Los rectores de 22 universidades ubicadas en comunidades de lengua catalana han firmado un manifiesto por el que se comprometen a trabajar por la equidad, la inclusión y la reducción de la brecha de género. Este documento surge después de conocerse el informe publicado esta semana por Xarxa Vives en el que se destaca la falta de igualdad de oportunidades en el acceso y la elección de carreras en la universidad.
Se enmarca asimismo en el debate sobre el decreto de creación de campus privados que está impulsando el gobierno para frenar instituciones con poca solidez formativa y de carácter mercantilista.
Revertir la dificultad en el acceso a los estudios “es una necesidad urgente de atención y apoyo institucional”
En esta red se encuentran 17 universidades públicas (entre ellas, las siete catalanas y las cinco valencianas así como la Balear) y 5 privadas como la Ramon Llull, la Abat Oliba, la UIC, la UVic-Central de Catalunya y la UOC (servicio público con gestión privado), todas de iniciativa social.
“Los resultados del informe Vía Universitaria 2023-2025 nos interpelan como sistema universitario y nos obligan a una reflexión compartida”, indica el manifiesto. “El contexto económico, social y familiar sigue determinando el acceso y la
permanencia en los estudios superiores y emerge como una necesidad urgente de atención y apoyo institucional”, sostienen.
Por ello, se comprometen a seguir una línea en la que se permita el acceso a la universidad a todo aquel que quiera estudiar, independientemente de las condiciones socioeconómicas y el origen familiar. No se concretan medidas específicas para ello aunque algunas de ellas aplican rebaja de los precios de las matrículas o políticas propias de ayudas, como las becas salarios.
También declaran su compromiso a seguir promoviendo la igualdad de género, con políticas activas para que las mujeres accedan a ámbitos de conocimiento en el que ahora hay un claro desequilibrio, como las ingenierías.
Los rectores también se comprometen a adaptarse al nuevo perfil de alumno que busca compaginar estudios con otras actividades (como el trabajo) o se plantea el estudio a más largo plazo. Por ello, estudiarán la creación de itinerarios curriculares flexibles y planificar las actividades de aprendizaje en horarios diversificados, para facilitar al máximo el acceso a la formación universitaria.
Así mismo, y ante la experiencia de los estudios a distancia, las universidades identificarán aquellas actividades lectivas que se pueden beneficiar de formatos no presenciales y aquellas que requieren del formato presencial para garantizar procesos de aprendizaje de calidad. Según uno de los directores del estudio, el catedrático de Teoría de la Educación, Miquel Martínez, el trabajo autónomo representa un tercio del total de tiempo dedicado al estudio. Los otros dos tercios corresponden a la asistencia a clases. En Europa, la tendencia es a la inversa: un tercio se dedica a las clases y dos tercios al trabajo autónomo.
En otro punto los rectores consideran necesario reforzar los procesos de renovación pedagógica, en los que muchas universidades ya están inmersas, “avanzando hacia uno aprendizaje más significativo y adaptado a los perfiles del estudiantado y las especificidades de cada titulación”.
Finalmente, dos aspectos que preocupan mucho a los rectorados, la débil implicación y vínculo con la universidad de los estudiantes y su bienestar emocional. En este sentido, reforzarán la participación activa del estudiantado en los órganos institucionales y se “adaptará la docencia y la evaluación por hacerla compatible con una vida equilibrada y saludable”.


