El arranque de un viaje a través de la historia puede darse perfectamente en la entrada de una catedral, en el momento en que damos los primeros pasos por la nave central encaminándonos hacia el ábside. Más aún si nuestro imaginario es rico en referencias literarias, cinematográficas o artísticas. Cada templo religioso adquiere un significado particular, el que establece el visitante desde la intimidad, rodeado de silencio, pensando cómo sería vivir en la época de su construcción o preguntándose cómo estos templos han sorteado los avatares de la historia.
Las ciudades cambian, pero sus enclaves de culto se resisten a abandonar su genuina personalidad. No son solo las catedrales; espacios como los monasterios, las iglesias o las pequeñas capillas forman parte de los atractivos turísticos de cualquier guía de viaje. Sin embargo, a menudo olvidamos mirar nuestro patrimonio arquitectónico con la fascinación que nos gobierna cuando viajamos al extranjero.
Imperdible es la catedral de Tortosa, que prácticamente lame las aguas del Ebro, o la de Vic
Vale la pena tomar uno de estos santuarios como excusa para un viaje por la geografía catalana. Visitar la catedral de Tortosa, el Miracle de Solsona, la Seu Vella de Lleida o el monasterio de Poblet no es solo una manera de conectar con nuestro patrimonio, también es una oportunidad para pensar en una escapada de un día o de un fin de semana y completar la jornada disfrutando de la cultura y la gastronomía locales.
Abadías y monasterios
Catalunya es rica en monasterios y abadías. Aunque es imposible detallar cada uno de ellos, no pueden pasarse por alto los más conocidos, como los de Montserrat, Sant Cugat del Vallès, Ripoll, Sant Pere de Rodes (El Port de la Selva), Santes Creus (Aiguamúrcia), Poblet o Vallbona de les Monges. Estos tres últimos conforman la ruta del Císter, que puede hacerse en un solo día en coche y que permite, además, disfrutar de los entornos naturales.
La fachada del Monasterio de Sant Cugat
Para viajes más relajados, algunos de estos monasterios ofrecen servicio de hospedería para alargar una experiencia que puede ser tan trascendental como uno desee. Además, Poblet tiene un festival de órgano cada otoño y Santes Creus es, en verano, una de las sedes del festival Jordi Savall. Ambas citas son, ahí sí, una forma inolvidable de tocar el cielo.
En Sant Fruitós de Bages se encuentra el también conocido Món Sant Benet, que ofrece diversas experiencias singulares (una medieval y otra modernista), además de contar con oferta de restauración con estrella Michelin incluida. Pero si residen en la capital catalana y no pueden esperar al fin de semana para escaparse de la ciudad, visitar el monasterio de Pedralbes es también una muy buena opción, ya que además de adentrarse en un santuario del siglo XIV, permite disfrutar de cursos de meditación a un precio muy asequible, de una exposición sobre uno de los textos sagrados del budismo y de un ciclo de conciertos actualmente en marcha.
Catedrales
Barcelona, Tarragona, Lleida y Girona tienen sus catedrales; esta última, además, ha experimentado una nueva mirada desde que la serie Juego de tronos subió por sus escaleras. No hay que perder de vista, sin embargo, otras maravillas catalanas como la impresionante catedral de Tortosa, que prácticamente lame las aguas del Ebro (el visitante puede hacer lo mismo con los buenos vinos de la zona). Esta experiencia puede completarse con una noche o un café en el Parador de la ciudad, además de otros alicientes culturales y gastronómicos.
El interior de esta iglesia románica de Sant Climent de Taüll estuvo en su origen revestido con decoración policromada, pero solo se han conservado algunas pinturas, como las del ábside central
Imperdible también la catedral de Vic para apreciar las pinturas de Josep Maria Sert, toda una experiencia religiosa que no será completa si no se aprovecha la escapada para dejarse enamorar por la extraordinaria colección de románico y gótico del Museu Episcopal de Vic, uno de los mejores museos de Catalunya, sin lugar a dudas.
Otro punto catedralicio clave radica en La Seu d’Urgell, donde se encuentra Santa Maria d’Urgell, singular edificación románica del siglo XII que nos invita a dejarnos abrazar por la historia, el arte y el frescor del Pirineo.
Más templos imprescindibles
Barcelona tiene otros atractivos que los turistas conocen bien: la Sagrada Família, Santa Maria del Mar en el Born, Sant Felip Neri en Ciutat Vella (con su característica plaza) y el Sagrat Cor en el Tibidabo, templos modernista, gótico, barroco y neogótico, respectivamente. La ruta modernista y religiosa de Gaudí pasa también por Santa Coloma de Cervelló, donde se puede visitar la cripta de la Colonia Güell.
Lecturas que inspiran visitas
La novela histórica ha inspirado nuestro imaginario sobre la construcción de catedrales y otros templos religiosos a lo largo de los años. La madre de todas las novelas de esta materia es, seguramente, Los pilares de la tierra de Ken Follett (Plaza&Janés/Rosa dels Vents), pero también La catedral del mar, de Ildefonso Falcones (Grijalbo/Rosa dels Vents), que pone el punto de mira en Santa Maria del Mar de Barcelona, y La espada y la semilla de Jordi Nogués (Grijalbo/Rosa dels Vents), que revive la fundación y construcción del monasterio de Poblet. En el terreno de los clásicos, hay que destacar Nuestra señora de París de Víctor Hugo y el enigmático El misterio de las catedrales de Fulcanelli (Debolsillo).
Imprescindible también Las rosas de piedra y Las rosas del sur, de Julio Llamazares (Alfaguara), un viaje por España a través de sus catedrales, y de recomendable lectura País barroc de Raül Garrigasait (L’Avenç), libro de textos breves para escaparse al Solsonès. Recientemente, Martí Gironell ha publicado La muntanya del tresor (Columna), centrada en Montserrat.
Más lejos de la Ciudad Condal, hay atractivos para todos los gustos, como Santa Maria de Taüll y Sant Climent de Taüll en la Vall de Boí, una visita que puede acercarnos también a Durro y otros municipios de la zona con iglesias románicas (puede hacerse una previa visitando la sección de Románico del Museu Nacional d’Art de Catalunya). También es imprescindible acercarse al Miracle de Solsona para no perderse, entre otras cosas, su imponente retablo barroco, a escasos quince minutos en coche de otro enclave, la catedral de Santa Maria de Solsona, además de varios encantos medievales.
La visita a Santa Maria y a Sant Climent de Taüll nos acerca a municipios de la zona con iglesias románicas
Si se visita el Bages para ver Món Sant Benet, hay que construir ruta y pasarse por la gótica Santa Maria de la Seu de Manresa, impresionante, y aprovechar para hacer la ruta modernista por la capital de la comarca.
La Seu Vella de Lleida es la catedral y monumento más emblemático de la ciudad
Otras puertas abiertas a la historia, la cultura y la introspección que destacan por su singularidad las encontramos en la ermita de Sant Martí del Corb (Les Preses), los monasterios de Sant Jeroni de la Murtra (Badalona) y de Sant Pere de Casserres (Les Masies de Roda), la Cartuja de Escaladei (La Morera de Montsant) y la icónica iglesia de Sant Romà de Sau, aunque solo se vea el campanario, porque el resto yace bajo las aguas del pantano cuando la sequía da tregua. Paradójico es el caso de una de las iglesias más fotografiadas de Catalunya, la de Sant Bartomeu i Santa Tecla de Sitges, que solo se puede visitar discretamente cuando se celebra misa.
