En las últimas semanas, los barceloneses hemos sufrido un auténtico caos en el transporte público. Retrasos constantes, averías en el metro y los trenes, autobuses saturados y cancelaciones sin previo aviso han convertido la movilidad en un desafío diario. Miles de usuarios han llegado tarde a sus trabajos y estudios, lo que provoca frustración e impotencia. El colapso de la línea R2 de Rodalies, las incidencias en el metro y la falta de información clara agravan aún más la situación. Las administraciones parecen dar respuestas insuficientes ante un problema que se repite con demasiada frecuencia. ¿Hasta cuándo tendremos que soportar un servicio ineficiente y poco fiable?
Barcelona necesita un transporte público digno de una ciudad moderna y sostenible. Es urgente que se invierta en infraestructuras, se mejore el mantenimiento y se garantice una comunicación eficaz con los usuarios. No podemos seguir dependiendo de un sistema que, lejos de facilitar la movilidad, se ha convertido en un obstáculo para la vida cotidiana.
Joan Medina
Montcada i Reixac