* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
En el corazón de la Serranía Baja, cada tarde se despliega un espectáculo de luz que transforma el horizonte. A través de una serie de fotografías capturadas en el municipio de Arguisuelas, Cuenca, somos testigos de un fenómeno natural que va más allá de un simple ocaso. Es una crónica visual que narra el viaje del sol, desde su apogeo hasta su descanso.
La jornada fotográfica arranca con una imagen de una fuerza arrolladora. El sol, aún potente, tiñe el cielo de un rojo intenso, casi marciano. Es la hora en que el paisaje se sumerge en una silueta oscura, permitiendo que el firmamento reclame todo el protagonismo.

Un atardecer de fuego que pinta el horizonte de Arguisuelas.
A medida que los minutos avanzan, la paleta de colores se suaviza y diversifica. Las nubes, densas y dramáticas, se convierten en pinceladas sobre un lienzo de tonos anaranjados, malvas y azules, creando una atmósfera de quietud y majestuosidad. Cada formación nubosa parece diseñada para complementar la luz, ofreciendo un contraste que hipnotiza.

Un atardecer de cuento sobre los campos de Arguisuelas, Cuenca, donde el sol se esconde entre nubes teñidas de naranja y malva.
Pero la belleza de este paisaje no se limita a su naturaleza. En un momento de pura contemplación, la lente capturó la figura de un observador, sentado en un banco, disfrutando en silencio de este regalo visual. Es un recordatorio de que, en medio de la inmensa vastedad del paisaje, el ser humano encuentra un lugar para la reflexión y la conexión con el entorno.

Un mar de nubes anuncia el final del día en Arguisuelas (Cuenca), donde el sol se esconde para teñir el cielo de colores suaves y anaranjados.
Finalmente, la serie que vemos en este FotoFlash de Las Fotos de los Lectores de La Vanguardia culmina con una imagen que une el cielo y la tierra de una manera íntima. El ocaso da paso a la noche, y las primeras luces del pueblo de Arguisuelas se encienden, salpicando el paisaje de pequeños puntos de vida y calor.

Un momento de paz al atardecer, contemplando el espectáculo de la naturaleza desde Arguisuelas, un lugar perfecto para desconectar.
Es el epílogo perfecto de una jornada de luz, demostrando que la belleza del atardecer no solo está en el sol, sino también en cómo ilumina y marca el ritmo de nuestras vidas

Atardecer en Arguisuelas.
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