Diversos estudios muestran la inmensa cantidad de dinero que se dedica al gasto militar, sumando más de 2 billones. “Las guerras enriquecen a los productores de armas y por ello les gustan”, se señala en Cartas desde Europa . Está demostrado que un detonante bélico es el beneficio económico que produce el estado de alarma. Aquellos países más desarrollados lo aprovechan para incrementar la venta de armas o establecer una reactivación económica a través de gastos en alimentos, productos indispensables. ¿Acaso importa más la cifra que la vida de los que migran a las fronteras de sus países? Deberíamos cuestionar nuestros principios como ciudadanos de un mismo planeta y observar el rumbo que toma el mundo éticamente. “La guerra es una derrota para la humanidad”, dijo Juan Pablo II. No es un sueño preferir la paz al oro, es un valor.
Carolina Giner Bertomeu
València