Sábado 9 de agosto, manifestación pro Gaza en Barcelona. Cada cual expresa sus sentimientos de rabia, tristeza e impotencia de manera diferente. En algunos casos, estos sentimientos pueden llegar a crear la sensación de ser un representante de las propias víctimas, de ser víctima.
Esta vez la manifestación baja por la Rambla. Espontáneamente, a la altura de un supermercado se oye la consigna “boicot” a esa cadena. Esa llamada implicaba la acusación a esta firma de ser corresponsable de las acciones en Gaza. El sentimiento de víctima de unos pocos manifestantes se convierte instantáneamente en reacción de rabia, en sentimiento de agresión contra un objetivo en concreto. Por unos segundos se olía en el ambiente un sentimiento de justicia popular, con la intención de dañar la propiedad privada.
Rápidamente volvió la serenidad y la manifestación siguió fluyendo, dando ejemplo de ciudadanía. Pero me sorprendió la facilidad que tenemos de cambiar del papel de víctima al de agresor y viceversa. ¿Puede ser que por ello nos gusta quejarnos tanto, hacer de víctima, para poder saltar rápidamente al papel de agresor y vengarnos?
Jorge Elgström Lieneke
Barcelona