Multitud de mujeres en Barcelona se sumaron este sábado a las cientos de miles que llenaron las calles de todo el mundo en actos festivos de reivindicación y protesta. La borrasca Jana, nombre de profetisa bíblica, pasó de largo sin dejar caer el agua esperada, respetando así a las bandas de música, los castellers alzados por collas de chicas, los cánticos y bailes de las mujeres con sus pañuelos lilas al viento, marcas de guerreras en la cara. Niñas, adolescentes, jóvenes y mayores reivindicativas con el pelo teñido de lila. Grupos de amigas, madres con hijas. Alegres e indignadas. De pie o en silla de rueda. De aquí o de allí. Una chica, con velo, trataba de hacerse oír a través del móvil entre el estruendo de tambores: “Abuela, ¿me oyes? Estoy aquí”. Orgullo en su cara.
Un castell formado en medio de una de las manifestaciones de Barcelona
Desde el último 8-M el feminismo ha ganado notorios avances. Un hombre poderoso se ha sentado en el banquillo porque no era un piquito aquello sino una agresión. Al tiempo, la fotografía de una mujer en su madurez, de enorme dignidad, recorría el mundo: “que la vergüenza cambie de bando”. Y aunque los lemas de las dos manifestaciones convocadas en Barcelona (misma hora y apenas 500 metros de distancia), eran los cuidados sostienen la vida (esos cuidados que las mujeres proporcionan sin o con apenas remuneración) y la abolición de la prostitución (“El puticlub es el supermercado del violador”), la mayoría de las pancartas estaban escritas contra las agresiones que padecen las mujeres. Sus historias escritas en cartón. “Protesto porque cuando me pasó a mí la policía no quiso coger mi denuncia, que hiciera las paces con mi agresor”. “Voy a gritar lo que te hicieron callar”. O expresadas con una simple fotografía “Marisol, presente”. ¿Qué le pasó? “La quemó su marido”.
Prevalecía el sentimiento compartido de falta de justicia. En el colectivo de las feministas radicales, un grupo de mujeres tapadas con túnicas y máscaras blancas recordaban a mujeres: “Mª Dolores, Alicia...”. En la manifestación de la Assemblea 8-M se bailaba la canción de Las Tesis ( El violador eres tú ). Entre la multitud: “Más condenas contra violadores”. Con ellas, caminaban muchos ellos y elles (“Ser excluyente no es feminismo”). Algunos, conscientes de la amenza de la ultraderecha, advertían: “No, Trump, no pasarás” o “Trump, Abascal, Elon: comeréis mi coño trans”.
