Mercedes Amalte se ha convertido en un símbolo de resistencia en pleno corazón de Madrid. Es la última vecina permanente de su edificio en la calle Preciados, a pocos metros de la Puerta del Sol, donde la presión del turismo y los pisos turísticos ha desplazado a casi todos los residentes de toda la vida.
Los gran cantidad de pisos turísticos está arrasando con todo
Una situación complicada de vivir
“Llevo toda mi vida en la calle Preciados. Yo he nacido en esta casa”, explica Mercedes en el programa 'El Intermedio' de La Sexta. Cuando era niña, su edificio estaba lleno de familias. “Esto eran cuatro familias, porque había una por planta, y todo el mundo eran vecinos normales, familias normales, con hijos, todos, que estudiábamos, que íbamos al cole... De esos vecinos no queda ninguno, solo quedo yo”, lamenta.
La famosa y concurrida Puerta del Sol de Madrid
Hoy, su entorno está rodeado de pisos turísticos, muchos de ellos ilegales. La convivencia con los visitantes, cuenta, es imprevisible. “Va por rachas. Hay rachas que está pacífico, porque a lo mejor viene gente normal, educada, que no da problemas, y otras veces es horrorosa, porque es de fiestas, sobre todo cuando viene mucha gente joven o vienen a un partido de fútbol, una despedida de soltero o cualquier historia de estas”, describe.
En esos casos, asegura que no le queda otra que llamar a la policía. “Esperas a que venga la policía, cuando pueda, igual son las dos de la mañana. Van, les piden la documentación, les preguntan cuánto tiempo están, si tienen contrato, en qué plataforma han alquilado los pisos... y todo eso queda registrado. ¿Qué hacen luego con eso? Pues yo creo que nada”, denuncia.
Mercedes asegura haber presentado varias denuncias, la primera en 2018. “Esos pisos turísticos son ilegales, ninguno tiene licencia, pero nada, no pasa nada. Esto es una tomadura de pelo integral”, afirma. Critica duramente la falta de acción institucional: “El alcalde dice que no saben dónde están los pisos turísticos. ¿Cómo que no saben? Si yo he puesto una denuncia y digo dónde está el piso turístico, con calle, dirección, piso, distrito postal y hasta número de teléfono”.
“Esto es tan fácil como poner más inspectores, pero no dos, veinte o treinta por distrito”, reclama. Sin embargo, siente que las autoridades miran hacia otro lado: “No les importa dónde pueda vivir la gente, no les importa el precio que están adquiriendo los pisos”. Pese a las dificultades, Mercedes se mantiene firme. “Ver que todos los vecinos se han ido es una sensación de aislamiento, de tristeza muchas veces, que dices ‘yo me voy a ir de aquí’, pero no, no me voy a ir de aquí. Esta es mi vida, es mi historia, es la memoria de mi familia”.

