No era una boda cualquiera, y eso el sacerdote lo supo en cuanto miró el ramo. María Luisa, conocida en redes como @emedeamores, apareció en la Abadía del Sacromonte (Granada) con un vestido de Vivienne Westwood, un velo heredado de su madre… y un ramo que dejó al cura sin palabras: “¡Qué gracia! ¡Ostras! ¡Qué puntazo!”, soltó al descubrir que las flores estaban hechas con piezas de Lego. Sí, de Lego. Como para no bendecirlo dos veces.
La escena quedó inmortalizada en un vídeo de TikTok que acumula miles de visualizaciones y algún que otro debate entre los defensores del romanticismo de siempre y los amantes de lo poco convencional. Pero detrás del ramo no hay una excentricidad gratuita, sino una historia de amor con el tipo de coincidencia que haría llorar al mismísimo Cupido.
Corría diciembre de 2021. María Luisa y su pareja, Muna, acababan de conocerse y, para ponerle la guinda al flechazo, se contagiaron de COVID a los pocos días. Resultado: pasaron juntos la Navidad, aunque apenas sabían nada el uno del otro. “Vi que tenía cositas de Lego en casa, así que fui corriendo a El Corte Inglés a comprarle un ramo de flores de Lego”, cuenta ella en otro de sus vídeos. La sorpresa llegó al llegar a casa: un repartidor de Amazon le entregó un paquete. Era… sí, un ramo de flores de Lego. El mismo.
“Fue una casualidad tan bonita que supimos que estábamos destinados a estar juntos”, explica. Uno de los ramos se quedó en casa de Muna; el otro, Eme lo guardó “porque sabía que formaría parte de su ramo de novia algún día”. Y así fue. El ramo real se encargó a Soul Garden, pero algunas piezas originales del primer regalo se integraron en la composición final, montada a escondidas por las primas de María Luisa, para que el novio no sospechara nada antes del gran día.
La historia del ramo es solo uno de los muchos detalles que definen a Eme de Amores, diseñadora sevillana e influencer con miles de seguidores en redes. “Nunca soñé con casarme. Siempre decía que una boda no me parecía divertida en absoluto”, confesaba. Y, sin embargo, acabó organizando una de esas bodas que se recuerdan por años.
El vestido fue una pieza icónica de Vivienne Westwood que consiguió, no sin esfuerzo, tras varios intentos en la boutique de Milán. El viaje para recogerlo se convirtió en una escapada familiar en la que su madre y sus hermanas también encontraron sus looks. Muna, por su parte, aprovechó para comprarse unos zapatos edición limitada de Polo Ralph Lauren en colaboración con los New York Yankees (sí, los del béisbol).
Eme remató su estilismo con zapatos de Loewe by J.W. Anderson, con rosa en el tacón incluida, y un velo cargado de historia familiar: era el mismo que llevó su madre el día de su boda. Para la fiesta posterior cambió de look, optando por un vestido corto de Alberto Batres y zapatos de Prada. Porque en su universo, lo clásico convive con lo atrevido, y el glamour no está reñido con la diversión ni con las piezas de montar.
¿Por qué un ramo de Lego?
Un ramo que no se marchita… ni se olvida
¿Por qué no?, diría cualquier fan de la pareja. Pero si se busca una respuesta algo más profunda: porque a veces el amor se mide en gestos pequeños y en coincidencias absurdamente perfectas. Porque un ramo de flores de Lego no se marchita, no pincha y se puede reconstruir si hace falta. Y porque, cuando te regalan exactamente lo mismo que tú habías pensado regalar sin haberlo hablado antes, lo más lógico no es asustarse… es casarse.