El sinhogarismo, está claro, es un problema en Barcelona cuya solución no pasa solo por desalojar, sino por ofrecer alternativas reales y efectivas. Es urgente que el Ayuntamiento priorice la habilitación de espacios dignos y seguros para poder pernoctar con acceso a servicios básicos. Y, en paralelo, es necesario aplicar una política clara que obligue a utilizarlos, recuperando así el uso cívico de nuestras plazas y parques para el conjunto de la ciudadanía.
Este es el tipo de gestión que realmente precisa Barcelona: pragmática y centrada en las necesidades urgentes. En lugar de invertir en megaproyectos faraónicos y de dudosa utilidad, como tranvías de coste desorbitado que podrían ser sustituidos por flotas de autobuses eléctricos, más baratos y flexibles.
Deberíamos primar lo esencial: solucionar la crisis de vivienda, garantizar la seguridad en las calles y mantener una limpieza impecable. Dejarse de grandilocuencias y estar más atentos al día a día de los barceloneses.
Víctor Sagué
Barcelona