Wag the dog es una película de hace casi treinta años que protagonizan Robert De Niro, Dustin Hoffman y Anne Heche. Aquí se conoce como La cortina de humo. Muestra un spin doctor, un productor de Hollywood y una asesora presidencial inventando una guerra falsa contra Albania para desviar la atención de la opinión pública y de la prensa de un escándalo sexual del presidente de Estados Unidos.
Donald Trump con Melania Knauss, y Jeffrey Epstein con Ghislaine Maxwell, en febrero del 2000 en Florida.
Está previsto que este viernes salga a la luz una buena remesa de los archivos Epstein. No todos, pero previsiblemente supondrán la revelación de un alud de documentos (correos, testigos, grabaciones) sobre su red de tráfico sexual, certificarándose nombres de posibles cómplices, clientes y participantes. Trump fue, como poco, conocido del pedófilo.
Trump es aquel Hoffman, aquel De Niro y aquella Heche, todos a la vez. Trump es, por sí solo, spin doctor, asesor de sí mismo y el más fantasioso de los productores de Hollywood. Intenta hacer como ellos. Solo que aquella ficción era una comedia y la supuesta guerra, un engaño audiovisual. Trump tiene realmente Venezuela en el punto de mira.
El presidente de EE.UU. Quiso hacerte creer que un ataque a Venezuela sería por las drogas. Pero declarar el fentanilo arma de destrucción masiva era demasiado atrevido incluso para él como argumento. Ayer dejó claro que sería por el petróleo. O no. Porque, sí, lo quiere, lo desea, pero la batalla contra el dictador Maduro sigue siendo el meneo (wag) de cola del perro (Trump) que distrae la atención para proteger su imagen ante el verdadero problema: los archivos Epstein.
Hace tiempo que avisan en las redes. ¿Que Trump firma el decreto contra el fentanilo? “Sin duda, utilizará eso como motivo para invadir Venezuela” (@adamscochran). ¿Que se recuerda que este viernes saldrán los archivos Epstein? “Me sabe mal por el país que sea bombardeado por Trump el viernes” (@chiweethedog). El bloqueo total de los petroleros que entren y salgan de Venezuela lo ha dejado todo más claro. Varios congresistas y expertos legales ya señalaban que el orden de bloqueo se puede interpretar como un acto de guerra según el derecho internacional.
En todo caso, da igual, una cosa y la otra, el crudo y la dialéctica de las armas de destrucción masiva tienen aroma de guerra del Golfo 3.0. Hará falta ver hasta qué punto se cumple la amenaza y si reaccionan Putin y Xi Jinping, aliados de Maduro. “Trump acaba de embargar el petróleo de Venezuela que se dirigía a China. Todos los ojos están puestos en China, por si embarga los chips Nvidia [americano y de inteligencia artificial] de Taiwán [donde se producen]” (@FinanceLancelot).
O al contrario. En X, algunos –pocos– también dan margen a que Trump haya pactado con Putin y Xi: yo, el petróleo de Maduro; tú, el Donetsk, y tú, Taiwán.
El premio FIFA de la paz que es Trump (concedido de Infantino a alguien infantil) tiene muchos frentes abiertos. Algunos bélicos. Otros sexuales. Si hay conflicto en Venezuela, será el Epstein War. Lo habrá desencadenado alguien que, quizá, ha meneado la cola en varias mansiones, y tiempo después, para distraer a los medios y la opinión pública. Wag the dog. Trump hace funcionar la política contemporánea como una producción audiovisual.

