La infancia marca nuestro destino de por vida. Los acontecimientos felices pueden catapultarnos hacia el camino correcto, pero los malos llegan a crearnos toda clase de frustraciones e inseguridades. Si a esto le añadimos otros factores como malestar laboral, bullying, malos tratos, sentimientos racistas y xenófobos o algún tipo de anomalía física o psicológica, el cóctel es explosivo. De ahí la peligrosidad de sus acciones.
Son tan imprevisibles como nocivos. Individuos, principalmente varones, pertrechados de armas hasta los dientes, que la emprenden a tiros contra víctimas inocentes, en lugares públicos y a plena luz del día. El resultado: decenas de muertos. La realidad: en determinados casos, se podría haber evitado. Las señales del asesino eran claras: pronto habría muertos.
El ‘asesino del láser’
1. John Ausonius
Tras despedirse cariñosamente de su mujer y sus dos hijos, Jimmy salió de casa para ir al cine. Este estudiante iraní de ingeniería civil había quedado con su hermano pequeño y llegaba tarde. Pero tras pasar por delante del edificio Körsbärsvägen escuchó una fuerte detonación, cayó de bruces contra el suelo y murió. John Ausonius acababa de dispararle con un rifle telescópico. Era la segunda vez que conseguía dar al blanco. No sería la última.
Hasta once víctimas sufrieron la ira del denominado Lasermannen (hombre del láser y asesino del láser), un ladrón de bancos y ultraderechista que disparaba a inmigrantes.

John Ausonius atracando un banco
“Disparar a inmigrantes era también mi forma de colaborar a solucionar el problema”, comenzó diciendo Ausonius. Aquí se refería al de la crisis económica por la que atravesaba Suecia en aquella etapa y que desencadenó en un ambiente de racismo y violencia auspiciado por algunos partidos de ultraderecha.
“Quería que supieran que aquí no estaban seguros. Quería aterrarles. Simplemente espantarles tanto que pensaran en marcharse”, prosiguió en su declaración. Porque para John “era un error político traerlos aquí”. De ahí que quisiera mandarles “al infierno. Eran malignos y eran muchos”. Años después, los ataques xenófobos de Ausonius se convirtieron en el modelo a seguir para el también supremacista Anders Breivik , responsable de la matanza de Utøya en 2011.
El empleado de correos vestido de ninja
2. Joseph Harris
Carol estaba cambiándose de ropa cuando un individuo disfrazado de ninja con traje negro similar al de Kárate y capucha negra irrumpió en su dormitorio asestándole un profundo corte en el hombro izquierdo con una katana. Un segundo tajo acabó con su vida. Acto seguido, el guerrero japonés buscó al novio de la víctima y le disparó en la cabeza.
Aquella no sería la única matanza perpetrada aquella noche por Joseph Harris, un antiguo empleado de correos descontento que buscaba venganza: el hombre la emprendió a tiros con sus compañeros de trabajo tras ser despedido. El asesinato en masa de Ridgewood dio origen a una conocida expresión estadounidense para hacer referencia a una situación violenta en el trabajo: Going postal.
La adolescente que mató por su odio a los lunes
3. Brenda Spencer
“Vi a los niños como patos que andaban por una charca y un rebaño de vacas rodeándolos, así que eran blancos fáciles para mí”. Así avistó Brenda Spencer a sus víctimas mientras, apostada en la ventana de su casa, esperaba el momento adecuado para disparar su rifle semiautomático.
Treinta y seis balas después, la adolescente de tan solo dieciséis años asesinó a dos personas e hirió de gravedad a otras ocho: eran alumnos y profesores de su antiguo colegio.

Los alumnos huyen de los disparos de Brenda Spencer
Fueron seis horas angustiosas en las que los investigadores trataron de persuadirla para que saliese de su trinchera. Solo lo consiguieron ofreciéndole una hamburguesa del Burger King. Tras rendirse, varios periodistas le preguntaron por el motivo del tiroteo. La joven, sonriendo, respondió: “No me gustan los lunes”.
La masacre de Virginia Tech
4. Cho Seung-Hui
“A ustedes simplemente les encantaba crucificarme, les encantaba introducir cáncer en mi cabeza, aterrorizando mi corazón y desgarrando mi alma todo este tiempo”. Aquellas palabras escritas por Cho Seung-Hui evidenciaban que una excesiva timidez, introversión y soledad en un adolescente, sumadas a una buena dosis de complejo de inferioridad, podían crear un cóctel explosivo que estallaría en el momento más inesperado.
El 16 de abril de 2007 fue el día elegido por este estudiante, víctima de bullying , para perpetrar lo que las autoridades describieron como el peor ataque producido contra una universidad estadounidense en toda su historia.

Cho Seung-Hui, autor de la masacre de Virginia Tech de 2007
Hablamos de la masacre de Virginia Tech en el estado de Virginia (Estados Unidos). Seung-Hui mató a treinta y dos personas y dejó heridas a otras veintinueve. Once años después, el recuerdo de la tragedia sigue latente en este campus universitario.
La matanza en Utøya
5. Anders Breivik
“Actué en nombre de mi pueblo, mi religión y mi país”, exclamó el ultraderechista Anders Breivik, que en julio de 2011 atentó contra la ciudad de Oslo y que posteriormente asesinó a setenta y siete personas en la isla de Utøya.
Durante el juicio dio muestras de su altivez, egocentrismo y sinrazón. Dijo no sentirse responsable de la matanza porque en ocasiones es necesario “cometer una barbarie para frenar otra aún mayor”.

Anders Breivik, a su llegada a los tribunales el 17 de abril del 2012
El tribunal y los que se encontraban en la sala se llevaron las manos a la cabeza. No era ningún perturbado ni tenía trastorno grave alguno, su único problema era su ideología: el ultraderechismo. Así lo demostró elevando el brazo derecho y ejecutando el saludo nazi.
‘El Joker de Aurora’
6. James Holmes
Una gran humareda nubló la visión de los asistentes al cine Century 16 de Aurora (Denver), que creían que todo formaba parte del estreno de la última película de Batman. Sin embargo, varios disparos les alertaron de que aquello no correspondía a ninguna escena de El Caballero oscuro: la leyenda renace.
Un hombre enmascarado ataviado con chaleco antibalas y un fusil de asalto en las manos les advertía que no se moviesen. Fila por fila y de forma metódica, James Holmes fue recorriendo la sala mientras descargaba su arma contra setenta y un espectadores.

James Holmes, 'El Joker de Aurora, en una clase
Estaba siguiendo punto por punto su plan preestablecido: recrear una gran matanza. Al terminar y, tras asesinar en el acto a doce personas, el joven no opuso resistencia alguna a su detención. Cuando la Policía le dio el alto, él respondió: “Soy el Joker”.
La masacre de Columbine
7. Dylan Klebold y Eric Harris
“Ya veremos cómo os reís cuando os volemos la tapa de los sesos”. La amenaza de Dylan Klebold hacia sus compañeros de clase, se cumplió. Sus palabras encerraban un tremendo resentimiento contra quienes le hacían, según él, la vida imposible en el colegio.
Junto a Eric Harris, ambos tejieron una amistad basada en la violencia, las armas, los videojuegos y sobre todo, la muerte. Nadie vaticinó la tragedia que ocurriría a las 11:14 horas de la mañana del 20 de abril de 1999 en la Escuela Secundaria Columbine, en Estados Unidos. Una de las peores matanzas en el continente americano.

Eric y Dylan, autores de la masacre de Columbine, durante el tiroteo.
Aquellos dos adolescentes, aparentemente inofensivos, de familias normales, estructuradas, nacidos y educados en el estado de Colorado, en el año 1981, habían pasado todo un año ideando y planificando su particular venganza. Un cóctel que desencadenaría en una matanza de terribles consecuencias, incluido su propio suicidio.
Los años siguientes emergieron diversos estudios para conocer la verdadera motivación que llevó a Eric y Dylan a cometer estos asesinatos de forma tan premeditada. Pese a los diarios y vídeos que dejaron los jóvenes, los expertos siguen sin ponerse de acuerdo. Y todo continúa siendo un misterio.
De acosador sexual a asesino en masa
8. Richard Farley
¿Se imaginan llegar una mañana al trabajo y que un antiguo compañero al que han despedido recientemente inicie un tiroteo en el que mate a la mayor parte de los empleados? ¿Y si el amor hubiese sido un factor determinante en dicha acción? La rescisión del contrato y un fuerte despecho amoroso provocaron que un hombre aparentemente normal, Richard Farley, cometiese una brutal matanza en una empresa de California.
Dicen que quien encuentra el amor entra en una dimensión irreal donde los hechos se desvirtúan. Precisamente fue eso mismo lo que experimentó el informático cuando conoció a una de sus colegas de oficina.

Momento en el que Richard Farley se rinde tras el tiroteo
Aquella primera sonrisa produjo en él un amor obsesivo que hizo la vida imposible a la joven en cuestión y al resto de compañeros. De ahí su despido. El acoso sexual que sufrió Laura Black fue tan evidente y repulsivo que la empresa tuvo que tomar cartas en el asunto y echar al acosador. Aquel fue el detonante para asesinar en masa a siete personas y herir a otras cuatro.
un fusil AK-47, 600 kilómetros y 24 horas de terror
9. Levi King
Varios disparos y los gritos desgarradores de su madre despertaron abruptamente a Robin, de apenas diez años, que dormía en su habitación. La pequeña se levantó y se agachó junto a la puerta para ver qué ocurría. Entonces, un joven armado con un fusil se dirigió a su dormitorio. Robin volvió a la cama y se cubrió la cabeza con mantas; el tirador apretó el gatillo y la niña emitió un gruñido y cayó al suelo.
Acto seguido, el asesino entró en la última habitación asesinando al hermano mayor. Horas más tarde, la pequeña, que había fingido su muerte, llamaba a emergencias para pedir ayuda. La suerte quiso que el disparo saliese desviado y alcanzase a una almohada. Gracias a aquella llamada las autoridades descubrieron que un peligroso asesino itinerante andaba suelto. Se llamaba Levi King.
La masacre de Port Arthur
10. Martin Bryant
“Sólo sentía que cada vez más gente estaba en contra de mí. Cuando trataba de ser amable con ellos, se alejaban”, declaró ante la policía sobre el motivo de tanta brutalidad. Había llegado el momento de vengarse de aquellos que se burlaban de él, de quienes lo habían traumatizado.
“Todo el mundo me recordará por lo que haré”, le dijo a un vecino minutos antes de cometer los asesinatos. A la hora de la comida, Martin dio rienda suelta a su macabro plan.

Martin Bryant, el asesino en masa de Port Arthur
El joven se sentó en la terraza del centro turístico de Port Arthur y, cuando acabó su almuerzo, se dirigió hacia la parte trasera de la cafetería. Colocó una cámara de vídeo sobre una mesa y empezó a grabar su “actuación”. Abrió la bolsa, sacó el rifle y empezó a disparar.
El primero en caer fue un hombre asiático que murió al instante; después mató a su esposa, a la que apuntó en la cabeza. Continuó recorriendo el local eligiendo los objetivos y ametrallándolos sin titubear. En pocos segundos había matado a veinte personas y herido a otra decena.
Salió del establecimiento y se dirigió al aparcamiento, donde siguió disparando. Cada paso era una muerte más. Decidió robar un vehículo para huir, pero en su camino se interpuso una madre con sus dos hijos pequeños, a los que también acribilló a balazos. Ninguno de los tres sobrevivió. Sus actos costaron la vida de treinta y cinco personas y dejó heridas a otras veintitrés.