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El Discóbolo de Mirón representa un hito en la historia del arte occidental: por primera vez, se logra capturar con realismo y armonía un instante de acción humana sin perder la serenidad formal que caracterizará al clasicismo.
Pausanias descubrió esculturas de Mirón que permanecían in situ en el siglo II. Quionis, un vencedor olímpico del siglo VII, de Esparta era conmemorado a través de un bronce idealizado obra de Mirón.
Mirón (480-440 a. C.) fue un escultor y broncista de mediados del siglo V a. C. Nacido en Eléuteras. Agéladas de Argos fue su maestro como de Fidias y Policleto. Se le considera máximo representante del periodo de transición habido entre el denominado “estilo severo” o arcaico y el clasicismo del siglo V a. C. dominado por Fidias.
Como confirman las fuentes, desde Pausanias hasta Plinio-, llegó a ser considerado durante el Imperio Romano uno de los más grandes escultores griegos.
Estilísticamente, su gran aportación fue la de haber sido capaz de trasladar la sensación de movimiento a la escultura, comulgando así con las reflexiones de la Escuela de Elea en torno al problema del movimiento, tal y como por entonces planteaban Heráclito y Parménides.
Estilísticamente, su gran aportación fue la de haber sido capaz de trasladar la sensación de movimiento a la escultura
A diferencia de otros artistas de la época, Mirón no parece haber fundado una escuela de arte, siendo su único alumno conocido su hijo Lykios.
La observación de Plinio ( 23-79 d.C.) en su Historia Natural de que las obras de Mirón eran “numerosior” que las de Policleto y «más diligentes» parece sugerir que eran consideradas de proporciones “numeri” más armoniosas y al mismo tiempo más convincentes en su realismo: diligentia denotaba «gran atención a los puntos delicados», una cualidad que, con moderación, era característica de las mejores obras de arte, según los críticos de la Antigüedad.
Su gran mérito consistió en saber captar como nadie el movimiento. Sus obras más famosas se caracterizan por la representación fidedigna de las tensiones del cuerpo humano en movimiento, como se aprecia en su conocido Discóbolo, y el realismo en sus esculturas de modelos humanos y animales.
Apolo Omphalos, copia romana de la obra atribuida a Cálamis (Museos Capitolinos).
Cálamis, escultor del siglo V, autor de la Afrodita Sosandra y el Apolo Omphalos, Algunos autores le atribuyen también el Zeus de Artemision, el Ebebo de Kritios y El Auriga de Delfos.
2Pitágoras de Regio, escultor del siglo V discípulo de Clearco de Regio. Algunos le consideran entre los cinco grandes escultores griegos. Posiblemente fue el autor de los bronces de Riace un gran exponente de la escultura griega. También esculpió deportistas como Astilo, el púgil Eutimo y una cabeza de Perseo. Fue el primero en reproducir tendones, venas y arterias y tratar el cabello con mayor delicadeza.
Estatua de un Músico con lira en el Museo del Louvre, París.
Obras de Mirón
1. El Discóbolo
Su gran mérito consistió fue saber captar como nadie el movimiento. Una descripción de Luciano de Samósata ( 125 – 181 d.C.) escritor sirio autor de la Segunda Sofística y reconocido por obras como Historias verdaderas, identifica como obra de Mirón el Discóbolo o Lanzador de disco, de la que existen varias copias, de las cuales la mejor es la del Palazzo Massimi alle Terme en Roma.
La obra maestra de Mirón y, fuera de toda duda, una de las más revolucionarias de la Historia del Arte, es su Discóbolo, conocida a través de varias copias romanas. En ella se representa a un joven atleta captado en el instante de lanzar el disco; para ello, y con inusitada precisión, Mirón recurre a una composición sigmoidal, ofreciendo dos planos de representación, uno frontal (torso y rostro) y otro lateral (piernas y caderas), lo que refuerza la sensación de movimiento como nunca antes se había visto.
Así, el Discóbolo no solo es testimonio del genio de su autor, sino modelo eterno de la síntesis entre cuerpo, mente y forma artística. Los críticos antiguos dicen de Mirón que, aunque tuvo un éxito admirable al dar vida y movimiento a sus figuras, no logró presentar las emociones de la mente.
La obra maestra de Mirón y, fuera de toda duda, una de las más revolucionarias de la Historia del Arte
La cara del Discóbolo está calmada y tranquila; pero todos los músculos de su cuerpo se concentran en el esfuerzo. Y aunque supuso un avance decisivo en el estudio del movimiento, de la tensión muscular y de la integración de la figura en el espacio no captó el aspecto emocional y los detalles de un rostro expresivo. Por ello la cabeza conserva reminiscencias de la movilidad del estilo anterior, la sonrisa se parece todavía a la expresión arcaica.
Reproducción romana en bronce del Discóbolo de Mirón (siglo II), Gliptoteca de Múnich.
Los cuerpos de sus modelos masculinos son de mucha mayor excelencia que sus cabezas. La cara de Marsias es casi una máscara; pero de la actitud conseguimos una impresión vívida de las pasiones que le dominan. Sin renunciar a algunas de las características esenciales de la escultura del periodo arcaico, su Discóbolo es una obra plenamente clásica.
Los cuerpos de sus modelos masculinos son de mucha mayor excelencia que sus cabezas
El atleta sostiene el disco con el brazo derecho extendido hacia atrás, mientras que el brazo izquierdo se pliega hacia adelante. La pierna derecha carga el peso del cuerpo y la izquierda, flexionada, refuerza el dinamismo de la pose. A pesar del esfuerzo físico implícito, el rostro permanece sereno, fiel al ideal griego del autocontrol (sophrosyne). La desnudez heroica resalta la anatomía idealizada, sin adornos ni atributos individuales.
En términos de proporcionalidad, el cuerpo responde al canon clásico: esbelto, equilibrado, con proporciones armoniosas que exaltan la belleza ideal del atleta.
Copia romana del Discóbolo expuesta en el British Museum, con la cabeza orientada de modo incorrecto.
El Discóbolo de Mirón es una obra clave del Estilo Severo, periodo de transición entre el arte arcaico y el clasicismo pleno, que se desarrolla entre aproximadamente el 490 y el 450 a.C.. Este estilo responde a un contexto histórico marcado por las Guerras Médicas ( ciudades-estado griegas contra los persas 492-449 a.C.) con la consolidación de la democracia ateniense y una nueva concepción del ser humano como medida de todas las cosas: fuerte, racional, bello y dueño de sí.
En este marco, la escultura adopta un nuevo lenguaje: frente a la rigidez arcaica, se busca ahora el naturalismo y la verosimilitud anatómica. La figura humana ya no es una forma simbólica o repetitiva, sino un vehículo de expresión estética y filosófica. La representación del atleta en acción responde no solo a un interés artísticosino transmitir el ideal del ciudadano virtuoso, fuerte, equilibrado y disciplinado.
Su enfoque en el estudio del movimiento influyó profundamente en escultores posteriores como Policleto, que sistematizaría las proporciones del cuerpo en su famoso canon, y Fidias, que llevaría estos ideales a su máxima expresión en las esculturas del Partenón
Su enfoque en el estudio del movimiento influyó profundamente en escultores posteriores como Policleto
La influencia del Discóbolo se extiende más allá de su tiempo. Durante el Renacimiento, escultores como Miguel Ángel estudiaron sus formas y estructura; en el Neoclasicismo, autores como Canova retomaron su ideal estético; incluso en el siglo XX, escultores como Maillol o Brancusi reivindicaron la simplificación formal y el equilibrio corporal que Mirón
Así, el Discóbolo no solo es testimonio del genio de su autor, sino modelo eterno de la síntesis entre cuerpo, mente y forma artística.
2. La vaca de bronce
Según Plinio, otra obra famosa de Mirón fue La vaca, que era tan parecida a la real que se confundió con una viva. Sin embargo, la vaca parece haber ganado su fama por servir de base sobre la que se escribían epigramas. No se conservan datos ni copias, por lo que no tenemos idea de la pose del animal, pero sí sabemos que estaba en un mercado de Atenas.
Copia romana en mármol de la vaquilla de Mirón. Museos Capitolinos.
Se dice que esta ternera parecía tan real que incluso los toros cuando la veían mugían y los becerritos corrían hacia ella, los pastores decían que si en esa roca donde se encontraba esculpida, la hubieran puesto piernas, la misma vaca andaría por sí sola
3 y 4. Atenea y Marsias
Grupo de Atenea y Marsias, copia romana en los Museos Vaticanos.
Una idea semejante se encuentra en el grupo de Atenea y Marsias, plasmado en el momento en que el sátiro se detiene ante la diosa antes de retroceder.
En estas dos obras, de figuras estáticas pero llenas de vitalidad y en las que se adivina el movimiento, se percibe su propósito de superar por todos los medios la inmovilidad característica del estilo arcaico.
Por esta razón, Mirón ha sido considerado un artista adelantado a su tiempo; y ciertamente su obra anticipó algunos rasgos de la escultura posclásica (Praxíteles, Lisipo, Escopas) y helenística.
5. Heracles (Hércules)
No se está muy seguro de si esta obra verdaderamente pertenecía a Mirón, sólo se sabe que posiblemente Mirón, se ocupó de realizar una escultura colosal, de bronce, para el santuario de Hera en Samos cerca del 439 a. C en el que se representaba la apoteosis de Heracles y su ingreso, acompañado por la diosa Atenea, en el Olimpo, donde lo acogía Zeus.
Escultura de Heracles.
De esta escultura han llegado varias copias pequeñas romanas en bronce, quizás una de las más fieles sea un pequeño bronce romano de Júpiter conservado en el Museo de Boston entre las posibles réplicas de la figura de Zeus del grupo de Samos.
6. Cabeza de Perseo
De ella se dice que pertenece al periodo más tardío y por tanto de las últimas obras de Mirón, esto se aprecia en la mejora en el tratamiento de los cabellos. La copia romana más fiel es la perteneciente al Museo Capitolino.
Cabeza de Perseo.
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