Las universidades públicas catalanas (ACUP) han alertado de los cambios en el bachillerato científico y en la pérdida de peso del trabajo de investigación en las notas, una seña de identidad del modelo educativo catalán. Los alumnos de primer curso pueden elegir dos materias entre seis de las llamadas “de modalidad”. La adaptación a la ley de educación Lomloe las reduce a cuatro, fusionando física y química así como biología y geología. En segundo, vuelven a ser materias independientes. Esta pérdida de horas las gana el centro que desarrolla su propio proyecto centrado en los intereses y necesidades de los alumnos.
En el nuevo modelo, por un lado, se amplían las disciplinas (se prueban más) pero, por otro, se pierde profundidad en los estudios. Los profesores de ciencias han puesto el grito en el cielo porque en segundo curso las materias son muy exigentes y de 4º de ESO vienen cada vez “menos preparados”. Existe poca garantía de que los proyectos interdisciplinares (entre varias materias) compensen las horas que antes eran obligatorias.
Educació quiere ampliar las horas con optativas alineadas con las materias que se fusionan
Educació quiere ampliar las horas con optativas alineadas con las materias que se fusionan para complementar los aprendizajes a los que hay que renunciar.
Ello sucede en un contexto en el que los perfiles científicos y tecnológicos están muy demandados y no hay suficientes titulados. En ingenierías, por ejemplo, una profesión muy solicitada en el mercado laboral, con sueldos altos y poco paro, el promedio de estudiantes españoles es inferior a los de la media europea. Por ello, se quieren despertar vocaciones steam .
Para la vicerrectora de política académica de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), Montse Pardàs, se necesita estabilidad en el sistema y no ir cambiando cada dos años de currículum porque ello afecta a los estudiantes que entran en sus aulas. Para Pardàs, si un estudiante ya cuenta con un perfil tecnológico en primero de bachillerato se le debería formar en las materias adecuadas para su futuro. Así indica que llegan estudiantes sin haber cursado materias básicas para ingeniería (física, química, matemáticas avanzadas, tecnología) y algunos con carencias formativas serias que dificultan la continuidad de la carrera. Es decir, se logra atraer a alumnos, sí, pero se pierden por falta de formación sólida.
De hecho, Pardàs, si pudiera enviaría una carta los Reyes Magos pidiendo incrementar competencias en tecnología y matemáticas e incluir estudios de programación y digitalización para despertar vocaciones. “No eliges lo que no conoces”, sentencia la profesora de la UPC.
La apuesta de la Generalitat por las ciencias data de finales de los 90 en que ya se introdujo mayor carga lectiva en formación científica para los jóvenes que se encaminaban a la universidad, respecto a otras autonomías. Esa apuesta devino no solo en más horas de clase en ciertas materias sino en la obligación de ampliar la cultura científica de todo el alumnado con la preparación de un trabajo de investigación. Este trabajo, enmarcado en uno o varios ámbito de conocimiento, suele realizarse entre el primer curso y primer trimestre del segundo, ya que el resto del curso se suele dedicar a preparar las pruebas de acceso a la universidad que se realizan en junio.
La apuesta de la Generalitat por las ciencias data de finales de los 90
Tiene una carga horaria de 70 horas y califica un 10% de la nota de bachillerato. Precisamente, se quiso dar importancia a esta nota para estimular el desarrollo y presentación de los trabajos y la comunidad educativa le da mucho valor. La adaptación a los currículos estatales reduce al 5% la nota de este trabajo.
Educació no ha anunciado si agotará las vías de negociación o jurídicas con el Ministerio de Educación para preservar este aspecto, argumentando que hace años que se trabaja así sin que se haya cuestionado hasta el momento. Cabe señalar también la falta de cintura política: el real decreto de currículos de 2022 pasó sin que la Generalitat lo recurriera.