Amos no tenía intención de quedarse en una simple broma doméstica. Preparó un montaje falso con la imagen de su padre y lo distribuyó como si fuera una noticia publicada en Internet. Eligió un titular absurdo y muy concreto: lo acusaba de haber robado pollo en una tienda.
El objetivo era provocar una reacción inmediata en su progenitor, con el que suele crear contenido, y llevar el engaño tan lejos como pudiera. Cuando lo tuvo todo listo, se lo envió por WhatsApp, fingiendo sorpresa por haberlo “encontrado por casualidad”.
Era inocente
El padre se fue poniendo cada vez más nervioso
La imagen simulaba ser parte de un medio digital, con un diseño sencillo y un texto breve. Su padre, confundido, respondió con un solo signo de interrogación. En ese momento, Amos añadió tensión con una frase que parecía un reproche: le preguntó por qué estaba robando pollo si en casa ya tenían.
La acusación, completamente absurda, empezaba a sembrar dudas en el señor. El hombre negó los hechos y anunció que iba a tomar medidas legales contra quien hubiera difundido la historia.
Amos no se detuvo ahí. Como parte del engaño, aseguró que existía un vídeo que probaba los hechos. Su padre, cada vez más alterado, insistió en que cualquier grabación debía de ser falsa y añadió: “Porque yo no he sido”. La frase, que pretendía zanjar la discusión, no logró frenar el avance del montaje.
Para mantener viva la historia, Amos creó nuevas versiones de la noticia en distintas plantillas. Usó diseños que imitaban otros medios conocidos y se los fue enviando poco a poco, como si la información se estuviera difundiendo en distintas webs. El padre, más inquieto, empezó a llamarle directamente para aclararlo. Amos, en cambio, evitó responderle. Prefería alargar la broma lo máximo posible y ver hasta dónde llegaba la confusión.
A pesar de los intentos del padre por encontrar explicaciones, el montaje se fue haciendo más complejo. Cada nuevo mensaje alimentaba su desconcierto. La historia acabó sin consecuencias mayores, pero dejó claro el nivel de detalle que puede alcanzar una broma cuando se mezcla creatividad con herramientas básicas de edición.