Perdió una zapatilla como Cenicienta y era roja como las que usó Karen, esas lindas zapatillas para un baile. Corría de blanco pero no era un vestido de novia como Sade en No ordinary love. El cuerpo negro de la británica abrazando su desnudez está ahora embutido en blanco y de blanco en un hábito extremo, una camisa de fuerza interior, abrazándose Rosalía, lo que va desde Deluxe (1992) hasta Lux (2025). Reía y corría la artista, rodeada de sus admiradores hacia plaza de Callao, y lo suyo es marketing, por supuesto, pero también mucho pensarlo y talento en el arte, hasta sus puestas en escena, siempre ridículas y sublimes al mismo tiempo. Su risa es una risa de felicidad y de apuro, de lío y gloria. Rosalía quiere, al mismo tiempo, dálmatas para su abrigo, y luego unos espaguetis en un callejón.
Como saliendo de un sueño, corriendo, desde lo más alto sin hacernos sufrir por su caída. No sentimos vértigo porque sabemos que esta historia no es trágica. Su ambición no será castigada. Su pérdida de control siempre será inteligente y lo emocional será canción o no será. Siempre va a estar unos metros por delante de nosotros, pero se parará unos instantes como si nos esperara. Nos vaciará los bolsillos y nos robará la atención pero no será a cambio de nada.
Como saliendo de un sueño, corriendo, desde lo más alto sin hacernos sufrir por su caída
Quiere y tiene la gloria, la fama, la notoriedad, lo contradictorio y lo aparatoso pero para llegar a algún sitio, su ambición tiene lugar en lo artístico y para lo artístico y, por eso, no lo entrega a cualquier precio. Quiere darnos más de lo que esperamos, y ya de ella esperamos mucho y hasta nos conformaríamos con lo que ya tenemos. Su carrera en Callao, como una revelación, es saber hasta dónde puede llegar cuando no parece que haya límites a su talento ni tampoco a su juego de pies ni a su pegada. Nunca es del todo sincera, nunca nos engaña del todo. Nos zarandeará para que el lobo –nosotros, la industria, sus demonios interiores– no la encuentre en casa ni aunque esta esté hecha de ladrillos.
Es la flautista que ya se ha llevado detrás de ella a niños y abuelas, a adolescentes y jóvenes, a adultos, a críticos y escépticos. Rosalía es una fuerza inspiradora absoluta. Disfrutemos de ella, la estrella global más grande que nunca hemos tenido. Este cuento tiene final feliz.
