El insomnio y los trastornos del sueño están tan extendidos entre la población, tienen un impacto tan relevante sobre la salud, la productividad laboral, el rendimiento académico, los accidentes e incluso el PIB del país, que es hora de poner este tema en la agenda política y empresarial y tomar medidas para reducir el consumo de benzodiacepinas y otros psicofármacos para dormir.
Así lo ha expuesto hoy ante la comisión de salut del Parlament de Catalunya la doctora Odile Romero, coordinadora de la Alianza por el Sueño (una plataforma que integra sociedades científicas, sanitarios y pacientes), para concienciar sobre la necesidad de considerar el sueño como un pilar básico de salud -como lo es no fumar, la dieta o el ejercicio- e impulsar “una estrategia de sueño saludable en Catalanya” cuyo primer objetivo debería ser “promover programas para reducir el consumo de benzodiacepinas”.
Porque, explicó la también jefa de Neurofisiología y coordinadora de la Unidad de Sueño en los hospitales Vall d'Hebron y Quirónsalud, las encuestas de salud indican que un 20% de la población duerme menos de seis horas y que el consumo de ansiolíticos e hipnosedantes ha aumentado más de diez puntos en la última década.
El 20% de la población duerme menos de seis horas y el consumo de psicofármacos ha crecido más de 10 puntos en la última década
“Según los datos de consumo de drogas publicados por el Ministerio de Sanidad a comienzos de 2025, los hipnosedantes, con o sin receta, fueron la cuarta sustancia más consumida en el último año en España, solo por detrás del alcohol, el tabaco y el cannabis; y en Catalunya, la última encuesta de salud de Barcelona muestra que el 40% de las mujeres y el 20% de los hombres habían tomado psicofármacos en los dos días previos a la realización de la encuesta”, detalló Romero a los parlamentarios.
Y enfatizó que ese consumo es “preocupante” y nada inocuo, porque se trata de fármacos que provocan somnolencia, alteran la memoria, afectan al rendimiento laboral y académico, afectan a las habilidades y capacidades psicomotoras, repercuten en la regulación emocional y conllevan riesgo de dependencia, entre otros efectos.

Dormir poco o mal repercute en el rendimiento escolar y laboral
Por eso, la prioridad de la estrategia pública en favor del sueño saludable debería ser impulsar programas para reducir el consumo de estas sustancias. Para ello es fundamental, dijo Romero, que en las consultas de atención primaria, además de preocuparse más por cómo están durmiendo los pacientes, se aborde el insomnio con otras terapias más seguras que los hipnosedantes, como terapia cognitivo conductual o soluciones farmacológicas sin tantos efectos secundarios.
Durante su comparecencia, la coordinadora de la Alianza por el Sueño dejó claro que los trastornos de sueño no son solo cosa de ancianos o de empleados estresados sino que afectan a población de toda edad y condición -por ejemplo, al 30% de los niños entre 6 meses y 5 años- y conllevan una carga social y económica muy elevada.
Un elevado coste económico y social
“Según datos europeos, para las empresas el insomnio supone entre 11 y 18 días de absentismo laboral y entre 39 y 45 de presentismo, es decir, de estar en el trabajo sin apenas rendir”; “la Dirección General de Tráfico estima que dormir menos de 4-5 horas multiplica por cuatro el riesgo de sufrir un accidente” o “el impacto económico de la mala calidad del sueño sobre la productividad, la falta de energía, de concentración, los errores y problemas organizativos que se derivan de todo ello se estima, para España, en un 0,82% del PIB”, fueron algunas de las cifras que trasladó a los diputados catalanes.
Todo ello, dijo la doctora, debería servir para concienciar a los políticos, las empresas pero, sobre todo, a la ciudadanía en general de que la cantidad y calidad del sueño es un pilar básico para la salud individual pero también para la sociedad en su conjunto.

Algunos buenos hábitos de sueño, como los horarios regulares, chocan con los estilos de vida de una parte de la sociedad catalana y española
Admitió que los buenos hábitos de sueño a menudo chochan con los estilos de vida de una buena parte de la sociedad catalana y española, pero cree que se pueden cambiar a través de la concienciación.
”¿Cuándo se abordó y solucionó el problema del consumo generalizado de tabaco? Cuando tomamos conciencia de sus daños, y ahora miramos mal al fumador; el día que miremos mal a los padres que en verano tienen al bebé a las dos de la mañana en la sillita mientras ellos pasean o se toman algo, entonces tendremos una sociedad más mentalizada sobre la importancia del sueño, se dedicarán más recursos y podremos avanzar”, comentó.
El día que miremos mal al padre con un crío en el carrito a la una de la mañana porque ha salido a tomar algo, tendremos una sociedad mentalizada sobre la importancia del sueño
Porque si algo tienen claro los especialistas es que, además de más conciencia, para luchar contra el insomnio y mejorar la calidad del sueño de los ciudadanos hacen falta más recursos, tanto para impulsar otras terapias alternativas a las benzodiacepinas desde la atención primaria como para facilitar el acceso a los especialistas. “Tenemos un problema de listas de espera y las unidades de sueño nunca están entre las prioridades de los responsables de los hospitales; siempre pasan por delante las listas quirúrgicas y otras necesidades...”, se lamentó.
Lo que no cuesta y puede permitir ir avanzando, explicó Romero en conversación con La Vanguardia, es que tanto los médicos de atención primaria como las empresas (a través de las revisiones médicas) comiencen a supervisar la calidad del sueño de sus pacientes y empleados con algo tan simple como incorporar indicadores sobre cómo duermen a sus preguntas rutinarias.
Por lo que respecta a aquello que pueden poner en práctica los ciudadanos, la especialista en sueño comentó que más que fijarnos en cuántas horas y cómo las dormimos, a veces lo que hay que valorar es la calidad del tiempo de vigilia. “Si durante la vigilia estamos bien, nos concentramos, estamos contentos... es que estamos durmiendo suficiente”, respondió a los diputados interesados por la cantidad de sueño que se considera saludable.