Bajo una losa de hormigón, en un jardín aparentemente corriente, yacía el secreto más oscuro de Oregon City. Sobre esa losa, el dueño de la casa fumaba y hablaba con periodistas, asegurando que todo era un simple jacuzzi. Su tono era desafiante, casi burlón, como si la verdad estuviera a salvo bajo cemento y palabras. En un cobertizo, a pocos metros, otro secreto aguardaba dentro de una caja.
La imagen de aquel “vecino normal” caminando sobre la tumba de una de sus víctimas mientras la otra se descomponía a escasos pasos es hoy un símbolo del horror cotidiano. Aquel padre de familia, cuya hija era amiga de las fallecidas, no solo mató a quienes confiaban en él, sino que ocultó sus cuerpos a simple vista creyéndose impune.
Antecedentes familiares
Ward Francis Weaver III nació el 6 de abril de 1963 en el condado de Humboldt (California), en el seno de una familia tocada por la maldad: su propio padre, Ward Weaver Jr., fue condenado en 1984 por asesinar a una pareja y sepultarla en su propio patio.
Este hecho dejó una huella imborrable en el pequeño, quien también sufrió una tormentosa infancia a manos de su padrastro, un hombre alcohólico y abusivo, del que sufría continuas palizas y que le puso el mote de “Little Pete”. Aquello desató en Ward una serie de conductas violentas, que se tradujeron en un largo historial de antecedentes.

Ward Weaver III, en 1979
A los doce años, Ward ya había abusado físicamente de sus familiares más próximos, en este caso, de dos de sus hermanos: a Robert, nueve años menor, le ató a un árbol y lo apalizó, y a su hermana Tammi llegó a dispararla con una pistola de aire comprimido por la espalda.
En abril de 1981, Ward fue acusado de violar a otra niña de la familia. Sin embargo, la Policía archivó el caso porque el joven estaba a punto de alistarse en la Marina de los Estados Unidos y “era inútil presentar cargos por abuso”.

Kristi Sloan, exmujer de Ward Weaver III
A finales de ese mismo año, Ward comenzó a trabajar como cocinero a bordo del portaaviones US Navy Reserve, atracado en Filipinas, pero fue expulsado seis meses después por consumo excesivo de alcohol y negligencia en sus responsabilidades.
Durante ese período conoció a su novia Maria Stout, a la que dejó embarazada y, cuando la joven estaba de cinco meses, le pegó tal paliza que tuvo que ser hospitalizada. Maria decidió no denunciarlo y la pareja se casó en 1984 y se trasladó a Bakersfield (California). Tuvieron cuatro hijos y, con el tiempo, se supo que el primogénito no era biológicamente de Ward.
El 15 de junio de 1986, atacó a dos jóvenes con un bloque de hormigón y fue condenado a tres años de prisión. Tras su liberación, el matrimonio se mudó a Canby (Oregón) y Maria finalmente lo denunció por malos tratos y pidió una orden de alejamiento. El divorcio llegó poco después.
En ese tiempo, y llegamos a julio de 1995, Ward inició una relación tormentosa con Kristi Sloan, su nueva pareja. Entre los episodios violentos protagonizados por el delincuente: el día que la golpeó en la cabeza con una sartén de hierro fundido. Pese a las heridas, Kristi se negó a declarar y pasaron por el altar en 1996, aunque el matrimonio terminó a los cuatro años.

Tres de los cuatro hijos que tuvo Ward Weaver III
Ahora bien, durante esa época, Ward mantuvo una relación paralela y extramatrimonial con otra mujer, que le llevó hasta Oregon City, lugar donde se producirían los crímenes años más tarde, tras la ruptura con Kristi.
Las amigas
Mallori, la hija pequeña de Ward, se hizo amiga de las futuras víctimas de su propio padre, dos compañeras de clase en la escuela secundaria Gardiner. Ashley Marie Pond y Miranda Diane Gaddis vivían en unos apartamentos cercanos de Newell Creek Village y visitaban frecuentemente la casa de los Weaver para hacer fiestas de pijama y compartir su amor por el baile. Mallori, Ashley y Miranda se convirtieron en inseparables.
Pero llegó agosto de 2001 y Ashley acusó a Ward, el padre de su amiga, de intentar violarla. La policía investigó los hechos, tomó declaración a víctima y victimario, pero finalmente no presentaron cargos y la causa fue archivada.

Ashley Pond, primera víctima de Ward Weaver III
Cinco meses después, la adolescente desapareció en extrañas circunstancias cuando se dirigía caminando hacia la parada del autobús escolar. Era el 9 de enero de 2002 y tenía 12 años. A los tres meses, Miranda también desapareció en circunstancias similares.
Este nuevo caso llevó a las autoridades a relacionar ambas desapariciones: las dos niñas vivían en el mismo complejo e iban al mismo equipo de baile y, sobre todo, eran muy amigas. Lo que hizo acrecentar la angustia en sus familiares y avivar las sospechas sobre el entorno social de las adolescentes.

Entrevista a Miranda Gaddis tras la desaparición de su amiga Ashley
Mientras tanto, Ward con ayuda de su hijo mayor -hijastro- Francis cavó un agujero en su patio y lo cubrió con hormigón, presuntamente para poner un jacuzzi. Aquello levantó el recelo en sus propios vecinos y fue señalado como principal sospechoso.
Pese a las habladurías, el asesino no se escondió ni huyó, sino que se puso delante de las cámaras y contó su historia. Era el 9 de julio de 2002 cuando Ward habló para el programa Good Morning America.

Ward Weaver entrevistado en 'Good Morning America' antes de ser detenido
En sus declaraciones dejó varias perlas: acusó a los investigadores de haber filtrado su nombre, se mostró airado por ser presentado como “principal sospechoso”, negó las acusaciones, aunque confirmó haber fallado la prueba del polígrafo.
En otras apariciones televisivas, Ward incluso se plantó sobre la losa de cemento y soltó un: “Estoy poniendo un jacuzzi. La última vez que miré, eso no era ilegal”, frase que sería citada una y otra vez como ejemplo de su desdén por la sospecha que pesaba sobre él. Aquella reacción, que pudo describirse como nerviosismo o irritación, alimentó la sospecha en los investigadores.

El jacuzzi donde Ward Weaver enterró a Ashley bajo sus cimientos
La llamada
El punto de inflexión, que condujo al descubrimiento de los asesinatos de Ashley y Miranda, fue la llamada de Francis, el hijastro de Ward a emergencias. El 13 de agosto de 2002, el joven denunció que su padre había intentado violar a su novia de entonces, de 19 años, y señaló su posible implicación en las desapariciones de sus vecinas.
Esa denuncia dio lugar a la detención de Ward por un intento de agresión sexual a una menor de edad y a la solicitud de entrada y registro en la propiedad del acusado.

El cobertizo donde Ward Weaver escondió los restos de Miranda
El 24 de agosto de 2002, los agentes del FBI y los equipos de búsqueda hallaron los restos de Miranda dentro de la caja de un microondas en un cobertizo detrás de la vivienda y, al día siguiente, se desenterró el cuerpo de Ashley bajo la losa de hormigón donde se encontraba el jacuzzi. La había ocultado dentro de un barril de 55 galones (208 litros).
Ward Weaver III fue acusado de múltiples cargos, desde asesinatos agravados hasta abusos sexuales y violaciones. Antes del juicio, su defensa presentó pruebas para conseguir su inimputabilidad: dijo que Ward padecía una depresión profunda y un trastorno narcisista, además de mostrar conductas autolesivas durante su arresto -como cortarse el nombre de su hija en el brazo y golpearse contra la pared de la celda-.
Ante la acumulación de pruebas y la perspectiva de un juicio que podría escalar hacia la pena capital, el asesino llegó un acuerdo con la fiscalía. En septiembre de 2004, Ward aceptó declararse culpable de dos cargos de asesinato y no se opuso a otras imputaciones, lo que le permitió evitar la pena de muerte.

Momento de la detención de Ward Weaver III
El juez finalmente lo sentenció a dos cadenas perpetuas consecutivas sin posibilidad de libertad. Desde entonces, Ward cumple condena en un penal de Oregón, donde sufrió un ataque casi mortal en 2007 al ser acuchillado en el cuello y en el hombro por otro recluso.
Dos años después, la hermana de Miranda lo visitó en la cárcel, necesitaba conocer la verdad. Tras su encuentro, Miriah declaró que Ward Weaver III admitió haber matado a las niñas con sus propias manos y que incluso había planeado “matarla a ella después”. Aquella terrible afirmación llevó a la joven a pensar en el suicidio.

Ward Weaver III en prisión
La historia de Ward Weaver III se teje en una extraña y sombría genealogía, un legado familiar marcado durante tres generaciones por la condena a muerte de su propio padre, Ward Weaver Jr., tras matar a una pareja joven en 1981, y el arresto y la cadena perpetua de su hijastro Francis por asesinar a un narcotraficante en febrero de 2014.