Primer éxito de Trump

Primer éxito de Trump
Director de La Vanguardia

La fotografía de nuestra portada de ayer con los intensos bombardeos sobre la ciudad de Gaza fue la mejor metáfora de los lógicos recelos que despierta el plan de paz propuesto por Donald Trump. Mientras los negociadores de Israel y Hamas negociaban el acuerdo en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij, el ejército israelí no ha dejado de atacar ningún día la capital de la franja palestina. La ilusión y la esperanza que suscita el posible acuerdo es compatible con admitir las dificultades que supone la aplicación de un plan que debería terminar con la construcción de una ciudad de vacaciones de la mano de inmobiliarias próximas a Trump.

Horizontal

Humo de los bombardeos sobre Gaza, el mismo miércoles, mientras ambas delegaciones negociaban 

Emilio Morenatti / Ap-LaPresse

Hay que felicitarse porque en las últimas horas ambas partes han anunciado un avance significativo que tendrá su momento culminante con la liberación de los rehenes israelíes que siguen vivos en manos de la organización terrorista. Si ello se acompaña con un alto el fuego real de Israel, sí que podemos colegir que se ha entrado ya en una fase trascendente para avanzar en el camino de la paz.

En este punto hay que darle el reconocimiento que se merece
al presidente de Estados Unidos, que ha sido el gran impulsor del acuerdo. Siempre hemos dicho que solo él podría frenar a Beniamin Netanyahu y, en todo caso, la crítica que también se le puede hacer es que ha tardado demasiado tiempo en imponer el plan de paz y que la invasión israelí ha dejado un saldo de víctimas mortales injustificable.

El éxito político que puede suponer el alto el fuego es, pues, un triunfo diplomático para Trump, pero, en todo caso, no compensa muchas de las decisiones que ha tomado durante su mandato, que lo deberían dejar incapacitado para poder recibir el Nobel de la Paz que se decide hoy. El hombre que está enviando a la Guardia Nacional a distintas capitales estadounidenses o que amenaza con invadir Groenlandia, entre otras muchas decisiones, no debería recibir este galardón. Seguramente tampoco Barack Obama reunía las suficientes aptitudes para recibir el premio, pero el presidente demócrata no causó tantos estropicios en la geopolítica mundial como está provocando Trump. Hoy saldremos de dudas en la capital noruega.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...