Un pensionista que viaja de Barcelona a Manresa en los Ferrocarrils de la Generalitat paga la tarifa general a menos que disponga de tarjeta de descuento solo accesible a las pensiones bajas. Si viaja a la misma localidad en Renfe, tiene derecho al uso de la Tarjeta Dorada, por el simple hecho de ser pensionista, con un estimable descuento. El ejemplo nos lleva a una triste conclusión: en algunas capitales se tiene un detalle con los jubilados por el hecho de serlo, de haber trabajado muchos años, por haber utilizado y pagado el transporte público un día tras otro. Lo que se hace en Barcelona es una limosna.
Juan Carlos Purcalla
Suscriptor Barcelona
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