Canibalismo sexual. Ese es el comportamiento de las conocidas como viudas negras, una especie de araña cuya hembra suele matar y comerse el macho después del apareamiento. Los motivos: para la recuperación de energía y obtención de nutrientes e, incluso, para garantizar la descendencia. Sin embargo, las circunstancias individuales del reino animal no son las mismas para los seres humanos.
Este término se suele emplear para definir a aquellas mujeres que asesinan a sus maridos y amantes con el único fin de apropiarse de su patrimonio económico, el cual suele ser muy abultado. Aunque este no suele ser la única razón. Hay asesinas que planean deshacerse de un tercero para vivir un nuevo amor o para verse libres y sin ataduras. A continuación, descubrirán algunas de sus historias.
A lo ‘Arsénico por compasión’, mataban a indigentes para cobrar sus seguros de vida
1. Olga Rutterschmidt y Helen Golay
El silencio de la noche se vio truncado cuando un coche atropelló mortalmente a Paul, un indigente que yacía inconsciente en medio de la carretera. El vehículo, lejos de darse inicialmente a la fuga, echó marcha atrás y volvió a arrollar el cuerpo del anciano hasta en dos ocasiones más. Acto seguido, el automóvil huyó a toda velocidad con dos “afables” ancianitas en su interior: Olga Rutterschmidt y Helen Golay.
Las denominadas Viudas Negras de los Estados Unidos seguían un macabro plan: ayudar y acoger a sintechos, solicitar pólizas de seguros a sus nombres y, tras dos años de supuesta amistad, perpetrar los crímenes a sangre fría y heredar todo el dinero como únicas beneficiarias.

Olga Rutterschmidt y Helen Golay
Sin embargo, la historia se descubrió cuando un agente de ventas sospechó del engaño. Hasta ese momento, las abuelas habían conseguido recaudar casi cinco millones de dólares (unos 4.300.000 euros). Este caso guarda cierta similitud con la película Arsénico por compasión, protagonizada por Cary Grant.
La ‘diablesa de Nancy’ que envenenaba a sus amantes
2. Simone Weber
Hasta que no se descubrió la pólvora, el veneno era el arma homicida por excelencia y su uso ha constituido uno de los elementos cruciales para el asesinato encubierto de personalidades relevantes.
De hecho, lo que mata del veneno no es el veneno en sí, sino la dosis que se suministra. Esto lo sabía muy bien Simone Weber, una francesa adicta a los medicamentos, que supo emplearlos para acabar con las vidas de su marido y de su amante.

Simone Weber, custodiada antes de celebrarse el juicio por asesinato
Sin embargo, lo que la delató a la Diablesa de Nancy no fue el envenenamiento, sino las artimañas que empleó para hacer desaparecer uno de los cadáveres, descuartizado en una maleta. Si no hubiera sido por ese pequeño detalle, la parricida no hubiera pisado la cárcel.
La ‘abuela del corredor de la muerte’ y sus crímenes con arsénico
3. Velma Barfield
Los congregados escuchaban atentamente al predicador cuando Stuart empezó a retorcerse de dolor: una ola de náuseas le tiró al suelo y prefirió salir de la reunión. En cuanto llegó a casa, el hombre no paró de vomitar y, pese a los cuidados de su novia Velma, terminó en el hospital.
Tras diagnosticarle una gastritis, le recetaron medicación y la pareja regresó a casa. Al día siguiente, Stuart empeoró drásticamente y murió una hora después en urgencias.

Última entrevista de Velma Barfield antes de su ejecución
Aquella extraña muerte levantó las sospechas y se practicó la autopsia al cadáver: Stuart Taylor tenía una alta dosis de arsénico en el cuerpo. Todas las miradas se pusieron sobre Velma Barfield, quien confesó este y otros tres asesinatos más.
La conocida como abuela del corredor de la muerte, adicta a los barbitúricos, fue ejecutada por envenenar a cuatro personas de su círculo más cercano para evitar que la pillaran malversando sus cuentas.
La ‘heladera asesina’ que mató y troceó a sus parejas
4. Estíbaliz Carranza Zabala
El fontanero accedió al sótano para reparar la cañería rota de uno de los apartamentos. Sin embargo, al tratar de acceder a uno de los habitáculos del subsuelo, se topó con una puerta cerrada con candado. Entonces, pidió ayuda al vecino de la vivienda afectada, que le dio permiso para romper el cerrojo. Aquello tenía que estar abierto.
Una vez en el interior, los hombres se toparon con dos arcones frigoríficos de los que emanaba un olor nauseabundo. Al abrirlos, descubrieron horrorizados partes humanas en descomposición. Tras alertar a la policía y precintar la escena, los agentes interrogaron a todos los vecinos excepto a una.

Estíbaliz Carranza, durante su declaración ante el tribunal
Estíbaliz Carranza, la dueña de la heladería de la planta baja, había desaparecido sin dejar rastro. Tres días más tarde, la conocida como Dama de Hielo fue detenida y acusada de matar y trocear a dos de sus parejas. Su apariencia “amable y sumisa” chocaba con sus deleznables actos.
La avariciosa ‘Viuda Verde’ y su macabro plan para matar al marido rico
5. Mary Ellen
Cuando la policía llegó al lugar del crimen, se topó con el cuerpo de un varón molido a palos. El cadáver presentaba múltiples golpes y lesiones, además de un disparo en la cabeza. Además, la casa se encontraba completamente revuelta, como si alguien hubiese entrado a robar. O eso parecía. Pero, algo no cuadraba y los agentes iniciaron una ardua investigación.
Una de las primeras personas en ser interrogada fue la mujer de la víctima, Mary Ellen, cuya actitud despertó ciertas sospechas al tratar de ligar con uno de los investigadores al cargo. ¿Qué viuda haría algo así? Con el tiempo se descubrió que solo las denominadas Viudas Verdes, aquellas que matan o confabulan para hacerlo por pura avaricia, utilizan tales grotescas artimañas.
Pagó a un sicario para matar a su marido
6. Dalia Dippolito
La policía había acordonado la zona y varios agentes de la científica se afanaban en fotografiar y recoger todo tipo de pruebas. Una ambulancia y su personal médico entraban en una casa para reanimar a una víctima y, en el exterior, una mujer gritaba y lloraba por la pérdida de su marido. “¿Su esposo es Michael? Lamento decirle, señora, que lo asesinaron”, acababan de informarle.
Minutos más tarde, la viuda llegaba a comisaría para poder identificar al supuesto responsable del asesinato de su marido. Sin embargo, era un mero teatro, una encerrona: las autoridades sabían que bajo aquella apariencia de esposa afectada se escondía una asesina en potencia.

Dalia Dippolito llora cuando le comunican el supuesto asesinato de su marido
Uno de los detectives abrió la puerta de la sala de interrogatorios y le mostró a Dalia lo que menos se imaginaba: su marido Michael estaba en el umbral mirándola incrédulo y vivo. “Dios mío, ven aquí, por favor. Mike, ven aquí”, le rogaba Dalia. “No puedo. “No puedes arreglarlo”, respondió él. Su mundo se había venido encima.
Persuadió a su amante lesbiana para ejecutar a su esposo millonario
7. Celeste Beard
“Necesito una ambulancia. ¡Rápido!”, gritó Steven mientras pedía ayuda al teléfono de emergencias. “Se me salieron las tripas del estómago. Se me salieron. Sí, se me salieron del estómago. Están boca abajo”, aseguraba completamente dolorido. “Me cuesta entender qué pasó”, le decía el operador. Steven no supo qué responderle. “Nunca me había pasado esto”, aseguró.
Una vez que el personal médico lo estabilizó y llegó la policía, un agente localizó un casquillo de escopeta al lado de la cama. ¿Le habían disparado y nadie escuchó nada?
De pronto, la esposa de la víctima entró en el dormitorio alertada por las sirenas. Ella no había escuchado nada y acusó lo ocurrido a una herida abierta tras una reciente operación. Sin embargo, el escenario contradecía su versión.