Miguel Tellado, el portavoz del PP en el Congreso, sondeó ayer a casi todos los aliados de la investidura de Pedro Sánchez para averiguar si siguen en el mismo bando. Y la respuesta es, por el momento, sí.
Nadie, por diversas razones, está hoy dispuesto a sumarse a una nueva mayoría liderada por el Partido Popular, al que le faltan cuatro votos para impulsar una moción de censura.
Tellado sondeó –a algunos con una llamada, a otros con un mensaje– a todos los partidos con la salvedad de Bildu. La respuesta más significativa la obtuvo de los dos partidos conservadores alineados por el momento con Pedro Sánchez, Junts y el Partido Nacionalista Vasco.

Feijóo siguiendo a Tellado en uno de los plenos celebrados este año en el Congreso
Vox es el único partido que apoyaría a Feijóo, a quien Ayuso recomienda no dar “pasos en falso”
Junts respondió al PP que si querían abordar la cuestión deberían viajar a Waterloo y visitar al presidente del partido, Carles Puigdemont. El PP descartó esa reunión. “No vamos a hacer lo que a otros hemos criticado, no somos como el PSOE”, zanjó el dirigente popular. De ese modo quedó olvidado cualquier acercamiento. Por ahora.
También el PNV estuvo dispuesto a escuchar por, explicaron, mera cortesía institucional al portavoz del PP, hasta que Tellado habló antes con los medios en una rueda de prensa en el Congreso que con ellos.
Fue un error. “El PP, que se dice líder de la oposición y quiere encabezar un gobierno alternativo, se sacude la responsabilidad de conseguir una hipotética mayoría. No explica cómo quiere serlo ni cómo quiere ganarse el apoyo de otros grupos”. Para el PNV , el PP “no está buscando lo que dicen estar buscando. Es pura fachada”. La cosa acabó tan mal que por la tarde Tellado volvió a llamar a la portavoz nacionalista para rebajar la tensión.
Todo había empezado a primera hora de la mañana, cuando Alberto Núñez Feijóo anunció que había pedido a Miguel Tellado que hablara con los socios del Gobierno para saber si su apoyo al PSOE seguía intacto tras la primera noche en prisión de Santos Cerdán, puesto que, según tuiteó, “son el único obstáculo para que los españoles hablen”.
Sin embargo, al mediodía el portavoz popular tuvo que matizar que eso solo significaba que iban a escuchar opiniones y que en absoluto era el inicio de unas negociaciones para la presentación de una moción de censura. A media mañana Isabel Díaz Ayuso ya había advertido a Feijóo que no diera pasos en falso.
En cualquier caso, tampoco los otros aliados de la investidura se brindaron a cambiar el paso. Esquerra Republicana, a la espera de conocer si las múltiples derivadas del caso Koldo terminarán “escalando” dentro del organigrama del PSOE o del Gobierno, Gabriel Rufián declaró que “deberá ser la gente quien decida el futuro del país, y no un partido –el PP– que ha tenido, tiene y tendrá casos de corrupción”. El portazo de Podemos, no por evidente, dejó de ser elocuente. A pesar de que lleva semanas cargando duramente contra Pedro Sánchez asegurando que el PSOE actual es “el mismo” de los GAL, del caso Filesa y los ERE de Andalucía, su portavoz Ione Belarra dinamitó cualquier vía de entendimiento con el PP al “no tener nada que hablar con el partido más corrupto de Europa”. El BNG fue incluso más sintético. Rechazó toda iniciativa “promovida por la ultraderecha y la derecha ultra”, en clara alusión al inevitable acompañamiento de Vox a una moción de censura del PP. Y Coalición Canaria pidió esperar a la comparecencia de Sánchez del próximo 9 de julio.
En este contexto, por más que el portavoz popular aludiera al “silencio de los corderos” ante las “tropelías” de Sánchez y lo contrastara con la “dignidad” de “socialistas históricos” como Felipe González, Alfonso Guerra o Javier Lambán, que sí se han desmarcado del presidente, el PP no consiguió atraerse más que a Vox, que reiteró que secundaría la moción que viene exigiendo siempre que no incluya “cesiones al separatismo”.