Un premio que es un castigo: el incómodo método chino para mejorar el rendimiento

Premio Caracol

Los funcionarios del Gigante Asiático que trabajan por debajo de sus posibilidades son sancionados públicamente con el escarnio

El presidente de China, Xi Jinping

El presidente de China, Xi Jinping

Europa Press/Contacto/Xie Huanchi / Europa Press

China lo observa todo. Con 600 millones de cámaras y un sistema de crédito social que castiga desde no separar bien la basura hasta interactuar poco con las apps del Partido Comunista, la vigilancia es total. Y los funcionarios públicos no escapan a este control. Ahora, además, pueden ser humillados públicamente con un premio que nadie quiere recibir.

En algunas ciudades, la vergüenza se ha convertido en un castigo. El Premio Caracol señala a los empleados estatales con bajo rendimiento, obligándolos a recibir su diploma frente a compañeros y, en algunos casos, en eventos televisados. Según los seguidores del Partido, este método es útil porque “los premiados pueden sonrojarse, sudar y aclarar sus mentes”.

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Los chinos que trabajan poco son avergonzados en público

AP Photo/Andy Wong

Ciudades como Kunming justifican esta práctica asegurando que el reconocimiento recae en quienes postergan tareas, evitan responsabilidades y prefieren delegar su trabajo. La Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCDI), el órgano del Partido que lucha contra la corrupción, los describe como aquellos que “observan desde la barrera y toman un desvío cuando encuentran dificultades. Creyendo que es mejor hacer menos que más o que es mejor no hacer nada que hacer poco”.

Vigilancia extrema

Tampoco se puede trabajar de más

Pero el problema no es solo la vagancia. En China, tomar demasiadas iniciativas también es peligroso. The New York Times advierte que “si bien antes los funcionarios competían por adjudicarse proyectos llamativos, más recientemente se los ha castigado por recaudar fondos o impulsar proyectos de construcción sin autorización”.

En 2024, más de 138.000 funcionarios fueron sancionados, el doble que el año anterior. El control de Xi Jinping es implacable. Como él mismo advirtió en la cuarta Sesión Plenaria de la CCDI, “los órganos de control deben luchar resueltamente contra todo tipo de percepciones erróneas y tendencias malsanas”.

El mensaje está claro: en China, trabajar poco es castigado, pero trabajar demasiado también puede serlo. Ante este dilema, cada vez más empleados optan por la única estrategia segura: hacer lo que se espera de ellos y pasar desapercibidos. Ni más, ni menos.

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