Antes de ser hospitalizado por una neumonía doble, el papa Francisco estaba luchando contra la firme resistencia de algunos de sus propios cardenales sobre cómo tapar una brecha cada vez mayor en las finanzas del Vaticano.
Tres días antes de su hospitalización, Francisco ordenó la creación de una nueva comisión de alto nivel para fomentar las donaciones a la sede de la Iglesia católica, que cuenta con 1.400 millones de miembros.
Desacuerdos e intentos de arreglo presupuestario
La nueva “Comisión de Donaciones para la Santa Sede”, que anunció el Vaticano el miércoles, mientras Francisco pasaba su decimotercer día en el hospital, se creó después de que las propuestas del papa para recortar el presupuesto se enfrentaran a una oposición desde dentro de la curia romana.

El papa Francisco reza ante los nuevos cardenales, en agosto del 2022
Según Reuters, en una reunión a puerta cerrada a finales del año pasado, los jefes de departamento del Vaticano, incluidos cardenales de alto rango, argumentaron en contra de los recortes y en contra del deseo del papa argentino de buscar financiación externa para solucionar el déficit.
Los cargos pidieron no ser nombrados debido a la naturaleza sensible de la información. Francisco lleva varios años tratando de arreglar el presupuesto, ha recortado los salarios de los cardenales tres veces desde 2021 y exigió un programa de “déficit cero” en septiembre. Pero sus esfuerzos parecen haber tenido poco impacto.
Un déficit que no ha cesado de aumentar
Aunque el Vaticano no ha publicado un informe presupuestario completo desde 2022, el último conjunto de cuentas, aprobado a mediados de 2024, incluía un déficit de 83 millones de euros (87 millones de dólares), según Reuters.
La Santa Sede ha operado con déficit durante años reequilibrando las cuentas y recurriendo a los dividendos de sus ingresos por inversiones, pero la brecha ha crecido significativamente en los últimos años. En 2022, el déficit declarado por el Vaticano fue de 33 millones de euros.
Reuters ha recogido la información pese a la negativa de dos cardenales que supervisan el presupuesto del Vaticano a conceder entrevistas y a proporcionar información presupuestaria actual.