Loading...

¡Que vuelva Fraga!

Opinión

No es una fotografía. Aunque hoy en las televisiones y webs vean las imágenes de la conferencia de presidentes ante las banderas respectivas. El Estado autonómico nació a la contra, impulsado por un elemento que ha lastrado su afianzamiento en su estructura estatal y entre la ciudadanía. La voluntad de impedir la existencia de un único territorio autónomo, Catalunya, (o dos, con el País Vasco) con capacidad política como en la Segunda República, llevó a construir un Estado que primero tuvo forma y después tuvo que tomar conciencia de ella. La creación de muchas autonomías, en lugar de dos y una descentralización administrativa para el resto, abrió posibilidades, pero también engendró contrapoderes.

Las cámaras legislativas autonómicas, por su propia condición, lograron sobreponerse con más éxito a esa tentación. En 1984 comenzaron a debatir esfuerzos y desacuerdos. En 1991 habían celebrado seis conferencias de presidentes de parlamentos. No fue el caso de los órganos ejecutivos. En setiembre de 1994, en el primer debate en el Senado sobre la situación del Estado autonómico, el presidente Felipe González aceptó la propuesta del PP de institucionalizar una conferencia de presidentes autonómicos como foro permanente de encuentro entre ejecutivos. El afán de las autonomías por ser Estado había calado de forma transversal. Lo pedían desde Manuel Chaves en la Junta hasta Manuel Fraga en la Xunta.

Manuel Fraga, Ministro de Información y Turismo, se baña en Palomares para demostrar que no existe radioacitvidad (08/03/1966)

Luis Alonso / EFE

El expresidente de la Xunta abortó el desplante del PP al gobierno en el 2004

Sin embargo, hubo que esperar a que, en el 2000, seis comunidades gobernadas por los socialistas y José Luis Rodríguez Zapatero al frente del PSOE planteasen de nuevo la necesidad de impulsar la conferencia. Y que este, ya como presidente del gobierno, la constituyese en el 2004. En su primera cumbre, en octubre de ese año, los nueve presidentes del PP y la dirección nacional popular ya quisieron aguarle la fiesta. Eran mayoría y pidieron incluir un punto sobre las reformas del modelo territorial —Constitución y estatutos— que el gobierno no aceptó. (El reglamento actual que permite a la mayoría hacerse valer y que ahora, legítimamente, han usado los populares se aprobó en el 2022).

Pero fue Fraga quien, como factótum del PP, abortó el desplante al gobierno. Sabía de la importancia de la conferencia y prefirió entregar un texto sobre el modelo de Estado fuera de la documentación del orden del día a promover la bronca. Su actitud no sorprende. En 1990 declaró a este diario que “las constituciones que no se reforman se rompen y las que no se adaptan se incumplen”. Palabras de un exministro franquista que suenan progresistas al lado de las de algunos de sus discípulos.

Tampoco es extraño. En los procesos históricos, a menudo en la vejez, los líderes políticos toman posiciones más conciliadoras con sus adversarios. No porque les debilite el peso de la edad, sino por la perspectiva. Los jóvenes, en cambio, sin noción­ de los costes de la lucha de sus mayores, jalean simplemente la propa­ganda. La de hoy no es una foto en la que se pueda elegir estar o no estar, es un ca­mino.