Contener a Vox

Contener a Vox
News Correspondent

El momento político español es bien curioso. Externamente su economía se celebra como la más dinámica de Europa y su Gobierno es elogiado por la firmeza ante el asalto trumpista. Pero internamente vivimos un proceso de polarización angustioso. Con un presidente Sánchez asediado incluso por el presidente de la Conferencia Episcopal (¿cómo se puede ser tan imprudente?)

CONCENTRACION DE VOX Y OTROS PARTIDOS DE DERECHAS EN LA PLAZA DE COLON

 

Emilia Gutiérrez/Archivo

A mí, los casos de su mujer o del fiscal general me parecen artificialmente generados y escasos de contenido, indigno el de su mujer. Sobre los de machismo, me cuesta creer que haya más en el PSOE que en el PP. Es más probable que la vigilancia feminista sea más intensa en el PSOE. Sobre los económicos, la cosa es seria y no pinta bien. La pregunta ahora es: si la corrupción económica se demuestra más que anecdótica, ¿correspondería al PSOE, en buena ley, pagar el mismo precio por los pecados cometidos que le tocó al PP por los suyos? Es decir, perder el Gobierno. Pues no me precipitaría a concluirlo porque la política es menos absoluta que la moral y en nuestro caso el ganador, que sería el PP, también lleva una legislatura muy manchada: la gestión de la dana fue vergonzosa.

Hagamos prospectiva. Si vamos a elecciones, es probable un gran triunfo de Vox que condicione fuertemente un gobierno de Feijóo. Quizá Abascal de vicepresidente. Y con una intensificación de la polarización, en que la moneda de cambio del PP para pactar con Vox será Catalunya, Euskadi y el modelo autonómico. Es evidente que no nos conviene y necesitamos tiempo para intentar preparar un futuro menos lúgubre. Tres ejes son los relevantes.

Votar Vox es votar a Trump; es decir, votar contra la Unión Europea y el europeísmo

En primer lugar, hace falta que un Gobierno Sánchez reconfigurado sepa transmitir, por encima de la cacofonía de las redes, que la buena política no es cosa de gladiadores, sino de estadistas, y que exhiba todo lo que ha hecho y le reconocen en el exterior. También estaría bien que los partidos de la investidura ayudaran. Las artes de gobernar sin presupuestos se han refinado mucho. Para aguantar un año sin autodestruirse sería suficiente la contención verbal y llegar a algunos, pocos, acuerdos legislativos. Por cierto, Rufián acierta cuando nos dice que a la izquierda del PSOE solo cabe una opción electoral.

En segundo lugar hay que contener a Vox. La clave es Europa. Votar Vox es votar a Trump. Es decir, votar contra la UE y el europeísmo. Ser vasallos de EE.UU. En la repartición del mundo que proyecta Trump. Para Vox, como para Orbán, ser nacionalista español excluye ser europeísta. Pero seguro que muchos de sus votantes potenciales no son antieuropeos. Mejor que voten al PP, que en este punto lo tiene más claro. También desde Europa se está actuando para ordenar la inmigración, lo que puede contribuir a desinflar un poco las velas de la extrema derecha. Aquí la gran divisoria radica entre ser pro o antiinmigración. Soy pro, pero creo que, efectivamente, ha de ser ordenada. Me gustaría pensar que lo que acaba de aprobar la UE –con España en desacuerdo– no pretende llenar campos de concentración, sino eliminar el incentivo de jugarse la vida en el Mediterráneo.

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Jordi Pujol (*)

Albert Montagut
El expresidente de la Generalitat de Catalunya, Jordi Pujol, a su llegada a la recogida de la Medalla de Honor otorgada por el Parlament de Catalunya a la Abadía de Montserrat, a 10 de septiembre de 2024, en Barcelona, Catalunya (España). El monasterio de Montserrat recibe hoy la Medalla de Honor en categoría de oro del Parlament de Catalunya, en medio de la polémica ya que las víctimas de la pederastia exigen su retirada. El Parlamento concede la Medalla de Honor desde el año 2000 a personas, colectivos e instituciones que merecen un reconocimiento excepcional para el organismo.

En tercer lugar, hay que empujar hacia una política menos polarizada. La próxima investidura no tendría que ser un choque de bloques. Si, por ejemplo, un gobierno Feijóo es inevitable, es mejor que no deba la investidura directamente a Vox, sino que la oposición la facilite con abstenciones. Una vez investido será como ahora: el Gobierno durará cuatro años y tendrá que negociar las leyes con unos y otros, pero no será prisionero de Vox. No será un gobierno fuerte, pero ¿para qué querríamos un gobierno fuerte con Vox? Es mejor que, como el actual, tenga que ir tirando. Si la oposición practica también el ir tirando, el resultado será una política más centrada. ¿Puede funcionar? Hará falta que los intransigentes no dominen ni el PP ni la oposición. Que los periféricos del PP se impongan a la doble A –Aznar y Ayuso- de Madrid. O que el PSOE se abstenga aunque tenga más escaños que el PP. Difícil, pero a quienes calculan que la mejor forma de desinflar la extrema derecha es dejarla gobernar – como en los Países Bajos– les diría que es una consideración legítima, pero recuerden lo que decían en el bando franquista en tiempo de la revolución de abril en Portugal: cuidado, porque en Portugal no matan el toro.

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