Cuestión de confianza encubierta

Análisis

Cuestión de confianza encubierta
Adjunto al director

Pedro Sánchez ha planteado esta mañana una cuestión de confianza encubierta y la ha superado con el firme apoyo de Sumar y Esquerra Republicana, con la conformidad más cauta de Bildu y BNG, con la distancia manifiesta del Partido Nacionalista Vasco y con un discurso algo evasivo de Junts per Catalunya, que ha concluido concediendo tiempo al PSOE.

En el prólogo de esa moción encubierta, Sánchez ha puesto el cuello en el cepo de la guillotina: “Soy un político limpio. Para mí lo más fácil sería dar un paso al lado, presentar la dimision, pero no pienso arrojar la toalla”, ha dicho el presidente. “Soy un político limpio”. Cualquier dato que en los próximos meses pusiese en duda ese aserto, cualquier indicio de financiación ilícita del PSOE en las investigaciones judiciales en curso, significaría la inmediata muerte política del actual presidente del Gobierno.

Yolanda Díaz y Gabriel Rufián ‘salvan’ a Pedro Sánchez

La apuesta está hecha. Sánchez ha tomado la decisión de continuar desde el convencimiento de que el perímetro del escándalo no va más allá de Santos Cerdán, José Luis Ábalos y Koldo García y de los altos cargos del Ministerio de Transportes que pudieran ser sus cómplices. Una trama de lucro particular, supuestamente pilotada por dos personas que ejercieron la secretaría de Organización del PSOE. Poca broma. Un grave escándalo que no estaría conectado con la financiación del partido. Cualquier información o instrucción judicial que desmienta esa apreciación de lo ocurrido provocará una inmediata crisis de Gobierno. 

La portavoz del Partido Nacionalista Vasco, Maribel Vaquero, le ha señalado a Sánchez tres caminos si en los próximos meses no consigue levantar el vuelo: “cuestión de confianza, dimitir sin disolver la Cámara, o convocar elecciones”. Coalición Canaria, como adelantó hace unos días el presidente del Gobierno de Canarias, Fernando Clavijo, en una entrevista con La Vanguardia, ha pedido la presentación de una cuestión de confianza. Podemos, reducido a cuatro diputados, ya se sitúa tácticamente en un escenario de derecha ganadora, en el que ellos imaginan renacer, aspirando a ser la voz más contundente de la izquierda, una izquierda posiblemente condenada a un largo periodo de oposición. En la óptica de Podemos, Sánchez es ahora el “PSOE caoba”, el PSOE que siempre recae en la corrupción. Ya no reconocen al PSOE con el que ellos pactaron a finales del 2019 haciendo todo lo posible para crear el primer gobierno de coalición en España desde 1939.

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Cuestión de confianza encubierta. La palanca de esa cuestión de confianza informal es la presentación de un Plan Estatal de Lucha contra la Corrupción, basado en quince ámbitos de actuación, el más destacado de los cuales sería una mayor dureza con las empresas que pagan sobornos. La aplicación de ese plan prevé, entre otras medidas, controles aleatorios de la evolución del patrimonio personal de los responsables públicos. Creación de una agencia pública independiente para el seguimiento de todas las medidas anticorrupción. Colaboración con la OCDE para llevar a cabo ese programa.

Yolanda Díaz, justo antes de su intervención en el Congreso

Yolanda Díaz, justo antes de su intervención en el Congreso

Dani Duch

“Soy un político limpio”, ha dicho Sánchez. “Sé que usted es honrado”, le ha dicho Yolanda Díaz en una intervención muy emocional, apenas unas horas después del fallecimiento de su padre, el histórico dirigente sindical gallego de Comisiones Obreras, Suso Díaz. Su hija ha querido estar esta mañana en el Congreso, vestida de blanco. Con nervio. Con mucha vehemencia. La vicepresidenta segunda ha hecho hoy una apuesta de fondo. Ha apostado por la continuidad del Gobierno. Si esta apuesta sale bien, ella se postulará para volver a encabezar la candidatura de Sumar en unas próximas elecciones generales.

Cuestión de confianza encubierta. Sí Sánchez la ha superado esta mañana gracias, en muy buena medida, a las intervenciones de Yolanda Díaz y Gabriel Rufián, una pregunta es obligada: ¿Por qué no ha presentado una cuestión de confianza en toda regla? El presidente del Gobierno no ha querido quemar ese cartucho. Quizá cree que lo puede necesitar a la vuelta del verano. La votación de una cuestión de confianza conforme al artículo 112 de la Constitución le obligaría a negociar a fondo con todos los grupos que apoyaron su investidura en noviembre del 2023. Sería una ronda negociadora muy ardua. No ha querido gastar esa bala. Quizás tenga que utilizarla durante el próximo otoño si pretende aprobar los presupuestos generales del Estado del 2026, que podrían ser la garantía de una legislatura de cuatro años. En el turno de réplicas, Sánchez se ha mostrado especialmente cuidadoso con Junts, a quienes ha garantizado una interlocución continua, tarea de la que se encargaba hasta hace unas semanas Santos Cerdán, hoy preso en la cárcel de Soto del Real.

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Alberto Núñez Feijóo aún no ha salido del pabellón de Ifema (Feria de Madrid) donde el pasado fin de semana se celebró el 21º congreso nacional del Partido Popular. El líder de la oposición ha entrado en tromba contra Sánchez sin entretenerse a comentar su plan de medidas contra la corrupción. Ataque al hombre, con menciones directas a su familia, para desfigurarlo, para convertirle en un pelele inservible. Pocas veces se había visto un grado de enfrentamiento personal tan fuerte en el Congreso. Feijóo tampoco quiere quemar el cartucho de la moción de censura y ello le conduce a una agresividad verbal extrema, para que nadie en la derecha le acuse de ‘maricomplejines’, como le ocurrió a Mariano Rajoy. El único límite que parece haberse impuesto Feijóo es, de momento, no pedir prisión para Sánchez, conforme a la consigna lanzada por José María Aznar en el reciente congreso del PP.

Intervención relevante de Vox, equiparando a PSOE y PP, igualando el caso Cerdán con el caso Kitchen (presunta utilización de la Policía por parte del antiguo Ministerio del Interior para neutralizar el caso Gürtel). Santiago Abascal ha dicho que el verdadero proyecto del PP es llegar a acuerdos con un PSOE recauchutado. Un PSOE felipista. El PSOE caoba. Vox está a un minuto de hablar del ‘régimen del 78’, como hacia el primer Podemos en el 2014.

Vox se sitúa ‘enfrente’ de los dos partidos principales. Vox quiere ser la voz del ‘¡abajo todos!’ que hoy se respira en el Bar España. Vox aspira a superar el 18% de los votos en las próximas elecciones generales, porcentaje que colocaría al PP en una situación muy difícil. Se está larvando una grave crisis de Estado y conforme a sus vínculos internacionales, Vox no quiere ser un actor secundario. Aznar pide cárcel para Sánchez y Santiago Abascal sube la apuesta, proponiendo la deportación de millones de inmigrantes.

Aznar y Abascal han inyectado en los últimos días mucha gasolina al motor de la derecha. Había nerviosismo en la última intervención de Feijóo.

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