El acto solemne de apertura del año judicial se preveía tenso y polémico por la presencia del fiscal general del Estado, en proceso de ser sometido a juicio. Álvaro García Ortiz no rehuyó su situación y defendió al lado del Rey su convencimiento de que hacía lo que debía porque se considera inocente. “Si estoy aquí como fiscal general del Estado es porque creo en la justicia”. Su discurso generó aplausos de algunos asistentes, algo inédito en este tipo de actos, y provocó que tras la intervención de la presidenta del Tribunal Supremo, Isabel Perelló, otra parte del público decidiera a su vez despedirla con aclamaciones. Fueron una minoría los que optaron por expresar sus apoyos, tal como nos explica hoy Carlota Guindal, pero revelan la división existente en la justicia.

Discurso del fiscal general del Estado durante el acto de apertura del año judicial
Los responsables políticos de los dos grandes partidos deberían hacer un esfuerzo para tratar de superar esta etapa y apelar a su necesario sentido institucional. Parece mentira, pero el único gran acuerdo importante alcanzado por el PSOE y el PP en esta legislatura ha sido el de pactar la composición del Consejo General del Poder Judicial después de años de parálisis. La entente facilitó el nombramiento de Isabel Perelló, que ayer dijo que iba a tratar de defender con firmeza “los principios esenciales que definen al poder judicial y que hacen que sea digno de este nombre”. Es lo que toca.
Las actuaciones de algunos jueces son discutibles. Y seguramente al ciudadano Pedro Sánchez le afecta especialmente la instrucción que está protagonizando el juez Juan Carlos Peinado contra su esposa Begoña Gómez. Y coincidimos en valorar como errática la actuación de este juez. Pero el presidente Pedro Sánchez debería pensárselo dos veces cuando afirma que hay jueces que hacen política. Aunque lo piense como ciudadano, no debería expresarlo como presidente. Y tenía razón la presidenta del Supremo cuando le recriminó esas palabras por “inoportunas y rechazables”. Ayer criticábamos la ausencia de Alberto Núñez Feijóo en este acto y hoy censuramos las palabras de Sánchez. La deriva en la polarización parece imposible de atajar, pero habría que hacer un esfuerzo para no generar más tensión y más bandos. Hagamos caso a la presidenta del Supremo.