Así es el nuevo espectáculo del Cirque du Soleil que se podrá ver hasta agosto en Andorra

Teatro

La compañía estrena un show que desafía la lógica y lleva al público a un universo de vértigo y fantasía

El universo de 'IL·LU' cuenta con una estética que evoca a las antiguas ferias

El universo de 'IL·LU' cuenta con una estética que evoca a las antiguas ferias

Cirque du Soleil

Un carrusel humano que gira en el aire, muñecas flotantes o un oso robótico: el Cirque du Soleil ha vuelto a Andorra para desafiar la lógica y llevar al público a un universo de vértigo y fantasía. La noche del viernes 4 de julio, IL·LU , la nueva creación exclusiva de la compañía canadiense, se estrenó en Andorra la Vella ante un público entregado. Durante una hora, el espectáculo desplegó su ya característica mezcla de acrobacia, humor absurdo y lirismo visual, en una propuesta pensada para espectadores de todas las edades y para dejar, esta vez, un eco particularmente onírico. El espectáculo se representará durante 22 noches, hasta el 3 de agosto, en funciones que acogen hasta 3.500 personas cada una.

A lo largo de sesenta minutos, un abuelo excéntrico conduce a sus nietos por un cambiante Palacio de las Ilusiones. Lo que empieza como una visita familiar pronto se convierte en un viaje onírico a través de habitaciones, objetos vivos y personajes que desafían la gravedad y el sentido común. El resultado es un mosaico escénico que combina el ADN tradicional de la compañía con la clara voluntad de sorprender.

‘IL·LU’ se asienta sobre códigos reconocibles: la estética de feria antigua, guiños al cine de culto o la sombra de García Lorca

Aunque se trata de una creación inédita, producida en exclusiva para Andorra –como ocurre desde el 2013–, el universo de IL·LU se asienta sobre códigos reconocibles: la estética de feria antigua, los guiños al cine de culto —la mujer barbuda recuerda inevitablemente a la freak de Tod Browning— y hasta la sombra de Federico García Lorca, evocada discretamente en una escena de caballos que flirtean con la idea de la muerte. La sofisticación no eclipsa el humor: hay autos de choque, payasos que interrumpen la lógica del relato, monociclos y coreografías imposibles que combinan lo lúdico con la ejecución precisa de un circo de élite.

La noche del estreno, horas antes de que se enciendan las luces, en las entrañas del recinto, la historia ya se cuece. Dos horas antes del show, el backstage se convierte en un hervidero: espejos forrados de luces, pelucas colocadas con cuidado quirúrgico, vestuarios de diseño colgados por todas partes y una atmósfera que mezcla nervios y mucha concentración.

Cirque du Soleil Andorra

Cirque du Soleil Andorra

Cirque du Soleil

“Hay artistas que se maquillan durante más de una hora”, comenta uno de los responsables de producción. “Algunos incluso han tenido que hacer un tutorial específico para aprender a aplicarse el suyo”. No se trata solo de caracterización: los cuerpos son instrumento y símbolo. Por eso, entre el elenco hay dos perfiles claramente diferenciados. Por un lado, los acróbatas profesionales –algunos de ellos con pasado y presente olímpico–, que exigen entrenamientos extremos, dietas estrictas y una disciplina que roza lo militar. “Hay que caber en los trajes y hacerlo con elegancia”, explican. Por otro, artistas provenientes del circo tradicional, algunos de ellos integrantes de familias enteras que viajan y actúan juntos desde hace generaciones y fichados para realizar un número concreto del espectáculo.

Entre ellos destaca la participación del artista Roger Jené, de Cardona, que interpreta a un singular oso robótico, en un número de mecánica, mimo y sorpresa. Es el Ice Man , una figura imponente que arranca aplausos desde su primera aparición.

El Ice Man, un oso robótico que arranca aplausos desde su primera aparición

El Ice Man, un oso robótico que arranca aplausos desde su primera aparición

Cirque du Soleil

La estructura del espectáculo está pensada como una progresión. Cada habitación del Palacio de las Ilusiones es una excusa para desplegar una escena visual nueva: muñecas mecánicas que flotan entre telas y monociclos giratorios, una trapecista suspendida en su propio juego de equilibrios, una sala del miedo que convierte a los artistas en proyectiles humanos. En un momento dado, la mujer barbuda se eleva con una percha aérea en un equilibrio entre la extrañeza y el glamour.

La música de IL·LU recorre registros que van desde las melodías infantiles hasta un rap de estilo eminemiano, generando una banda sonora tan irreverente como el propio espectáculo. El lenguaje visual es tan expresivo que no hace falta traducción —cuando se habla se hace mayormente en francés y catalán.

“El Cirque Du Soleil nos transporta a un mundo onírico lleno de locura y emociones” afirma Jordi Torres, minisitro de Turismo

Si algo merece mención aparte es quizás el número final: un carrusel humano que gira y se eleva, con cuerpos volando en sincronía. Es un desenlace espectacular, que combina épica y elegancia. La precisión es tal que es inevitable preguntarse cuánto ensayo, cuánta repetición obsesiva hay detrás de esa fluidez que a ratos parece perfectamente improvisada.

Desde su llegada al Principado hace más de una década, el Cirque ha contribuido a animar la temporada baja y a redefinir el turismo cultural del país. Según datos de Andorra Turisme, desde el 2013 el número de visitantes en julio se ha duplicado, con cerca de 900.000 espectadores llegados de más de 40 países.

Otro de los momentos de 'IL·LU'

Otro de los momentos de 'IL·LU'

Cirque du Soleil

En palabras del ministro de Turismo, Jordi Torres, “ IL·LU nos transporta a un mundo onírico lleno de locura y emociones, como solo el Cirque sabe hacer”. Es por eso que —como señala la directora creativa del Cirque, Marie-Hélène Delage— la compañía canadiense opta en Andorra por “hacer un espectáculo exclusivo, que no se puede ver en ningún otro lugar del mundo”.

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