“Las familias deben volver a conectar con las escuelas de sus hijos”

Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE

La mejora de la relación entre escuelas y padres será uno de los objetivos del acuerdo de 4 años entre la OCDE y la Generalitat para remontar los resultados de PISA

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Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE, fotografiado ayer tras la firma del acuerdo con la Generalitat

Mané Espinosa / Propias

Lleva 20 años en la cima del mayor observatorio de la educación en el mundo, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico). Maneja estadísticas como buen matemático y conoce bien la realidad de los sistemas educativos de los cinco continentes. Es, además, el impulsor de la evaluación educativa internacional más influyente del mundo (PISA). Andreas Schleicher, director de educación de la OCDE, mantuvo ayer una entrevista con La Vanguardia tras el acuerdo sobre la mejora educativa en Catalunya firmado con la Generalitat. No detalló los objetivos de dicho plan, no redundó en cómo se remontarían los bajos rendimientos de los alumnos catalanes, pero sí señaló que la finalidad del acuerdo va más allá de aumentar unos resultados académicos, se extiende a  mejorar el sistema educativo en su conjunto. Una de las pistas que dio es la mejora de la relación escuela, alumnos, familia. Y añadió que la comunidad cuenta con recursos suficientes, pero hace falta reorganizarlos. 

Pero, entonces ¿no hay objetivos de éxito académico medibles?

Los rendimientos académicos son importantes, pero la escuela no consiste sólo en enseñar, sino en educar. PISA mide también  los resultados sociales y emocionales de los estudiante. ¿Están motivados? ¿Son capaces de aprender por sí mismos?  ¿Sienten que están preparados para la vida? En PISA tenemos un

abanico mucho más amplio de resultados que actualmente no están tanto en debate en Catalunya, pero que creemos que deben ser más centrales. Por ejemplo, Singapur sale muy bien parado en el ránking de matemáticas de PISA, pero no en bienestar emocional o en las relaciones entre alumnos y profesor. Por cierto, Catalunya, tampoco. Ese será un criterio de éxito en nuestra valoración.

Catalunya tiene un 25% de alumnos de origen inmigrante y, con el descenso demográfico, esta cifra aumentará. ¿Qué políticas aplican los países con menor brecha entre nativos y extranjeros?

La cifra no es mayor que en otros países (la novedad es que ha crecido en pocos años). Y, en realidad, Catalunya tiene todos los recursos para abordarlo bien, sólo que ahora están dispersos. Es importante precisar que no es la inmigración sino el origen social lo que cuenta. Si descuentas el origen social en la inmigración, en PISA sólo hay 7 puntos de diferencia. Dicho esto, ¿Qué sabemos respecto a la inmigración? Sabemos que cuando un alumno extranjero llega al país, la escuela tiene 2 años para situarlo al nivel de los nativos o luego será difícil. Con apoyos se puede. Eso requiere tener a los mejores profesores en esas aulas que identifiquen los déficits de aprendizaje y actúen como mentores.

¿Cómo se consigue que vayan los mejores? ¿Pagándoles más?

El tema no es salarial es de organización del trabajo y de apoyo al docente. Los profesores necesitan más tiempo para estar más alineados con las necesidades de los estudiantes, para entenderlos, para saber cómo apoyarlos. Ahora bien, la carrera profesional, aquí inexistente, también puede ser un instrumento. Si le dices a un profesor, si vas dos años a un colegio difícil, avanzas en tu carrera y te apoyamos. Vietnam y Brasil lo han logrado.

Los alumnos españoles pasan mucho tiempo en la escuela. ¿Por qué no tienen mejores resultados?

Menos es más. La orden es ‘enseña todo el currículum’ (más de una milla de longitud y poca profundidad), ‘que salga todo en el examen’. Si enseñas cada vez más contenido matemático lo que aprenden es más superficial. Importa más que aprendan bien los conceptos matemáticos clave o que piensen como un matemático. Es un tema de mejorar la calidad de la experiencia de aprendizaje.

“Un alumno extranjero de origen social desfavorecido remonta en dos años si tiene apoyo”

Y, ¿cómo se mejora?

Durante la pandemia, muchos estudiantes recibieron montones de lecciones en vídeo, pero sólo el 13% dijo: “Mi profesor me ha preguntado cómo estoy”. Si los profesores pasaran un poco más de tiempo con los alumnos fuera del aula, sobre todo con los alumnos más desfavorecidos, éstos estarían más interesados. Tendrían una mejor relación personal con el profesor. La disciplina sería mejor. Todas esas cosas vienen realmente de la calidad del tiempo. No es fácil para el profesor. Y la tecnología lo empeora más.

Inversión

Catalunya cuenta con recursos para abordar la mejora educativa, se trata de reorganizarlos"

¿En qué sentido?

En Catalunya, el uso de móviles tiene un efecto negativo mayor que los cierres de escuelas durante la pandemia. Aunque prohíbas el móvil en la escuela, los niños lo siguen usando hasta medianoche en casa. Esto refleja la desconexión de los padres con las escuelas, piensan que son clientes. “Lo traigo para que lo eduque bien”. Los padres tienen que participar activamente en el aprendizaje, transmitir el valor de la educación a sus hijos, respetar al profesor. Muchas veces se va a hablar de problemas. Habría que establecer una comunicación diaria a través del profesor. Hay que reconstituir ese tejido social. En PISA vemos que el sentido de pertenencia a la escuela es bajo.

La escuela se enfrenta a retos importantes. Menos de un 10% de jóvenes son capaces de distinguir entre una información y una opinión.

A veces enseñamos ciencia como si fuera religión. Hacemos creer en alguna teoría científica, y luego damos todos estos ejercicios para practicar, y al final, probamos si recuerdan las respuestas correctas. Así que la escuela te enseña a creer y memorizar algo. Enseñamos respuestas. No enseñamos preguntas. Así que la mejor manera de ayudar a los estudiantes a navegar por el mundo digital no es darles herramientas digitales, sino enseñarles a pensar por sí mismos, a cuestionar la sabiduría de nuestro tiempo. En el pasado, te recompensaba por cumplir. Hoy, el futuro y el presente te recompensan por el pensamiento crítico.

¿Cómo impactará la tecnología?

La tecnología en manos de los profesores puede ser muy, muy poderosa. Pensemos en la realidad aumentada para la ciencia. Es increíble. Puedes trabajar en un laboratorio virtual, todas esas cosas. Y analizar cómo aprenden los alumnos de manera diferente. Cuando la tecnología está en manos de los estudiantes, el uso del móvil tiene una influencia enormemente negativa. La tecnología debe estar presente en el aula pero no visible.

Familias

Los niños no sienten la escuela como suya; hay que reconstituir las comunidades escolares con la participación de las familias”

En octubre, veremos publicado el informe TALIS. En el último informe, sólo uno de cada cinco profesores se sentía debidamente valorado. ¿Cómo podemos darle la vuelta a esto?

Hay que ofrecer carreras atractivas desde el punto de vista intelectual. Si se quiere elevar el estatus social de los profesores, hay que darles un trabajo más interesante. No deben ser solo profesores de matemáticas, sino responsables de crear un entorno de aprendizaje, en colaboración con otros profesores. Por otro lado, las escuelas son noticia cuando hay problemas no cuando lo hacen bien. Finlandia paga a los maestros de primaria un tercio menos de lo que se paga en Catalunya, pero reciben siete aspirantes por cada convocatoria porque todo el mundo quiere ser maestro. No porque el trabajo sea económicamente interesante, sino porque es una carrera atractiva.

Los jóvenes no quieren ser consumidores de lo que dicen los profesores, quieren un entorno de aprendizaje más experiencial

¿Qué es lo que define a los jóvenes de hoy?

Los jóvenes no quieren ser consumidores de lo que dicen los profesores. Quieren formar parte del aprendizaje, quieren verse a sí mismos. Creo que el equilibrio entre el aprendizaje cognitivo, social y emocional ha cambiado. Los jóvenes de hoy exigen un entorno de aprendizaje más auténtico, más experiencial. Exigen que sus profesores estén presentes, que les apoyen. Son nativos digitales. Para ellos, la tecnología forma parte de su vida. Y creo que esta es una diferencia bastante importante en los últimos, ni siquiera 20 años, sino 10. Hay un gran cambio. En realidad, a menudo vemos el lado negativo de ese cambio. Yo veo muchos cambios positivos. Veo a muchos jóvenes que se responsabilizan más de su futuro, de su aprendizaje, son más emprendedores. El problema es que la escuela no ha cambiado. Tenemos niños del siglo XXI, profesores que siguen trabajando con mentalidad del siglo XX y una arquitectura escolar del siglo XIX.

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Laura Prat, profesora del institut Sant Vicenç de Castellet, posa para unas fotos de La Vanguardia para un reportaje sobre el informe Pisa. Sant Vicenç de Castellet, 15 de Diciembre de 2023
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