“Creí que estaba creando una gran obra para el mundo, ¿y qué he hecho en realidad? Destruir todo cuanto he tocado. El viejo virrey tenía razón, si Dios hubiese querido un paso en el istmo, ya lo habría puesto”. Palabras de Ferdinand de Lesseps, interpretado por Tyrone Powell en la película Suez, estrenada en 1938. El visionario ingeniero francés está desesperado. El virrey de Egipto, cargado de deudas, abandona la concesión del canal de Suez. La empresa puede venirse abajo. Intentan que Ismail Pachá venda sus acciones al Estado francés. El primer ministro británico Disraeli ve la oportunidad y se mueve con la rapidez de Elon Musk. Negocia en cuestión de horas un cuantioso crédito con la Banca Rothschild, convence a Pachá, compra y asegura para Inglaterra una importante cuota de control, que será de gran utilidad para sus rutas comerciales y para el transporte de tropas a Oriente en caso de revuelta en India o en otros dominios coloniales. Francia no pudo conseguir el monopolio de Suez. Disraeli supo leer los mapas y los ritmos.
Suez es un film romántico y fantasioso. Al final, Lesseps es condecorado por la fascinante emperatriz Eugenia, esposa de Napoleón III, de la que el diplomático-ingeniero estaba muy enamorado, según los guionistas de la película. En la vida real ambos eran primos lejanos y su relación parece que no fue muy cálida, aunque la emperatriz de Francia, Eugenia de Montijo, legendaria aristócrata española nacida en Granada, apoyó la construcción del canal y asistió a su inauguración en noviembre de 1869, acto que concluyó en El Cairo con el magno estreno de la ópera de Giuseppe Verdi, Aida. Si Groenlandia tiene a Sigrid, añorada princesa de Thule, el canal de Suez tiene a Eugenia de Montijo intepretada por Loretta Young. No hay lugar tenso de la tierra sin una novela de aventuras, sin una película de acción, sin un amor romántico, sin una canción.
Vienen días quizás favorables para el canal de Suez. El alto el fuego en Gaza abre la puerta a la normalización del tráfico comercial por el Mar Rojo después de más de un año de estrangulamiento. Hace poco más de un semana, el pasado 19 enero, la guerrilla hutí de Yemen dejó en suspenso la amenaza de atacar a los buques mercantes de propiedad, gestión y bandera de Estados Unidos y el Reino Unido en el estrecho de Bab el Mandeb y aguas adyacentes. La milicia chiíta de Yemen, apoyada directamente por Irán, se reserva la posibilidad de seguir atacando barcos de propiedad israelí. Algunas compañías navieras están recuperando la ruta de Suez. Otras se lo están pensando mientras mantienen la circunnavegación de África por el cabo de Buena Esperanza. Hay cautela.
El cese de hostilidades es parcial. Todo puede volver a estallar. Después de beneficiarse del impacto positivo del alto el fuego el día de su juramento como nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump ha vuelto a encender la mecha proponiendo la ‘limpieza’ de lo que queda de Gaza. Plantea transferir un millón y medio de palestinos gazatíes a Egipto y Jordania, para repoblar el territorio bombardeado. El sueño de los sionistas más radicales. Egipto y Jordania se han pronunciado inmediatamente en contra: no quieren avalanchas humanas que puedan desestabilizarles. Un promotor inmobiliario vuelve a ocupar el sillón principal de la Casa Blanca y se nota. “Gaza tiene que ser reconstruida de una manera diferente. Gaza es interesante, es un lugar fenomenal. En el mar, el mejor clima. Todo está bien. Se pueden hacer cosas hermosas allí. Es muy interesante. Se pueden hacer cosas fantásticas”, dijo Trump el pasado sábado. Su representante especial para Oriente Medio es Steve Witkoff, promotor inmobiliario con sede en Nueva York. Bajo estas premisas no es seguro que la tregua de los hutíes dure mucho. Los yemeníes también tienen vistas al mar.
Podríamos decir que todo empezó el 19 de noviembre del 2023, cuando los milicianos chiítas secuestraron en el Mar Rojo el barco Galaxy Leader, que transportaba automóviles a India después de una escala en Turquía. El secuestro se ejecutó con el apoyo de un helicóptero y fue grabado por los atacantes para dar mayor publicidad a su acción. La tripulación ha permanecido catorce meses secuestrada en Yemen. Hace unos días, después del alto el fuego en Gaza, los hutíes han liberado a los marineros retenidos, de nacionalidad búlgara, ucraniana, filipina, mexicana y rumana. El Galaxy Leader tenía vinculación con Israel a través de su compañía armadora, operaba para la compañía japonesa NYK Line, y navegaba bajo pabellón de Bahamas. El mar es un lugar grandioso en el que se entrecruzan las banderas y los pasaportes. Hay banderas de conveniencia y los marineros son proletarios de países que poco tienen que ver con los armadores.
El bloqueo parcial de Suez ha beneficiado indirectamente a España
Después de aquella acción vinieron otras. Los hutíes atacaron más de 134 barcos durante doce meses utilizando lanchas rápidas, buques de superficie sin tripulación, drones y misiles balísticos, de crucero y antibuque, suministrados por Irán y China. Jordi Torrent, jefe de Estrategia del Port de Barcelona y colaborador de La Vanguardia, ha ido explicando el alcance de la crisis. El comercio global a través del corredor comercial del Mar Rojo se ha desplomado un 60% en los últimos catorce meses, con la consiguiente merma de ingresos para Egipto, país titular del canal de Suez desde 1956. No lo recuperó Ismail Pachá. La concesión anglo-francesa la nacionalizó Gamal Abdel Nasser, legendario líder del nacionalismo árabe de los años cincuenta, con una decisión fulminante que acabó en guerra. Ingleses, franceses e israelíes ganaron en el campo de batalla, pero Estados Unidos presionó a favor de que la concesión del canal quedase en manos de Egipto. La crisis de Suez, que coincidió con la invasión soviética de Hungría, dibujó el ocaso del Imperio Británico y el principio del fin de la Francia colonial. En los últimos tiempos, después de la última ampliación del canal, Egipto ingresaba del orden de más de 9.000 millones de dólares anuales en concepto de peajes, cifra equivalente al 2% de su PIB. Durante el último año, Egipto ha perdido más de la mitad de esos ingresos. ¿Los recuperará?
Las grandes navieras se lo están pensando. La ruta de Suez es mucho más corta que la circunnavegación de África –ese fue el gran triunfo de Lesseps–, pero la inseguridad en el Mar Rojo ha encarecido los seguros. Casi todos los grandes transportistas de contenedores han preferido no arriesgar e ir en busca del cabo de Buena Esperanza para llegar a Europa desde las costas del África occidental. COSCO, la mayor naviera china, ha mantenido la ruta de Suez. Fuentes del sector apuntan que contaba con la garantía de que sus barcos no serían atacados. Otras dos grandes compañías del sector, Maersk (Dinamarca) y MSC (Italia-Suiza) mantendrán de momento la ruta de Buena Esperanza. La CMA, cuya propiedad tiene vínculos con Líbano, ha iniciado un regreso gradual a Suez.
El balance es aún provisional y hay un dato que debemos retener. El bloqueo parcial de Suez ha beneficiado indirectamente a España. La mayoría de los grandes barcos portacontenedores prevenientes de Extremo Oriente depositan su carga en puertos del Mediterráneo o del estrecho de Gibraltar, para su posterior distribución, por carretera o tren, o para proseguir a bordo de otros barcos rumbo a los puertos del mar del Norte y Estados Unidos. La ruta alternativa por el cabo de Buena Esperanza ha perjudicado claramente a los puertos del Mediterráneo oriental y central, en beneficio de los puertos del Mediterráneo occidental más cercanos al estrecho de Gibraltar. Barcelona y Valencia ganaron tráfico el año pasado. También Algeciras. El más beneficiado ha sido el puerto marroquí de Tánger Med, que cuenta con una ventaja adicional a su ubicación geográfica: sus tarifas son más baratas porque Marruecos no pertenece a la Unión Europea y no cobra tasas ambientales. Hace dos semanas, leíamos en La Vanguardia que Maersk ha cambiado Algeciras por Tánger Med en su ruta entre India y Estados Unidos.
Más consecuencias del estrangulamento de Bab el Mandeb. Después de los primeros ataques de las milicias hutíes, Estados Unidos puso en marcha una operación militar para patrullar el Mar Rojo y España estuvo a punto de formar parte de ella. Hablamos de ello en Penínsulas. Un comunicado de la Secretaría de Defensa del Gobierno de los Estados Unidos llegó a dar por hecho que España estaría presente en la operación “Guardián de la Prosperidad”. Recuerdo la copa de Navidad en Moncloa en diciembre del 2023. Algunos ministros admitían que esa participación era probable. Pedro Sánchez ordenó frenar en seco. También se negó a participar en un posterior despliegue naval de algunos países de la Unión Europea (Operación Aspides), liderada por Italia. Sánchez no quería barcos de la Armada española en el Mar Rojo. Temía por la estabilidad de la coalición de Gobierno y no quería que su discurso de condena a la acción militar israelí en Gaza tuviera ese contrapunto. Estados Unidos no reaccionó negativamente. Al cabo de unas semanas, fuentes de la embajada norteamericana en Madrid enfatizaron que no había enfado de Washington. Algo difícil de imaginar en las actuales circunstancias.
En el piano de la cooperación militar hay muchas teclas. El pasado mes de octubre España dirigió por primera vez unas maniobras multinacionales de la OTAN. Escenario: Eslovaquia. Despliegue de más de un millar de soldados, con ochocientos militares españoles sobre el terreno. Las maniobras formaban parte del entrenamiento de la OTAN para poder desplegar en cuestión de días una fuerza de 100.000 soldados en el Este de Europa. En 2025 España también participará por primera vez en unas maniobras navales europeas en el Indo-Pacífico. La fragata Méndez Núñez, equipada con el sistema de combate Aegis, formará parte de un grupo de combate encabezado por el portaaviones británico Prince of Wales, en el que intervendrán unidades de hasta doce países.
Más consecuencias. La crisis de Bab el Mandeb ha estimulado los planes de navegación en el Ártico aprovechando el deshielo, planes en estos momentos pilotados por Rusia y China, lo cual a su vez ha excitado el deseo de Estados Unidos de controlar el Ártico con la adquisición de la isla de Groenlandia y obtener una mayor influencia en el Canadá.
Suez, Panamá, Malaca, Bering, Groenlandia… y el ‘momento Sputnik’ que ayer sorprendió a todos. El mundo físico y el electrónico. La venganza de la Geografía y el gesto de China que emula aquel momento en que la Unión Soviética se puso en cabeza de la carrera por el espacio con el lanzamiento del primer satélite artificial en 1957, un año después de la crisis de Suez. La empresa china de inteligencia artificial DeepSeek acaba de descolocar a las grandes tecnológicas de Estados Unidos mientras estas saboreaban su gran alianza política con la presidencia Trump. Un mundo extraño. Un mundo abierto en canal.