Junts pone a prueba el aguante de Sánchez

Sin permiso

Junts pone a prueba el aguante de Sánchez
Directora adjunta

La Glorieta Emilio Castelar de Madrid exhibe estos días una enorme pancarta con la frase “¿Aguantará Sánchez?”. A simple vista, el fondo azul invitaría a pensar en el PP como inductor de la campaña, pero no va firmada. Según parece se trataría de publicidad de una empresa que en pocos días desvelará el misterio. Una campaña de marketing que invita a apostar sobre la supervivencia del presidente del Gobierno. Y es que en Madrid no se habla de otra cosa.

Es la pregunta del millón de dólares. ¿Aguantará Pedro Sánchez hasta el final de la legislatura, en 2027? El presidente insiste en que sí. Necesita convencer a sus aliados de que aún falta para las elecciones, pero todos ellos se están poniendo en modo electoral, lo que implica marcar distancias. Por eso Sánchez subraya que seguirá incluso aunque no apruebe los presupuestos. Confía en disponer de recursos gracias a los fondos europeos y a los ingresos por la buena marcha de la economía. Es más, cree que entrar en una negociación con tantos partidos implica una ristra de concesiones con más desgaste político que no aprobarlos. Pero más allá de los presupuestos, Sánchez corre el riesgo de sufrir derrotas parlamentarias constantes a cargo de Podemos y Junts,

Zapatero se está empleando a fondo para que Puigdemont dé más tiempo al PSOE

Hasta ahora Carles Puigdemont había descartado un apoyo de legislatura y abrazaba la máxima “partido a partido”, negociando cada iniciativa gubernamental en función de sus intereses. Podemos decidió seguir esa misma estrategia. Pero a la vuelta de las vacaciones de verano, la impaciencia se ha apoderado de la cúpula de Junts, que ve cómo pasan los meses y no se materializan sus principales exigencias, como la amnistía, el traspaso de la inmigración o el catalán en Europa. Puigdemont se ha plantado y no piensa apoyar más a Sánchez. Desde final de agosto, José Luis Rodríguez Zapatero se emplea a fondo para desbloquear esa situación.

Junts atraviesa un momento delicado. Es un espacio que ha sorteado todo tipo de vicisitudes: desde los recortes de la etapa de Artur Mas y la bomba de la “deixa ” del patriarca Pujol que llevó a la refundación de Convergència, el procés de la mano de fuerzas de la izquierda como ERC y la CUP y, por último, la épica que impulsó el fuerte liderazgo de Puigdemont y el aterrizaje a la política del peix al cove y el retorno a posiciones decantadas hacia la derecha. Una trayectoria impresionante en dos décadas. Pero ahora afronta la prueba más difícil, la misma que otros partidos de centro derecha de las democracias occidentales y para la que nadie parece haber hallado remedio: el auge del extremismo.

Lona gigante en un edificio céntrico de Madrid

Pancarta en un edificio de la Glorieta de Emilio Castelar de Madrid

LVE / Propias

Cunde el nerviosismo entre los dirigentes territoriales de Junts ante el avance de Aliança Catalana

El sondeo que publica hoy La Vanguardia , como otros revelados en los últimos meses, apunta a una debacle de Junts, amenazada por el ascenso fulgurante de Aliança Catalana (AC). Un partido que no solo se nutre de los discursos extremistas de sus homólogos en inmigración, sino que se alimenta también de la frustración contra los partidos independentistas por el desenlace del procés . AC se dispara. Y cunde el nerviosismo entre los dirigentes territoriales de Junts. La primera reacción de Puigdemont a la vuelta de vacaciones ha sido meter en el congelador su relación con Sánchez y dirigir su mirada a Catalunya.

¿Qué hacer? Puigdemont quiere resultados ya. Pero sus exigencias no dependen solo del PSOE. La amnistía está pendiente del periplo judicial y el catalán en Europa está bloqueado por la oposición de Alemania. Sánchez no logró ningún compromiso del canciller Friedrich Merz en su reunión del jueves en la Moncloa. Los socialistas piden paciencia a Puigdemont. La amnistía es cuestión de meses y el catalán llegará en cuanto Alemania precise del apoyo de España para cualquier iniciativa en el marco de la UE.

Pero después de un tiempo concentrado en sus siete diputados de Madrid, Puigdemont mira con preocupación a Catalunya. El partido pasa desapercibido en el Parlament. Salvador Illa gobierna gracias al apoyo de ERC y los comunes, que ha convertido en sus socios preferentes, y resulta que los republicanos, tras el batacazo que les expulsó de la Generalitat, han dejado de caer y aguantan. Esquerra es un aliado estratégico del PSC y así procura tratarlos Illa. Puigdemont no había querido llegar a pactos con los socialistas en Catalunya, pero ahora busca condicionar a Illa a través de Sánchez para presentar un PSC sometido a los intereses del PSOE.

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Eso significa que una manera de reconducir las relaciones entre el Gobierno de Sánchez y Junts es dar al partido de Puigdemont mayor protagonismo en Catalunya. El debate de política general que tendrá lugar en el Parlament los días 7 y 8 de octubre es el primer escenario en el que visualizar esa influencia. El PSC tendría que alinearse con Junts en alguna medida que este partido reclame. Por ejemplo, la rebaja de algún impuesto, lo que molestaría a los socios de Illa. Puigdemont está convencido de que el presidente de la Generalitat boicotea el contenido del pacto entre el PSOE y Junts. Así se lo transmitió en el encuentro de ambos en Bruselas.

Si Puigdemont considera que su relación con el PSOE es arriesgada, aún recela más de un entendimiento con el PP, partido al que acusa nada menos que de boicotear la lengua catalana. Puigdemont no va a apoyar una moción de censura, pero los populares esperan que Junts se distancie cada vez más del Gobierno y deje en evidencia la soledad del presidente. ¿Aguantará Sánchez? Él tiene claro que continuará al frente del Gobierno, pero no es lo mismo atravesar las turbulencias judiciales que se avecinan con un respaldo parlamentario más o menos estable que hacerlo con una mano atada a la espalda.

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