Los días finales del 'Comando Salazar'

Cuadernos del sur

Los últimos días del 'Comando Salazar'
Senior Editor

La ambición humana, según Edmund Burke, es multifacética. Puede elevarse como un águila imperial o reptar por la tierra como un lagarto. En el ámbito político, ocurre algo parecido con las presuntas amistades. Estas pueden transformarse fácilmente en rencillas arraigadas con un leve contacto –no es necesario que sea considerable; un gesto inadecuado es suficiente para irritar al signore– o adaptarse a las condiciones y las conveniencias.

Hoy te brindan afecto y lo recibes; al día siguiente te rechazan y te ignoran, tanto en el trato como en la mirada. La gente se desconoce mutuamente. La reserva en las interacciones se ve como una señal de astucia, fundamentada en la convicción de que, para obtener y mantener la autoridad, es más ventajoso ser prudente y no revelar demasiada perspicacia, en lugar de ostentar familiaridad y conocimiento, por temor a que tus seguidores, al igual que San Pedro, nieguen conocerte.

El declive de Francisco Salazar, un colaborador cercano de Pedro Sánchez desde su notable regreso a Ferraz, y la repercusión que esto tiene en Antonio Hernández, su subordinado —quien actualmente enfrenta críticas por haber tolerado los supuestos maltratos de su superior hacia mujeres—, ha provocado una grieta significativa en el PSOE, en un momento en que la embarcación del partido ya se encontraba debilitada y con escasas reparaciones.

thumbnail_1. Francisco Salazar y Alfonso Rodríguez Gómez de Celis  Francisco Salazar (i), en una imagen de archivo.

Francisco Salazar, as depicted in a file photograph, alongside Alfonso Rodríguez Gómez de Celis.

Mariscal / Efe

La inundación afecta a las oficinas de Ferraz, encargada de (no) procesar las quejas internas de las empleadas del partido que alegan haber experimentado presuntos acosos de naturaleza sexual por parte de Salazar, aunque su origen se remonta a Andalucía. Y es un asunto personal.

No únicamente debido a que ambos dirigentes provienen del PSOE sevillano, sino también porque sin evaluar su peso en los círculos de poder de Moncloa, no es posible comprender la magnitud de la contradicción que este grave incidente representa para el partido socialista a pocos meses de los comicios en el sur de España.

Salazar y Hernández figuraban entre los líderes del colectivo de socialistas que, en su momento, impulsaron la revitalización política de Pedro Sánchez. Su cese, una medida adoptada por el jefe del Ejecutivo como una protección tardía e ineficaz, se asemeja a la eliminación política de dos de sus seguidores más leales.

Siguiendo con las analogías bíblicas, esto representa un sacrificio. La diferencia significativa es que, además de la renuncia a puestos, remuneraciones, prerrogativas, poder y notoriedad, también supondrá un perjuicio prolongado a nivel individual y familiar para todos los involucrados, sin importar si el asunto, particularmente en lo concerniente a las acusaciones contra Salazar, llega a ser tramitado judicialmente.

La conexión de ambos altos funcionarios con Sánchez, no obstante, se debe a las circunstancias más que a una creencia genuina. Ninguno, al igual que otros líderes del PSOE sevillano en Madrid, como Gómez de Celis, el primer vicepresidente del Congreso de los Diputados, no prodigan su lealtad sin motivo.

Su clara posición de apoyo al presidente del Gobierno, en verdad, se inició como una medida (política) de último recurso frente al dominio susánida en Andalucía. Su recorrido, de forma análoga al relato de Ícaro, puede por tanto entenderse de manera simbólica.

En esencia, el poder es un sol que abrasa tanto a quienes carecen de él como a aquellos que se aproximan demasiado a su brillo. Esta es la antigua narrativa de todas las revoluciones: devora a su propia descendencia una vez que han cumplido su propósito en el escenario político.

Salazar y Hernández eran dos mercenarios al servicio del ejército de Sánchez. El primero se unió por la intervención de Francisco Toscano, su mentor, quien fuera alcalde de Dos Hermanas y una figura clave del socialismo andaluz; el segundo, después de la división en el grupo de socialistas andaluces que respaldaron a Sánchez contra Susana Díaz.

thumbnail_2. Pedro Sánchez, junto al alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, el día que el primero anunció que se presentaría a las primarias del PSOE contra Susana Díaz.

Francisco Toscano, the mayor of Dos Hermanas, was with Pedro Sánchez on the occasion when the latter declared his bid for the PSOE primaries, challenging Susana Díaz.

Efe

¿Qué originó esta antigua disputa familiar? Se podría argumentar que se debió a la índole del PSOE sevillano, que tradicionalmente se ha estructurado en clanes y familias, generalmente conflictivas y muy recelosas de su ámbito.

De todo esto existe, pero también se produjo –el punto crucial se ubica en el pasado– una falta de confianza respecto a las probabilidades efectivas de Pedro Sánchez previo a su victoria en las primarias.

En ese instante crucial, al aparecer las incertidumbres, algunos consideraron retirarse y proteger sus intereses, mientras que otros, impulsados por la vendetta interna o al no tener ya posibilidad de negociar nada con la exlíder de la Junta –la aspirante socialista del Antiguo Testamento–, optaron por el abismo en lugar de una alianza integradora.

Ganaron. Sánchez prevaleció en las elecciones internas, pero su triunfo dividió en dos al Comando Salazar –el colectivo había adoptado, internamente, el apellido del exasesor de la Moncloa como distintivo común para reconocerse como el círculo de confianza del jefe del Ejecutivo– y la situación cambió para siempre. Jamás.

A pesar de que no fueron completamente marginados por su deslealtad, los disidentes sufrieron el castigo y la exclusión por parte de Sánchez, siendo relegados a roles menores, mientras que los leales y diligentes, Salazar y Hernández, accedieron al círculo íntimo de Moncloa, asumiendo la dirección de sus iguales.

This separation largely accounts for the purge now unleashed in both Moncloa and the Andalusian PSOE, which is governed by another of Toscano's trusted individuals, and into whose leadership Hernández had joined after the last regional congress. All this was done to distance themselves from two of their devoted southern followers.

thumbnail_3. Antonio Hernández, actual director del departamento de Coordinación Política en el Gabinete de la Presidencia del Gobierno.

Antonio Hernández, presently in charge of the Political Coordination division at the Prime Minister's Office.

Portal de la Transparencia del Gobierno / Efe

Los afectados comprenden la severidad de la determinación –siendo fontaneros del PSOE desde sus comienzos– pero igualmente se perciben como esos bultos prescindibles que se desechan al océano para aligerar la carga de la embarcación y así poder encarar el inminente desastre en circunstancias más favorables.

Las repercusiones, sin duda, se manifestarán pronto. El comunicado es desalentador. El mandatario retribuye con amargura una ayuda que, si bien en esencia no fue altruista, también resultó ventajosa desde el punto de vista político. Sánchez solía retribuir a sus leales. Hasta este momento.

Tal vez por esa razón, antiguos compañeros de ambos líderes políticos, apartados de la esfera de poder, aunque no hayan festejado la caída de Salazar y Hernández, sí perciben en su eliminación política una especie de retribución. No necesariamente de carácter poético. Y quizás también el inicio del declive de Sánchez, ya que no existe congregación sin sus ministros ni monarca sin sus súbditos.

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