Dos cajas de cartón en un rincón de la casa. Quiero liberar ese espacio, airear. Miraré, antes, qué contienen las cajas. Cada arranque de vacaciones necesito ventilar, reordenar libros de una estantería, despejar mi escritorio, exhumar y tirar papelotes. Abro las cajas. Veo cintas de VHS. Cintas de vídeo... imposibles de revisar: no tengo magnetoscopio.
Hay una etiqueta adhesiva en cada cinta. Agudizo mi defectuosa vista: casi borrados por el tiempo, leo nombres escritos a bolígrafo, de mi puño y letra: reconoces la letra que tuviste como te reconoces en una foto añosa. Leo nombres de programas y series de televisión: calculo mentalmente que hace ya cuarenta años que conservo estas cintas de vídeo VHS, de caja en caja, de rincón en rincón. Leo: Cervantes (serie histórica de TVE que me interesó), Los paladines (serie de TVE, aventuras en la España de la Reconquista), Jo, Claudi (una de las mejores series nunca vistas, que TV3 emitió), La cabina (de Mercero, escalofriante mito de mi niñez), Retorno a Brideshead (la vi hace 40 años y yo no me descabalgo: seguirá siendo por siempre mi serie de televisión favorita, también porque soy un sentimental), Cosmos (aquel prodigio divulgativo de Carl Sagan), Murphy Brown y Cheers ( sitcoms que usé en clases que impartí en Periodismo) y leo etiquetas con títulos de películas clásicas... y grabaciones enigmáticas: El primer Edén, La habitación blanca ... que nunca sabré de qué van, porque no he querido buscar ahora un magnetoscopio y porque acabo de tirarlo todo.
Encuentro cintas de vídeo VHS que grabé hace 40 años con series, para mi ideal videoteca, y hoy van a un contenedor
Conviene que me desapegue de objetos, que son lastres, me digo: cincuenta cintas de VHS están ahora en el contenedor debido. No las arrastraré conmigo cuarenta años más, ni cuatro.
¿Qué he sentido? Leve nostalgia al recordar al joven que fui cuando grababa piezas que sentía merecedoras de pervivir en mi ideal videoteca, dignas de acompañarme el resto de mi vida para sentirme más rico, completo, mejor. Y las he tirado porque he entendido que tales maravillas están conmigo hasta el fin de mis días, aunque no ya en lo físico, sino en la punta del dedo con que tecleo el móvil: RTVE Play, Filmin, YouTube, archivos digitales...
Sigo, pues, teniendo cajas de cartón, pero sin cajas ni cartón, ya como tesoro inmaterial. Me siento hoy más liviano que ayer: pasan los años ¡y son mejores! ¡Felices vacaciones! – @amelanovela