La estrategia belicista de Beniamin Netanyahu no le
hace ningún bien a Israel y de forma inconsciente está contribuyendo a que cada vez haya más ciudadanos en el mundo que simpaticen con la causa palestina. El abordaje en aguas internacionales de la Flotilla Global Sumud es una acción excesiva contra un grupo de embarcaciones que solo trataban de llevar alimentos y medicinas a la población desnutrida de Gaza. La detención y deportación en las próximas horas de los miembros de la flotilla es una actuación reprobable del ejército israelí, pero es una anécdota al lado de los miles de muertos palestinos o los supervivientes que sufren hambruna o los que son obligados a desplazarse lejos de sus casas. Sin embargo, sucede que la indignación de la ciudadanía puede desbordarse por acciones que son más simbólicas, como la interceptación de la flotilla.
Manifestantes ondean banderas palestinas durante una manifestación frente al Coliseu, en Roma
Los miembros de esta expedición sabían que difícilmente iban a poder llegar a Gaza, como otras embarcaciones lo habían intentado con anterioridad. El objetivo era revelar a la opinión pública internacional la inhumanidad de los gobernantes israelíes, que no dejaban que se alimentara a la población palestina. Netanyahu podía haber sido más permisivo, pero hace tiempo que cruzó una línea roja y, después de que la ONU decretase que ha habido genocidio en Gaza, ya le daba igual.
La consecuencia es que ayer se improvisaron manifestaciones con miles de personas en Barcelona, Madrid, Berlín, Londres, París y otras capitales europeas para mostrar la indignación por el abordaje de la flotilla. Los cerca de 500 integrantes de la expedición fueron trasladados a centros de detención de Israel y serán deportados en las próximas horas, posiblemente a Londres y Madrid. La Armada israelí los despojó de sus dispositivos móviles para evitar que pudieran mantener comunicación alguna. En las próximas 48 horas es posible que todos los detenidos sigan aislados a la espera de su deportación, lo que incrementará aún más el malestar y la oposición de buena parte de la opinión pública. La flotilla no ha logrado su objetivo de proveer de alimentos a los gazatíes, pero va a hundir aún más la imagen del Gobierno de Israel en el mundo y acrecentará su aislamiento. Objetivo cumplido.