“Se está cachondeando de todos vosotros. Este señor tiene tres y cuatro pisos. Me ha dejado sin agua, luz y gas con un bebé. Hace el paripé cuando tiene esta finca y pone cartelitos en mi contra”. Así se refería el inquiokupa de Albert de manera nerviosa y violenta al propio propietario de la vivienda que tenía ocupada en Ribas de Freser (Girona), que por su culpa se veía obligado a vivir en una tienda de campaña, prácticamente al raso.
Esto sucedía el pasado mes de febrero, frente a las cámaras de Espejo Público, y el inquiokupa no tuvo problemas en amenazar a Albert, a pesar de tener a la prensa delante. “No te calles, dí la verdad. ¿Te digo las cosas más claras?”, le decía, beligerante. “El día de mañana, acuérdate de mí. Todo lo que le has hecho pasar a mi familia lo vas a pagar tarde o temprano”.

Albert ha podido recuperar su casa tras meses de lucha.
Unas amenazas que Albert recibía, sin entrar al trapo. Por fin, un mes después, la comitiva del ayuntamiento y los Mossos d’Esquadra le daban la feliz noticia: iba a recuperar su casa. Albert, nervioso y emocionado, había visto cómo el inquiokupa, su mujer y su hijo habían salido de la casa, además de más de 20 bolsas de basura.
“Como cada día ha habido amenazas, como todo este año”, contaba Albert al magacín de Atresmedia. “Pero si yo me defiendo, gana él”, se lamentaba. El programa, además, muestra las duras amenazas proferidas por el inquiokupa a las cámaras de seguridad colocadas por Albert, de madrugada, en las que deja claro que regresará y se tomará la justicia por su mano.

Albert ha podido recuperar su casa tras meses de lucha.
“No tenéis nada mejor que hacer más que joderle la vida a otras personas”, se le escucha decir, entre insultos y descalificaciones, con un tono muy agresivo. Cuando además ve que se le ha cambiado la cerradura de la puerta de entrada, no lo duda. “Voy a entrar por la ventana, pero tú no vas a entrar el jueves y yo te lo juro por mi madre. Esa puerta ya puede venir la Policía, los Mossos d’esquadra, la Guardia Civil y los Geos, pero tú aquí no entras”, advierte en las imágenes.
El propietario no tenía alternativa, no cesó en su empeño de conseguir que Servicios Sociales consiguiera una vivienda social para su inquiokupa y él pudiese recuperar, al fin, su casa. Un hogar al que podrá trasladar también a su madre, enferma crónica y la otra gran víctima de esta situación.

Albert ha podido comprobar el estado de las habitaciones.
Temía encontrarse la casa en mal estado, pues durante todo el tiempo que vigiló la vivienda supo que las cosas no se habían manejado bien. “He visto discusiones, suciedad… Quiero hacer obras porque quiero cuidar a mi madre”, informaba Albert.
Por suerte para el propietario, el inquiokupa no ofreció demasiada resistencia para salir. El programa acompañó a Espejo Público en ese primer momento en el que Albert abría la puerta de su casa, un año después. La emoción era palpable y, para su sorpresa, la casa no se encontraba en tan mal estado.”Me gustaría felicitarle, porque es un ejemplo de resistencia pacífica”, le decían, desde el programa.