Política radical

En la primera democracia de la historia, la de Atenas, un hombre dio su vida por unas ideas, ideas que han cimentado Occidente durante siglos. Ese maestro era Sócrates, quien nos mostró, con su vida y su muerte, cómo su compromiso con la verdad, la ética y la auténtica libertad son fundamentales para la vida en común. El maestro impresionó a un aventajado discípulo, Platón, quien amplió su obra, sentando las bases del buen gobierno. Solo podrían formar parte de él quienes estuvieran educados en la verdad, conocieran el bien y pudieran tomar decisiones justas.

Esto nos lleva a un punto clave: la educación es la base del buen gobierno, pues sin ciudadanos formados no ­pueden elegirse buenos líderes, la democracia se corrompe y los oportunistas campan a sus anchas.

Pedro Murillo Pinilla

Badajoz

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