La encuesta que publica hoy La Vanguardia sugiere el regreso de la figura del català emprenyat una vez disipado el procés. Hemos hablado del tema con el toro Segador, viejo conocido, oráculo impertinente.
El verano se despide en Madrid con un calor de antes. Un calor sincero, persistente, soportable. Ya hemos dejado atrás el calvario de agosto. Empieza un curso muy incierto e inquietante. El Gobierno parecía liquidado a finales de junio y aún está vivo. Al primer partido de la oposición le están laminando por la derecha, y desde la izquierda en dirección al centro cristaliza la protesta por el crimen de Gaza. Las mujeres en primera línea. Una protesta de muchos: 82% de rechazo. España sigue siendo un país católico. Y desde Catalunya nos llega este fin de semana una encuesta que dará que hablar. Todo son señales y acudo a la casa del oráculo en la plaza Mayor. Ahí está la cabeza parlante del toro Segador , que vive en la eternidad. Después de dos tazas de gazpacho con comino se puede conectar con él. 5G castizo. Segador adivina, intuye y enfoca.
Tanto tiempo sin verlo.
Un año y cinco meses.
¿Por qué no viene más a menudo?
Temo que me tomen por loco.
No tema. La excentricidad es ya la nota dominante. La excentricidad y el delirio gobiernan el mundo y esta ciudad empieza a ser un espejo de ello.
“Madrid es Sarajevo en guerra”. Supere eso.
Imposible.
Quizá sea esta la obra maestra de Isabel Díaz Ayuso. No exagero. Puede que haya neurólogos en su equipo.
Me parece que usted fantasea. Antes era más comedido. No abuse del comino.
La neuropolítica es la nueva frontera. Un disparate siempre llama la atención. El disparate sorprende y abre la puerta de los circuitos neuronales. Trump dijo en la campaña presidencial norteamericana que los inmigrantes se comen las mascotas. Todo el mundo picó y los medios amplificaron una provocación, que buscaba excitar los mecanismos de alerta. “Los inmigrantes son capaces de llevar a cabo todo tipo de maldades. Los inmigrantes son radicalmente peligrosos”.

El toro Segador en la cafetería La Torre del Oro de Madrid
Y ganó.
Aquí también se está trabajando con esos métodos.
Perdone, pero no creo que los de Ayuso sean los únicos en recurrir a esas estratagemas. En un grado u otro, todo el mundo utiliza hoy el lenguaje emocional, con exageraciones e hipérboles. No es fácil captar la atención de la gente.
Se lo acepto. Yolanda Díaz acaba de proclamarse heroína de la lucha de clases en durísimo combate con Miriam Nogueras. Supera eso, Rosa Luxemburgo. La economía de la atención rige nuestras vidas.
Y por esto usted habla con un toro. Ya sé porque me ha venido a ver después de tanto tiempo.
No sea traidor.
Soy observador.
No hay política sin exageración, pero en ese “Sarajevo en guerra” se acaba de cerrar esta semana el pacto entre Estados Unidos y China sobre TikTok. Ambos países se pusieron de acuerdo en reunirse en España y escogieron la sede del Ministerio de Asuntos Exteriores. Ahí estaban el secretario del Tesoro de Estados Unidos y el viceprimer ministro chino. ¿Cómo interpreta eso?
Sánchez se ha ganado la confianza de los chinos y los norteamericanos no lo consideran tan enemigo como para negarse a viajar a Madrid para negociar un asunto estratégico.
Ha sido la semana de Gaza. El PSOE ha empezado el curso con la bandera palestina, desbordando a los partidos situados a su izquierda. Hace un año en este país solo Podemos y algunos más hablaban de genocidio.
¿La ley de Amnistía empuja a Catalunya a la derecha? Estaríamos ante una gran paradoja
Es verdad, pero la opinión de la gente ha ido evolucionando a medida que imágenes insoportables se acumulaban en los teléfonos móviles. Creo que este verano se ha producido una decantación. No olvide la encuesta publicada a principios de julio por el Real Instituto Elcano: el 82% españoles conceptúa como genocidio lo que Israel está haciendo en Gaza. Fíjese en un dato, también hubo un 80% contrario al apoyo de España a la guerra de Irak entre los años 2003 y 2004.
Núñez Feijóo lo sabe. La escuela gallega, la escuela Romay Beccaría, recuerda lo que le pasó a Mariano Rajoy en 2004. Por eso ha reconocido que en Gaza se está llevando a cabo una “masacre”. Feijóo se cubre.
Y José María Aznar se enfada. Muy enfadado nos ha dicho a todos que la política internacional no entiende de sentimientos.
Y la gente ha recordado al Aznar de la guerra de Irak...
Hábleme de la encuesta que publica hoy La Vanguardia. Ahí veo también algún desgarro.
Regresa el català emprenyat .
¿Todo se reduce a un cabreo difuso?
Hay una suma de malestares que el procés sedó con la promesa de una solución rápida y tajante. Desvanecida esa promesa reaparece el malestar, con mayor acritud. Le voy a citar el más persistente de todos ellos: el mal funcionamiento de los trenes de cercanías. No se puede tener sostener una gran región metropolitana europea con trenes que fallan cada dos por tres.
O sea, que la amnistía empuja a Catalunya hacia la derecha y da alas a una extrema derecha local que ríete tú de la Liga Norte. Vaya negocio.
Sin la amnistía, hoy Catalunya estaría inmersa en una campaña continua sobre las causas judiciales que afectaban a centenares de personas. Toda una generación se habría socializado con la herida de los represaliados. La amnistía ha neutralizado al independentismo y cuando una causa se desmaya –no estoy diciendo que haya desaparecido–, de inmediato surgen otras pasiones, conectadas con el signo de los tiempos. Hace años que hay Liga Norte en Catalunya. Ese componente formaba parte del procés, envuelto en una retórica radical-democrática. Hace tiempo que lo vengo escribiendo: habrá un Salvini catalán. ¿Por qué no lo va a haber si ya los hay en toda Europa?
¿Salvini o Meloni?
La señora Sílvia Orriols, figura gótica, está en la fase Salvini.
Aliança Catalana y Vox sumarían hoy el 25% en Catalunya. Oiga, esto no es poco.
En Portugal, Chega está en el 26% en los últimos sondeos. En Italia, Meloni y Salvini suman el 38%. El antiguo Frente Nacional supera el 30% en Francia.
¿No habíamos quedado que Catalunya era el gran baluarte del progresismo?
Esperemos a ver las próximas elecciones generales.
Aliança Catalana puede desbordar a Junts?
Sí.
¿Junts no tardará en romper con el PSOE, por tanto?
Depende. Si se asustan, romperán. En las próximas semanas en Madrid se volverá a hablar de la posibilidad de una moción de censura. Esa moción que Núñez Feijóo no ha querido presentar por miedo a perderla.
El ‘procés’ narcotizó conflictos y malestares que vuelven ahora con mayor acritud
Creo que la mayor zona de fricción se halla en otra parte.
¿Dónde?
En la frontera entre PP y Vox. Habrá actividad volcánica en esa zona de frontera. La está habiendo ya. Pronto reaparecerá Alvise Pérez en Vistalegre. Iván Espinosa de los Monteros presentará su fundación. Iker Jiménez, el hombre de los misterios televisados, se arrima a la política. Empiezan a surgir acusaciones de gestión irregular de fondos en Vox. Rozando el 20%, Vox entra en zona de altas presiones. ¿Cuántas listas de extrema derecha habrá en las próximas elecciones generales?
Da la impresión que se abre una nueva fase política.
Sí. La marea trumpista se halla en un punto álgido en todo el mundo.
¿Bajará?
No tarde tanto en volver.