Una vida no importa hasta que la puedes utilizar

EL PATIO DIGITAL

Iryna Zarutska tenía 23 años y había llegado a Estados Unidos huyendo de la guerra en Ucrania. Con un diploma en arte de una universidad de Kyiv, trabajaba en una pizzería de la ciudad de Charlotte para pagarse las clases de inglés y desempeñarse como asistente veterinaria. En el vídeo que muestra su asesinato a sangre fría todavía lleva la camiseta del local. 

Esta escribidora ha visto pocas cosas que le hayan impactado tanto en su vida como la mirada de terror de la joven Iryna al darse cuenta de que va a morir, sin entenderlo, sin previo aviso,  en cuestión de segundos, sin que nadie la ayude. Llorando, por ella.

La muerte de Iryna

La muerte de Iryna Zarutska 

X

Nos hemos acomodado a las imágenes de muerte, violencia, dolor;  de tantas, de tan repetidas, de tan retuiteadas y compartidas cada vez cuesta más que nos conmuevan. Iryna levanta la vista hacia su agresor, el pánico a la vez que la incomprensión. La muerte de un inocente sin filtros.

Asistimos impúdicamente a sus últimos instantes, una se plantea si tiene derecho a verlo y a mostrarlo.  Sí, para que se sepa.

La noche del 22 de agosto había salido de trabajar y había tomado como de costumbre un tren ligero. Se sentó delante de un hombre de color, no lo conocía, no intercambiaron ninguna palabra ni mirada. Con los auriculares puestos y pendiente del móvil no se percató de que el hombre se había levantado y sacado una navaja. La apuñaló tres veces en el cuello y siguió andando tranquilo hasta que bajó en otra parada.

Trump ha pedido la pena de muerte para el agresor, diarios como 'The New York Times' ignoraron prácticamente la muerte de Iryna hasta ese momento

Iryna se desangró hecha un ovillo en su asiento, en el vagón había al menos cinco personas más. Ninguna hizo nada. Probablemente no hubieran podido salvarla, pero sí acompañarla. Como dice @EstefMolina en X, “de todas las formas de morir, la más atroz es la de la indiferencia”.

Hubiera sido una muerte violenta más en un país que no anda escasa de ellas, pero el vídeo completo apareció en redes. Una mujer blanca, refugiada de un país en guerra, un asesino negro, los otros cinco ocupantes del vagón que asistieron impasibles a su muerte también negros. 

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Todas las vidas son valiosas, pero parece que no empiezan a serlo de verdad hasta que se les saca partido, unos reclamándola para sí mismos, otros ocultándola. Trump ha pedido la pena de muerte para el agresor, diarios como The New York Times ignoraron prácticamente la muerte de Iryna hasta ese momento. La batalla política derivada de la cultural estaba en marcha, si eso es todo lo que podemos ofrecer a la joven, no somos dignos de tratarnos de seres humanos.

El asesino fue identificado como Decarlos Brown y había pasado por los juzgados en catorce ocasiones por diferentes delitos, tenía problemas mentales, pero parece que no los suficientes para que se tomaran medidas, al menos nadie lo hizo. En seguida salieron informaciones como que la última juez que lo vio era demócrata y ni siquiera tenía el título.

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La ultraderecha ha hecho suyo el caso de la joven, han sufragado miles de carteles con su imagen, bellísima, con una larga y abundante cabellera rubia, en numerosas ciudades. Aprovechan una narrativa que supuestamente encaja con sus pilares: ¿Qué hubiera pasado si se hubiera tratado de una joven negra asesinada por un blanco en un vagón de indiferentes personas de raza blanca? 

Es la pregunta que ha corrido como un incendio en las redes.

Y es tal vez esa narrativa a contra pie la que explica que los medios en la esfera de la izquierda hayan ignorado el suceso hasta que la ultraderecha se ha apropiado de él. Se quejaba una tuitera norteamericana de que iban a aumentar los recelos hacia la población de color. Es posible, y es lamentable, pero ¿ni una sola palabra de piedad hacia la víctima?

Una cuenta desde Black Lives Matter cuelga un vídeo en el que preconiza que la gente de color “tiene derecho a la violencia”, que “toda la gente oprimida tiene derecho a la violencia”. El vídeo es más largo y absolutamente indefendible. Inmediatamente empieza a circular a través de cuentas de la extrema derecha. Hasta Trump lo retuitea. Pero antes de eso, BLM podría haberlo eliminado. Antes. Esta escribidora, que lo había visto en la cuenta, no ha sido capaz de encontrarlo ahora.¿Faltaron reflejos?

La muerte de Iryna ha incomodado a muchos por su narrativa, otros han creído que les daba gasolina por lo contrario. Ningún famoso, ningún medio progresista se había hecho eco de la tragedia de la joven refugiada, un hueco que rápidamente ocupó la ultraderecha. De la muerte se aprovecha todo. Incluso su aparente inexistencia.

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