, por allá  va, ¡mira como corre tu última gota de testosterona!”, y toda una retahíla de respuestas con imágenes mofándose de cualquiera que no sea como ellos.

Son individuos anclados en los tiempos en los que Matías Prats padre y repadre, pasaban por el tubo, el de los televisores. Son machistas a los que dan ganas de contorsionar en uno de esos tubos de rayos catódicos para ponerlos en su sitio de un mamporro en el lateral de la tele. Desgraciadamente la solución para reajustar sus soldaduras sería temporal, porque son machistas catódicos de manual: siempre vuelven, y para distorsionar. Y nos abocan a una rutina: la de la lucha feminista.

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