Meterse en según qué formatos puede acabar siendo una experiencia extrema, aunque se rueden bajo palmeras. Sandra Barneda lleva años lidiando con hogueras, reencuentros y declaraciones en bucle, pero nada la había dejado tan en shock como lo que ocurrió una noche frente a las cámaras.
De entre todas las emociones que arrastra La Isla de las Tentaciones, hubo un momento que se le quedó atravesado porque vio cómo una concursante se desmayaba del susto. La isla da para mucho, y no todo es algo impostado como parece.
La confesión surgió mientras esperaba para tirarse por la tirolina más vertical del planeta en Nepal. Allí, entre montañas y con Carlos Latre como cómplice, charlaba con Jesús Calleja en Universo Calleja.
En medio del ambiente distendido, Barneda se sinceraba sobre las bambalinas del reality que presenta desde hace cinco ediciones. “Que se desmayara una concursante en una hoguera del impacto que le dio ver como su chico se estaba besando con otra chica. Eso fue...”. El comentario resumía uno de los momentos más tensos que ha vivido trabajando en televisión.
Latre, que estaba a su lado en ese instante, no dudó en confesar su devoción por el programa: “Como me mola”. Barneda, entre bromas y datos, aprovechó para matizar que grabar no es tan divertido como parece: “Todo el mundo ve La Isla de las Tentaciones, se lo pasan muy bien, es un programa con el que la gente se ríe, pero grabando no te ríes tanto”.
Aventura
Sandra Barneda tiene claro que participaría en 'Supervivientes'
Pero Nepal no solo le sirvió para hablar del reality. También dejó caer, con cierta ilusión, qué haría si tuviera que embarcarse en otro formato. Sobre Supervivientes, no dudó: “Para mí, es uno de los realities por excelencia, si tuviera que ir a un reality, si me preguntas, iría a Supervivientes”. Lo justificó con bastante naturalidad: “No comes, estás en lugares inhóspitos, durmiendo con las tormentas que hay, pescando, que no he pescado en mi vida”.
El viaje coincidió con un momento delicado: la reciente muerte de su sobrino. Aun así, decidió no cancelar y enfrentarse al vértigo —literal y emocional— del viaje. Cerró su paso por Manaslu lanzándose por esa tirolina pendiente abajo, gritando de miedo y asegurando que no se volvería a subir, pero con la determinación de quien prefiere mirar de frente incluso lo que más duele.