El reciclaje de plástico en España sigue siendo una asignatura pendiente, especialmente el procedente del contenedor amarillo. La mayor parte acaba en los vertederos municipales, es incinerado o enviado a terceros países.
La complejidad del reciclaje tiene diversas razones. La primera somos los ciudadanos, que no tiramos el plástico siempre donde toca, a veces también hay una mala gestión en la recogida. Pero sobre todo es el mismo material el que pone las dificultades. Hay cientos de tipos de plástico en el mercado, que no siempre se pueden mezclar para reciclarlos, otros tantos aditivos, colores… Para Luís Ángel Martínez, investigador de la Unidad Tecnológica de Residuos, Energía e Impacto Ambiental del centro tecnológico Eurecat, esos problemas no deberían ser excusa. “Es una cuestión de invertir en infraestructuras y equipamiento. Hay países en Europa, como Alemania y Holanda, que reciclan mucho más que otros porque tienen plantas muy bien equipadas con la última tecnología”.
Desde los años 60
Y en estos casos, el tipo más habitual de reciclaje es el mecánico, que consiste en limpiar el plástico, triturarlo y fundirlo para hacer pélets. A partir de estos gránulos, “se formulan plásticos similares o nuevos plásticos. Es una metodología bien establecida, madura. Las primeras plantas de ese tipo empezaron en los años 60. Además, ahora ya existen tecnologías que hacen la limpieza en seco para no tener que gastar agua y otras para ser más precisos en la separación de los materiales”, según Martínez. Este tipo de reciclaje mecánico tiene un impacto ambiental bajo respecto a otros como el termoquímico.
El reciclaje mecánico está diseñado para tratar el plástico del contenedor amarillo, con un grado de contaminación bastante elevado. “Hace falta más concienciación y probablemente más formación a la hora de reciclar para que no se depositen en el contenedor amarillo elementos que no deberían estar allí o con restos de comida”, reconoce Martínez. “Pero estas plantas están preparadas para reciclar este tipo de flujos. Disponen de muchas etapas, de limpieza, de separación, aglomeración y, al final, lo que se obtiene es plástico reciclado, que tiene muchas aplicaciones, como por ejemplo en la fabricación de parqué sintético para los hogares”.
Hace falta más concienciación y probablemente más formación a la hora de reciclar para que no se depositen en el contenedor amarillo elementos que no deberían estar allí o con restos de comida”
El reciclaje es parte de la solución al problema del plástico. Reducir el consumo es otra de las propuestas de los expertos. “Hay casos en los que el uso del plástico no compensa el impacto negativo que tiene para el medio ambiente. Cuando haces un ensayo clínico de un medicamento, básicamente estudias los beneficios y los efectos secundarios. Con el plástico se debería haber hecho lo mismo”, explica Martínez. El director del Área de Sostenibilidad de Eurecat, Miquel Rovira, coincide con Martínez, pero reconoce que este material “ha entrado en un punto de demonización”. “Es verdad que se ha hecho un uso excesivo del plástico”, afirma, pero recuerda “los grandes beneficios para la humanidad de los productos realizados con plástico”. “No es por casualidad que se utilice tanto”, explica Rovira. “Molecularmente y en cuanto a propiedades, es extraordinario”.
Los costes
El plástico virgen procede de los combustibles fósiles y tanto en su fabricación como en su destrucción se emiten gases de efecto invernadero. La economía circular es una buena opción, pero también tiene su coste para el medio ambiente. Pese a ello, “el reciclaje mecánico es siempre preferible, medioambientalmente, a un material virgen”, defiende Martínez. “Hay muchos estudios de ciclo de vida que así lo han determinado. La calidad es perfectamente asumible por sectores tan exigentes como la automoción, donde muchas partes del coche son recicladas”.
¿Y los plásticos biodegradables serían la solución? Para Luís Ángel Martínez, este tipo de material podría ser una oportunidad, pero hay que ser prudentes. “Hay mucho greenwashing y quizás hace falta seguir aprendiendo y trabajando. La normativa exige que cuando se dice que un plástico es biodegradable hay que especificar la norma que se ha utilizado para determinar esa biodegradabilidad. La misma norma te va a decir en qué entorno es biodegradable”.
Por ejemplo, si el envase es compostable “significa que es biodegradable en un compostaje industrial, y solo industrial. Pero cuidado, porque en casa no va a biodegradar, en el suelo o en el mar tampoco. Ese material no está diseñado para salirse de su flujo natural de reciclaje”, explica el experto.