Mi edad musical es de 79 años

El Patio Digital

Mi edad musical es de 79 años
Periodista

Quien les escribe estas líneas tiene 79 años. ¡Setenta y nueve! No es eso lo que dice la fecha de nacimiento del documento nacional de identidad (¡qué pone en tu DNI!), pero sí es la “edad musical” de uno o, mejor dicho, la que marca el algoritmo de Spotify. Así que no hay nada más que hablar. Y todo porque al menda le dio por pasarse varios días y semanas reescuchando la discografía entera de Bob Dylan para poder acudir a la sala cinematográfica de turno a visionar el biopic que le han dedicado este 2025 con cierto conocimiento de causa. O sea que un pequeño desliz, un casual episodio con motivo concreto, una mala o una buena racha, puede encasillarte en la senectud o la mocedad sin término medio ni reparación posible.

¡Y suerte que se disculpan! Porque la empresa sueca, para su  popular wrapped, se han inventado esta vez esto de la “edad musical”, que la calcula la máquina según lo que has escuchado este último año. Y tienen el morro de decirte que no te ofendas: “La edad es solo un número. No te lo tomes como algo personal”. Para el que no lo sepa, esto del wrapped no es más que un resumen anual que Spotify tiene a bien brindar a sus más de 400 millones de usuarios para que seamos conscientes de que lo saben todo sobre nosotros: cuantas horas escuchamos qué, nuestros músicos, géneros o discos preferidos valorados a peso —según el tiempo de reproducción—, y sobre qué podríamos presumir o podríamos avergonzarnos ante nuestros entornos más inmediatos.

Mi edad musical es de 79 años

Mi edad musical es de 79 años  

Spotify

Es un alimento al ego que atrapa a muchos, y que se nutre, como en lo mejor del marketing, del boca-oreja. Estos días de diciembre en los que Spotify lanza su esperado compendio, son centenares de miles los melómanos que comparten orgullosos, o no tanto, sus gustos con familia, colegas y conocidos. Obviamente, esto de la “edad musical” es lo que más ha triunfado. Saber que tu primo, de tu misma edad, tiene 17 años en lo musical, mientras tú afrontas la vejez, da para mucho que hablar. Es divertido y engancha, admitámoslo.

Por supuesto, no se trata de nuestros gustos musicales. Se trata de que hablemos de ello y reproduzcamos más y más contenido. Por ejemplo, si uno tiene críos y en su Spotify solo suenan El Pot Petit, Dàmaris Gelabert o Reggae per Xics, ¿qué sentido tendrá que le resuman eso? ¿Qué significará que le digan que su edad musical es 7? O si uno tiene por costumbre ponerse música relajante con cuencos tibetanos para practicar yoga, taichí, chi kung o meditación de chakras, ¿qué sentido tiene que le digan que ese es su estilo preferido si tiene una función muy específica? Al menos hay una buena noticia: lo que diga Spotify sobre tus gustos no es una foto real. Ni te preocupes ni te sientas culpable.

Porque, como todo en el internet de hoy día, lo que está en juego son nuestras emociones y nuestros miedos. Nuestra identidad proyectada. Si te miras en el espejo, y lo que ves no te gusta, sufres. Y si te agrada, presumes de ello. Porque, no nos engañemos, también sirve para marcar estatus: no es lo mismo que tu artista favorito sea Giovanni Pierluigi da Palestrina, Miles Davis, Joy Division, Chappell Roan, Céline Dion o King África. Una cosa u otra determinará como te verán los demás. Vaya, que se trata también de posturear. Y las plataformas lo saben.

Spotify lanza su resumen anual de los gustos de sus usuarios y los melómanos comparten su postureos (pero hay críticas)

El resto de redes, desde X a Instagram, se han dedicado a amplificar estos miles de vanidades anónimas. Algunos se han sorprendido de su edad musical, especialmente los de los extremos, con divertidos memes. Otros han captado a la perfección eso del postureo. “Soy mejor que tú”, asegura una imagen paródica de una falsa lista en la que el artista más escuchado es “mi grupo underground de nicho”, el segundo, “alguien con el que pretendes parecer cool” y el siguiente, “puro arte que tú no entenderías”. Y siempre está el más bruto, harto de que todo el mundo explique su vida: “¡A nadie le importa tu Spotify!”.

Y es que estas grandes operaciones publicitarias conllevan sus riesgos. Mientras medio planeta comparte su año musical y disfruta de sentirse más joven (o más anciano), más listo y más guapo, algunos aprovechan el tirón para denunciar que el rey va desnudo. Muchos artistas recuerdan estos días que la mayor plataforma de streaming musical del mundo paga una miseria a los autores. La banda galesa Los Campesinos!, por ejemplo, se viralizó al publicar sus ganancias: necesitaba 294 reproducciones para recaudar una sola libra. Se calcula que para ganar unos mil euros, hacen falta un millón de escuchas. Algo al alcance de muy pocos en la industria actual. Y, concluyen, es precisamente nuestra tendencia a exponernos, nuestra predisposición a bailar al son de los virales, lo que tapa la precariedad de los artistas.

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También hay críticas a que la IA y los algoritmos moldeen, de forma poco transparente, nuestros gustos o incluso a que este tipo de consumo de música aliente la uniformidad y la poca iniciativa a descubrir cosas nuevas. Una crítica que se podría extender a toda plataforma y producto cultural que pase, hoy en día, por el filtro de la red. Sí, los algoritmos nos moldean. Al menos seamos conscientes de ello. Lo resume de forma mordaz el crítico Frankie Pizá. Se lo tomo prestado: “Tu edad musical es 3, porque el algoritmo reconstruyó tu gusto desde cero y no te resististe”. No, tengo 79.

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