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Amy Bishop, la científica que mató por despecho en un claustro de profesores

Las caras del mal

Esta brillante catedrática ha pasado a la historia por protagonizar una cruenta matanza en la Universidad de Alabama

Amy Bishop, la científica que mató por despecho en un claustro de profesores

LVD

La reunión del claustro de profesores del departamento de biología transcurría con normalidad. La mayoría de los asistentes se encontraban sentados alrededor de la mesa ovalada excepto una de sus catedráticas. Nadie advirtió nada extraño en ella quien, de pie y junto a la puerta, llevaba un bolso negro mientras los observaba.

De pronto, la atmósfera mutó: Amy sacó una pistola y comenzó a disparar a cada uno de los presentes. Primero al que tenía más cerca y, así fue descerrajando tiros uno por uno a las cabezas. El tiroteo apenas duró unos minutos, pero los suficientes para acabar con la vida de tres compañeros. En cuanto la asesina salió por la puerta, la policía la esperaba para detenerla. Amy había concluido su particular vendetta.

Talento científico

Amy Bishop nació el 24 de abril de 1965 en Braintree (Massachusetts). Creció en una familia académica: su padre, Samuel Bishop, fue profesor de arte en la Universidad Northeastern de Boston, y su madre, Judy Bishop, estaba activamente implicada en asuntos policiales locales.

Amy era la mayor de tres hermanos y, cuando tenía 21 años, la tragedia azotó a su familia. La muerte violenta del benjamín de la casa, Seth, supuso un auténtico mazazo. Sobre todo, por la identidad de la única responsable de dicha pérdida: la propia Amy.

Amy Bishop, en su etapa universitaria en 1988

Archivo

El 6 de diciembre de 1986, Amy estaba en la casa familiar con Seth cuando, por razones que se desconocen, la joven cogió una escopeta del calibre 12 y apretó el gatillo alcanzando en el pecho al menor de los hermanos Bishop.

Acto seguido y según el relato policial, Amy salió huyendo y apuntó con el arma a un vehículo que se cruzó con ella. Incluso llegó a amenazar a la policía con esa misma escopeta antes de entregarse. Meses después, el fiscal del condado archivó la causa al concluir que el motivo del fallecimiento de Seth había sido “accidental”.

Seth, hermano de Amy Bishop

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Por otro lado, Amy siempre destacó por su talento académico: completó su licenciatura en ingeniería eléctrica en la Universidad Northeastern, y posteriormente, obtuvo un doctorado en genética en la prestigiosa Universidad de Harvard con una tesis sobre el papel de la metoxatina (PQQ) en la explosión respiratoria de los fagocitos.

En cuanto a su vida personal, la doctora contrajo matrimonio con Jimmy Anderson, con quien tuvo cuatro hijos, y, una vez instalados en Alabama, ambos emprendieron labores de investigación conjunta en biotecnología. Además, Amy trabajó en la escuela de medicina de Harvard y en otros centros de investigación.

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Llegado el año 2003, la Universidad de Alabama, en Huntsville, la contrató como profesora asistente en el Departamento de Ciencias Biológicas, donde impartía clases, participaba en proyectos de biotecnología y colaboraba en una empresa que desarrollaba incubadoras automatizadas de células junto con su marido.

Pero su trayectoria también estuvo marcada por ciertos obstáculos: en marzo de 2009, la universidad le negó la plaza fija tras una prolongada batalla administrativa. A partir de entonces, Amy comenzó a exhibir un comportamiento errático: resentimiento hacia sus colegas, la idea de que el departamento la marginaba, correos repletos de quejas, supuestas amenazas veladas… Uno de sus compañeros llegó a afirmar: “Vi un cambio total en su rostro, en sus ojos. Fue amenazante”.

El tiroteo

Pese a su destacado currículum, Amy acumulaba numerosas quejas por conductas problemáticas: decenas de alumnos interpusieron varios escritos ante la administración de la facultad denunciando los “comportamientos extraños e inquietantes” de su profesora y señalando su incompetencia.

Esto se tradujo en una petición formal ante el jefe del departamento para prescindir de ella, lo que provocó la suspensión de la asesina y su despido el mismo día del tiroteo. Amy ya no podría optar a una plaza fija en la facultad.

Jimmy Anderson y Amy Bishop

Getty

Aquella tarde del 12 de febrero de 2010, la doctora acudió por última vez a una reunión del departamento en el claustro de profesores. Durante 30-40 minutos permaneció de pie, en silencio, en el umbral de la puerta.

En un momento dado, sacó un arma y empezó el tiroteo. Declaraciones posteriores de los supervivientes describieron la escena como “una ejecución”: disparos a quemarropa y en la cabeza de sus colegas. “No se trataban de disparos al azar”, aseguró una testigo.

Los equipos de emergencia asisten a las víctimas del tiroteo de la Universidad de Alabama a manos de Amy Bishop

AP

Otra de las supervivientes, la profesora Debra Moriarity, intentó parar a la asesina: arrastrándose por el suelo logró bloquear la puerta y alertar al resto. Debra dijo que Amy primero “estaba enfadada, luego perpleja”. El arma fue hallada minutos más tarde en un baño del segundo piso del edificio.

Poco después, la policía logró detener a la profesora en el exterior de las instalaciones y, mientras le ponían los grilletes, su único mantra fue: “Es imposible. Siguen vivos”. Cuando los agentes comprobaron si tenía licencia de armas, se percataron de que no la tenía. Por tanto, ¿de quién era aquella pistola? Su marido tenía la respuesta: era suya y la utilizaba habitualmente en un campo de tiro.

Distorsión de la realidad

La matanza de la Universidad de Alabama acabó con la vida de tres compañeros de departamento, el jefe del departamento y dos profesores asociados, y otros tres colegas que sobrevivieron para contarlo. De hecho, de no ser por la profesora Debra Moriarity, la cifra de muertos podría haber sido muchísimo mayor.

Amy Bishop fue acusada formalmente de asesinato en primer grado y de tres cargos de homicidio intencionado. Durante la instrucción, su defensa alegó inicialmente enajenación mental. Sin embargo, no logró probarse en el juicio, celebrado en septiembre de 2012.

Momento de la detención de Amy Bishop tras el tiroteo

YouTube

De hecho, la acusada reconoció los hechos, pese a no estar “muy lúcida” y a tener “una percepción distorsionada de la realidad”, y se declaró culpable de un cargo de asesinato capital por la muerte de dos o más personas y de tres cargos de intento de asesinato. Fue el modo de evitar la pena capital.

El 24 de septiembre, el tribunal del jurado de Alabama la encontró culpable de todos los cargos y fue sentenciada a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. La doctora, incluso llegó a pedir la revisión del caso de su hermano para demostrar que “nunca tuvo intención de matarlo”, pero se lo denegaron.

Amy Bishop durante el juicio

Getty

En julio de 2024, el Tribunal Supremo de Alabama le denegó su último recurso presentado para la revisión de su condena, por lo que continúa cumpliendo su pena en la prisión para mujeres Julia Tutwiler, en Wetumpka.