Cae de un sexto piso durante su viaje de fin de curso y se salva: “Lo que pasó conmigo es un caso en un millón”

Insólito

El joven, de 17 años, ha tenido que pasar seis veces por quirófano, pero hoy lleva una vida sin secuelas

Thiago Chaparro, de 17 años, el estudiante que cayó de un sexto piso y ha salido adelante y lleva una vida normal, sin secuelas

Thiago Chaparro, de 17 años, el estudiante que cayó de un sexto piso y ha salido adelante y lleva una vida normal, sin secuelas

Clarín

“Creo que me mejoraron la cara, salí ganando”, dice, con mucho sentido del humor Thiago Chaparro, de 17 años, el estudiante que hace nueve meses cayó desde un sexto piso en Bariloche (Argentina): Allí se encontraba de viaje de fin de curso. “Una caída que yo mismo pensé que no la iba a contar, pero un milagro quiso que me quedara de este lado de la línea”, afirma.

Simpático y cálido, Thiago ha hablado con Clarín desde el patio de su casa en Rosario. No cae en angustias ni en dramatismos a la hora de recordar el momento trágico de su vida. “Hablo si me preguntan, no tengo problemas, porque sé que lo que pasó conmigo se da un caso en un millón. Caí desde casi 20 metros de altura, tendrían que haberme juntado en pedacitos y parece que una vez desplomado, estaba lúcido y hasta le pasé el teléfono de mi mamá a una persona. Una de cosa de locos”, cuenta.

Thiago hace un rato que ha salido de la Escuela Técnica Santa Fe, donde cursa el sexto año del secundario y dice que piensa estudiar ingeniería electrónica. “Creo que me va a ir mejor económicamente, pero si fuera por mí me dedicaría a la música. Siento que me iría bien igual, pero no sé si ganaría dinero. Cuando termine de hablar con vosotros, me esperan los chicos para ensayar, estamos terminando nuestro primer disco”, comparte la ilusión que le enciende el rostro: un rostro que casi no acusa secuelas del impacto que lo desfiguró.

Sorprendente

Tras pasar 6 veces por el quirófano, el joven lleva una vida normal y sin ninguna secuela

Se embala y se pone a hablar de K.I.A. y explica que son las siglas de Killer in Action, la banda metalera que lidera. “Soy cantante desde los seis años, edad en la que empecé a ir al conservatorio. Toco todos los instrumentos, pero me especializo en batería”, se pone más serio que cuando habla de su estado de salud. “Nos inspiramos en las bandas de new metal de la década del 90 y fusionamos el heavy con el rap. Soy también el compositor de la banda”, se presenta.

La cara de Thiago se advierte intacta, aunque él dice, en tono de broma, que “hay algunos detalles” a mejorar. “Tuve fractura de mandíbula y perdí algunas piezas dentales... Al principio tenía miedo de mirarme al espejo y no reconocerme ni yo. Los médicos hicieron un trabajo increíble para reconstruírmela... Imagínate que eran un montón de huesitos destrozados. Pero volvemos a lo mismo, si ves desde donde caí hace nueve meses y ahora estamos conversando lo más bien, hay que decir que es un milagro del nuevo Papa León XIV y del Papa Francisco”, explica entre risas.

Volamos a la madrugada del miércoles 28 de agosto de 2024: Thiago se encontraba de viaje de fin de curso en Bariloche y la del martes 27 había sido la última noche de fiesta. “Habíamos estado en Grisú y llegamos a las 5:30 al Hotel Interlaken. Pasamos por la cocina para buscar lo que se llama la quinta comida que el hotel deja preparada para los que vuelven de bailar. Había panchos, pizzas y yo cogí una hamburguesa y con los amigos nos fuimos a la habitación. Estábamos en la habitación 603 y la compartía con mis amigos Santiago, Gino e Isaías”, rememora.

Thiago Chaparro, a dos semanas del accidente y ya en Rosario, mostrando su sorprendente recuperación

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Clarín

Solo estaban los cuatro en la habitación, un espacio no tan amplio, pero que tenía un gran ventanal. Fuera caía agua nieve. “Eran como las 5:50 y no teníamos sueño. Yo no estábamos casi borrachos, te juro. Solo compartí un Sex on the Beach (trago con vodka) y estábamos hablando y bromeando con otros compañeros desde otras ventanas del hotel. 

Ventanas en distintos pisos pero de la misma pared, o sea que, para verle la cara al otro, había que sacar la cabeza, ¿entiendes? Yo abrí una ventana de esas que se abren en V, hacia afuera y, no sé por qué, se me ocurre sacar el pie y la cabeza. El marco de la ventaba estaba resbaladizo por el agua nieve, patiné y me fui para adelante, hacia el vacío”, detalla con una memoria, hasta ahí, sin nubarrones.

Nunca imaginó que esto podría suceder. “Tuve toda la suerte que en este tipo de casos no se tiene, tanto en la caída como en el después. Yo caí en un patio interno del hotel, pero no golpeé directo con el suelo, sino que cayéndome manoteé otras ventanas, por eso tuve tantos moretones en los brazos, y antes de aterrizar di de lleno con un tubo de ventilación de aluminio”, explica.

En la recepción del hotel Interlaken, en Bariloche, horas antes del accidente en el que cayó de un sexto piso

En la recepción del hotel Interlaken, en Bariloche, horas antes del accidente en el que cayó de un sexto piso

Clarín

La descripción con la que describe el accidente es pausada y no le tiembla el pulso. “Yo no recuerdo ese instante, pero los que estaban allí dicen que estaba despierto y que le pasé el número de teléfono de mi mamá para que se comunicaran y viajara, pobre mamá... ¿Mis amigos de la habitación? Ellos saben todo lo que fue el antes, el durante y el después. 

Me responden si les pregunto, si no, son bastante discretos. Pero lo primero que les pregunté es qué pensaron cuando caí y los tres me dijeron que esperaban lo peor. Gino e Isaías no bajaron, se quedaron en shock, paralizados, pero Santiago bajó y cuando vio que yo estaba hablando le volvió el alma al cuerpo”, se le escapa una sonrisa. “No tengo una explicación, ni los médicos la tienen. Solo agradezco poder seguir estando y volver a la música”, dice el adolescente.

Aparece en escena Ailén, la mamá de Thiago, que ha vuelto a casa después de un largo día de trabajo. “Soy enfermera, veo muchos casos terribles y en caídas como las que tuvo Thiago no se suele sobrevivir o, si te salvas, quedas con serias secuelas. No nos va a alcanzar la vida para agradecer, porque esto fue un milagro de Dios, él tuvo un Dios aparte. Thiago no era religioso y sí bastante cuestionador de Dios, pero ahora cree que fue Dios el que lo salvó. Recorrimos varias iglesias juntos, porque pidieron por él, entonces fuimos gustosos a agradecer por las cadenas de oraciones”, sostiene la mujer.

“Por suerte fue al final y pude disfrutar de Bariloche con amigos”, dice Thiago

Clarín

No quiere interrumpir Ailén, pero se queda un rato participando de la charla con su hijo y con Clarín. “Mira, cuando yo llegué a Bariloche ese miércoles 28 de agosto, la médica de terapia intensiva me dijo que el toxicológico le había dado negativo para drogas y para alcohol. Y después me lo confirmó el fiscal con el informe de la causa. Me dijeron que solo tomó un fernet y ya no le quedaba dinero. Mi deducción es que quiso hacer una broma, una pavada, sin medir las consecuencias. No soy una negadora, eh, cuando me llamaron y me dijeron sobre el accidente, lo primero que pensé es que se había emborrachado”, cuenta la enfermera.

Antes de retirarse, Ailén, con emoción, recuerda algunos datos que a Thiago se le pasan por alto y que reafirman el milagro del que fue protagonista: “Lleva seis cirugías y estuvo tres meses en silla de ruedas porque tenía las dos rodillas operadas y un pie. El 28 de septiembre, al mes del accidente, lo llevamos a un festival de bandas de una escuela muy conocida de la ciudad porque nos lo había pedido. Aunque suene loco, él estaba bien, fuerte... Hasta ese momento tenía cuatro operaciones. ¿La cara? Estaba diferente, pero a pesar de la gravedad de las fracturas en los huesos de la cara, él estaba entero.”

Cinco días después de la caída y de estar 96 horas en coma inducido, Thiago, tras una sorprendente mejoría, fue trasladado de Bariloche a Rosario, donde estuvo tres semanas más internado pero siempre lúcido. “Permítenos por favor agradecer y mencionar a los que le salvaron la vida, ¿puede ser? El traumatólogo Matías Bracali y a todo el equipo de traumatología del Sanatorio Parque de Rosario. Si hoy Thiago camina es gracias a ellos, que hicieron un trabajo maravilloso. ¿Cómo lo veo hoy a mi hijo? Con mucho menos vértigo, familiar y muy compañero nuestro”, dice.

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Sonríe y mira al piso Thiago, quien acepta la observación de su madre. “Es cierto, estoy más sereno, menos enloquecido y hasta más cariñoso -confiesa-. Como que disfruto las cosas más pequeñas, las que antes daba por hechas... Estoy más atento a los espacios de ocio, a esos momentos de compartir con el otro... Fundamentalmente, lo que ha cambiado es el valor que ahora le doy a lo humano. Estoy menos superficial y menos materialista. También me siento más sin filtro. Si tengo que decir algo, lo digo, no me guardo nada”, enumera el estudiante que dice estar transitando “un lindo noviazgo”.

Físicamente dice estar bien, “sin dolores ni molestias”, aunque necesita “masa muscular”. “Ando en bicicleta, voy al gimnasio y me falta hacer rehabilitación kinesiológica. Sé que con trabajo voy a poder recuperarme, tengo que tener paciencia y perseverancia, también, para volver a subirme a un escenario, que es lo que más ansias me da... Volver a hacer algún show con K.I.A es algo que me quita el sueño”, cierra.

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