La Vanguardia ha ofrecido estos días detallados reportajes sobre 330 obras que afectan a la movilidad en Barcelona. Las molestias provocadas se justifican en aras de “una ciudad más amable y mejor comunicada”. Parecería lógico pensar que nuestros gobernantes las planifican pensando en minimizar esas dolosas afectaciones. Pero no es así.
Veamos un ejemplo: un jueves a las nueve de la mañana en la ronda de Dalt, sentido Llobregat, 40 minutos de retención y dos únicos operarios trabajando con una minirretroperforadora en un lateral. El mismo día, a las cinco de la tarde, en sentido Besòs, 25 minutos de retención y la misma situación: dos operarios trabajando en el lateral.
Los 65 minutos dan para mucho pensar. ¿Será negligencia? ¿Será algo intencionado como castigo por necesitar cruzar la ciudad? ¿Será un error presupuestario? ¿Y el coste económico y ambiental de duplicar el tiempo de circulación? ¿A nadie más le indigna este maltrato injustificado y este mal uso de nuestros impuestos?
Ana Moreu Roldós
Suscriptora Vilassar de Mar