En los últimos cuatro años, España solo ha aprovechado entre el 25% y el 45% de los fondos europeos, lo que refleja una evidente falta de eficiencia en la gestión de nuestros gestores públicos y políticos. Tal ineficacia, similar a la corrupción, mina la confianza pública y frena el progreso del país.
El proceso de selección de los encargados de la gestión pública debería ser mucho más riguroso y transparente, y siempre basado en la meritocracia y la experiencia comprobada. Solo si recae en los mejores profesionales podremos asegurar una gestión eficiente y responsable que impulse el desarrollo y el bienestar de la sociedad.
José Manuel Rigueiro
Suscriptor Barcelona
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