¿Alguna vez has escuchado a alguien decir 'no hay tutía' y no has sabido exactamente a qué se refería la otra persona? No te preocupes, es totalmente normal, puesto que la lengua española cuenta con un sinfín de expresiones lingüísticas que usamos en el día a día.
Los españoles contamos con numerosas expresiones que hemos heredado de nuestra familia, del colegio o del trabajo y que repetimos casi sin pensar, como si formaran parte natural de nuestro idioma. Son frases que, si las tomamos literalmente, a veces no tienen mucho sentido, pero funcionan porque despiertan una imagen o apelan a una referencia cultural que todos compartimos.
Las expresiones populares forman parte de las conversaciones del día a día
Algunas nos trasladan a tiempos pasados y otras se mantienen vivas por su musicalidad y rima, como “me piro vampiro” o “qué nivel, Maribel”. Todas tuvieron un primer autor, aunque casi nadie sabe quién fue. Esto mismo sucede con la expresión “no hay tutía”.
Cuando nos enfrentamos a una situación que no tiene solución solemos utilizar la expresión ”no hay tu tía”, aunque a veces también se escribe unida, como “no hay tutía”. Ambas formas son correctas, aunque la segunda es la más ajustada al uso histórico y lingüístico.
Según el Diccionario panhispánico de dudas de la Real Academia Española, “no haber tutía” es una locución verbal coloquial que indica que es imposible hacer algo para cambiar las cosas. Equivale a decir que no hay remedio, que no se puede conseguir lo que se desea o evitar lo que se teme. Es habitual usar esta expresión ante situaciones que no podemos modificar, normalmente acompañadas de cierto fastidio. Sin embargo, pocas personas conocen el curioso origen de esta expresión.
“No hay tutía”: origen de la expresión
Esta frase tiene raíces muy antiguas. Su forma original era “no hay atutía”, y de ahí evolucionó hasta la expresión actual. La palabra atutía hace referencia a los restos de óxido de zinc que se utilizaban en la antigua medicina árabe para elaborar ungüentos medicinales, especialmente para tratar problemas oculares. La palabra original, attutíyya, hacía referencia a este remedio, que con el tiempo pasó a simbolizar cualquier situación para la que no existe solución.
De esta forma, la expresión señalaba en sus orígenes que no había existencias de ese ungüento, generando resignación y frustración en la sociedad. Este mismo tono se mantiene en la actualidad, cuando usamos la frase para dejar claro que algo no tiene arreglo.
¿Cómo ha derivado la expresión con el paso de los años?
Con el paso del tiempo, el uso detrás de 'no hay tutía' se amplió: también se utiliza para referirse a personas que no cambian de opinión, que solo aceptan su versión de las cosas y a quienes es imposible convencer, pese a todos los argumentos.
Asimismo, conviene señalar un matiz: hoy en día se ve escrita como “tu tía”, y esta forma es válida, pero escribirla como “tutía” es más fiel a su origen. Además, evita la confusión: esta expresión no tiene nada que ver con familiares, y resignarse ante una situación imposible no tiene nada que ver con tu tía.
Todos, alguna vez en nuestra vida, nos hemos enfrentado a una situación en la que no hay tutía: cuando se nos cae el móvil y deja de funcionar, cuando nos damos cuenta de que hemos cometido un fallo en un examen que ya hemos entregado, o cuando llueve justo el día de una excursión. Así, la expresión se usa hoy para describir una experiencia tan humana como el hecho de no ser capaz de cambiar las cosas.


